El ingenio, la gracia, el humor, la sabiduría, el don de gente, la pasión por los deportes, la erudición en el campo de la física y el anhelo de compartir el conocimiento científico con los “hombres y mujeres sencillos”, resaltan en este fascinante libro que recopila cerca de 70 ensayos del doctor Facundo Bueso Sanllehí, con cuyo nombre fue bautizado uno de los primeros edificios de la facultad de Ciencias Naturales del Recinto de Río Piedras de las Universidad de Puerto Rico (UPR).
Bueso, quien se destacó a mediados del siglo 20 como científico, profesor universitario y decano de la facultad donde impartía los cursos de Física, murió trágicamente en un accidente marítimo en 1960. La publicación Facundo Bueso: Límites del universo, El fin del mundo y otros ensayos, editada por los doctores Carmen A. Pantoja y Daniel R. Altschuler, es un homenaje a su legado como precursor en la divulgación del conocimiento científico en la Isla.
Pareciera como si el mismo Bueso los hubiese seleccionado para esta tarea…A Altschuler siempre le ha preocupado el pobre conocimiento sobre las ciencias en la Isla y a Pantoja la poca investigación histórica que hay sobre nuestros hombres y mujeres de ciencia. Ambas inquietudes posibilitaron un fabuloso junte que dio pie a esta valiosa publicación que contiene además de una autobiografía de Bueso, fotos suministradas por su familia, cartas que intercambió con otros colegas, un escrito del profesor Wilfredo Matos Cintrón rememorando sus años de discípulo de Bueso y dos textos de Abelardo Díaz Alfaro y Rafael Pont Flores que resaltan el talento y humanidad de Bueso, luego de su prematuro deceso a los 55 años de edad.
Pantoja contó a Diálogo que la idea del libro surgió durante una conversación con Carmín Bueso, hija de Facundo, durante una ceremonia de reconocimiento de excelencia académica a los estudiantes de Naturales. A los alumnos de esa facultad se les premia con una medalla que lleva el nombre del insigne científico. En esa actividad la actual profesora jubilada de la UPR le comentó a Pantoja que existía una colección de ensayos de su padre en la biblioteca de Ciencias Naturales.
A partir de ahí Pantoja comenzó la tarea, junto con Altschuler, de revisar cerca de 300 artículos para seleccionar los textos que eventualmente darían forma a la publicación. Lo que ambos profesores del Departamento de Física del Recinto de Río Piedras encontraron fue un tesoro. Los artículos fueron escritos por Bueso a maquinilla entre 1949 y 1959 para una especie de cápsulas informativas que presentaba el entonces catedrático del recinto riopedrense para WIPR radio y televisión. Era un programa semanal de divulgación científica de 15 minutos de duración.
“Después de 60 años se pueden leer como si fuera ayer”, observó Altschuler al destacar la pertinencia y actualidad de los ensayos a pesar del tiempo transcurrido.
Entre los escritos seleccionados figuran: “El fin del mundo”, “La bomba atómica”, “Descubrimientos de planetas”, la “Temperatura”, “Platillos voladores”, “Supersticiones”, “La astrología”, “Los curanderos”,”Constelaciones y estrellas”, “Límites del Universo”, “El cielo azul”, “Inventos accidentales”, “Leyes naturales”, “La corriente del golfo”, “Vida en el planeta rojo” y “El astro rey”, entre muchos otros.
Los textos revelan a un científico a quien no solo le apasionaba su profesión sino compartir lo que sabía con “los más sencillos”, como muy bien apalabra el escritor Díaz Alfaro en uno de los apéndices en las páginas finales.
Su lectura es muy amena. Pareciera que los artículos fueron redactados con las especificaciones de una plataforma web: breves, concisos, entretenidos, de fácil lectura, pero repletos de la más rigurosa información científica. Habla de los estados de la materia, electrón, partículas subatómicas, la relatividad, la gravitación y los átomos con tanta sencillez pero a la misma vez con gran erudición.
El libro, publicado por Ediciones Callejón, también incluye unos breves apuntes sobre otra de las grandes pasiones de Bueso: el deporte. Sobresalió entre los mejores voleibolistas, tenistas, futbolistas y baloncelistas de su época. También practicó el béisbol y deportes de pista y campo. Los editores reseñan que quien también fuera decano de Ciencias Naturales del recinto riopedrense fue exaltado al Salón de la Fama del Deporte en Puerto Rico en el 1958, como parte de la clase que incluyó a Hiram Bithorn, Cosme Beitía, Rebekah Colberg, Sixto Escobar, Isidoro García y Eugenio Guerra, entre otras grandes figuras del deporte nacional.
Pantoja y Altschuler anotaron que al incluir este aspecto de su vida quisieron destacar su gran sensibilidad y humanidad.
Uno de los físicos más prominentes de la UPR
Bueso fue un inmigrante, de origen mexicano, que llegó a la Isla cuando apenas era un adolescente, luego de atravesar varias vicisitudes. Estudió en la Escuela Modelo de la UPR y terminó su bachillerato en ciencias en el Recinto de Río Piedras. Aunque pudo haber seguido una carrera exitosa como científico en Estados Unidos, donde le convocaban a participar en distintas investigaciones frecuentemente, optó por laborar para la UPR donde fue muy respetado y querido por sus alumnos, según la reseña que publica el periódico Universidad luego de su muerte, también incluida en el libro.
Altschuler lo describió como “uno de los más prominentes físicos que hubo en la Universidad”. Precisó que estuvo muy conectado con investigaciones sobre física nuclear y aspectos atómicos. Destacó que Bueso estudió en la prestigiosa Universidad de Chicago, en tiempos donde no era fácil logar ser admitido allí. Fue de ahí, precisamente, donde obtuvo su doctorado en el 1941. Su director de tesis fue un reconocido Premio Nobel de la década del 1960, Robert Mulliken.
El catedrático del Departamento de Física de la Facultad de Ciencia Naturales comparó a Bueso con Carl Sagan, un famoso científico y comunicador estadounidense muy reconocido durante la década de 1980. Puntualizó que así como Sagan, Bueso fue un precursor en la divulgación científica en la Isla.
Altschuler lamentó que la Universidad olvide sus grandes figuras. “En la Universidad hay una pérdida de memoria. Nos olvidamos de nuestros antecesores, los que fundaron esto”, observó. De ahí la relevancia del libro de Bueso.
“Es importante saber la historia si uno quiere salir adelante”, comentó la doctora Pantoja, quien también trabajó la biografía de Víctor Blanco, el primer astrónomo puertorriqueño.
Los editores esperan que este libro inspire a las nuevas generaciones a querer conocer y formarse en las ciencias. “Deseo que las nuevas generaciones se inspiren en las cosas lindas de la ciencia”, expresó Pantoja. “Me encantaría que aumente el número de estudiantes que quieren estudiar física”, agregó Altschuler.
También confían en que la tarea de divulgación científica sea retomada por la Universidad.
“Vivimos en una época científica, donde se toman decisiones que nos pueden afectar. Transmitir eso debería ser función de la Universidad”, urgió Altschuler.
El libró se presentará hoy a las 7:00 p.m. en Casa Norberto en Plaza Las Américas y el sábado 27 de enero en el Ateneo Puertorriqueño, que ayudó a subvencionar parte de la publicación.