La tarde no pintaba bien cuando en la red social Twitter empezaron a aparecer, sobre las 19.30, los primeros mensajes indicando el aumento de la presencia policial en las calles que desembocan en la Puerta del Sol. La sombra de una orden de desalojo caía sobre el campamento y el ambiente durante la concentración era tenso.
“Esto es una ratonera”, “no les conviene cargar porque hay muchos turistas” o “muchos niños”, se escucha de forma intermitente en pequeños corrillos mientras la masa ilusionada, emocionada e inspirada grita sin perder la esperanza, a sabiendas de que esta noche pase lo que pase, volverán a pernoctar pacíficamente. “No tenemos miedo”.
La tarde no pintaba bien cuando en la red social Twitter empezaron a aparecer, sobre las 19.30, los primeros mensajes indicando el aumento de la presencia policial en las calles que desembocan en la Puerta del Sol. La sombra de una orden de desalojo caía sobre el campamento y el ambiente durante la concentración era tenso.
“Esto es una ratonera”, “no les conviene cargar porque hay muchos turistas” o “muchos niños”, se escucha de forma intermitente en pequeños corrillos mientras la masa ilusionada, emocionada e inspirada grita sin perder la esperanza, a sabiendas de que esta noche pase lo que pase, volverán a pernoctar pacíficamente. “No tenemos miedo”.
La idea de la Junta Electoral Provincial de prohibir la reunión de ayer ha derivado, como el martes, en un fortalecedor efecto dominó, un efecto acampada, al que se han sumado miles de personas, unas simplemente estando, gritando, levantando las manos, bailando: “esto es la fiesta del cambio”; muchas otras trabajando activamente en las diferentes comisiones, que han seguido reuniéndose durante la madrugada cubiertos por un manto de plásticos que les ha protegido de una lluvia que no les ha permitido dormir. De vez en cuando alguien coge el micro y convoca a sus compañeros o da las gracias, por ejemplo, a la gente que se encarga del avituallamiento del campamento.
Bajo uno de esos retales de carpa azul destaca una montaña de mantas, colchones y sacos de dormir para la noches. “Mucha gente se ha acercado esta mañana a dejar ropa de abrigo”, nos comenta una de las personas encargadas de la comisión de infraestructuras. Cerca, improvisados chefs con papel higiénico en la cabeza para proteger la comida del cabello, organizan las viandas para la cena. “Si seguís mañana con la acampada, ¿qué necesitáis que traiga de comer?”, pregunta un manifestante en la zona de cocina, donde bajo el cartel de “merienda gratis” había bizcochos de chocolates caseros, pastelitos y galletas variadas porque hay que “estar fuerte para luchar” mientras nos invitaban a servirnos.
En una de las esquinas de Sol con la calle Montera, un chico aguanta un cartel con la palabra ‘traductores’ escrita en diferentes lenguas. “En dos horas conseguimos voluntarios para cubrir 13 idiomas”. Ahora ya cuentan con 15, entre los que están el gallego, el vasco y el catalán, así como el serbocroata, el griego, el ruso, el árabe, el sueco, el inglés, el francés, el alemán, el italiano y el portugués. “También hay un intérprete del lenguaje de signos“. Todo para informar a los turistas o para traducir documentos como el manifiesto en un momento en el que el muchas otras ciudades del mundo tienen los ojos puestos en esta “Spanish Revolution” – con acampadas en Londres, París y Berlín – y con una repercusión mediática internacional: Al Jazeera, BBC, New York Times, The Washington Post son solo algunos de los medios de comunicación que están atentos a lo que ocurre en España desde el pasado domingo 15 de mayo.
Cuatro baldosas de la Puerta del Sol sirven de escenario para una improvisada jam session entre amigos y desconocidos que se arriman sonrientes para compartir “sin malos rollos y con música” que están “viviendo algo histórico”. Al otro lado de plaza, una performance con casi una veintena de personas que aparecen sin armar escándalo, vestidas de negro, moviéndose lentamente, hablándoles con su cuerpo a los manifestantes, con quienes acaban abrazados.
Carteles, folios y cartones. Todo es una pizarra, un folio en blanco en el que expresarse. La recién estrenada boca de metro de la Puerta del Sol, una gigante cristalera, está cubierta de mensajes, como el que intenta acotar algunas de las peticiones de esta “Spanish Revolution”: la convocatoria a un referéndum popular, sacar de las listas electorales a aquellos políticos que estén imputados, la eliminación del senado y de los sueldos vitalicios, así como la existencia de unos medios de comunicación libres, entre otras cosas.
El movimiento de los mil nombres
En su manifiesto, aprobado en asamblea popular, ya cuentan que son “personas” que acuden “libre y voluntariamente” para reivindicar “la dignidad y la conciencia política y social”. Y responden a la pregunta ¿quién está detrás de todo esto?, con la que más se está especulando a través de algunos medios de comunicación: “No representamos a ningún partido ni asociación”, según dicho manifiesto.
Se ha constituido el movimiento de los mil nombres. Los medios no saben cómo etiquetar, cómo titular, cómo encasillar a una ciudadanía que se echa a la calle y que duerme bajo la lluvia si hace falta: ‘El campamento de los indignados’, ‘La acampada Democacia Real Ya’ o ‘La Acampada Sol’ son algunos de los nombres que se le atribuyen. En internet, aparecen hashtags a gran velocidad: #spanishrevolution, #acampadasol, #democraciarealya, #nonosvamos, #yeswecamp, #notenemosmiedo, #tomalaplaza, #pijamablock o #nolesvotes entre otros con menor éxito. A éstos, hay que sumarles que cada ciudad con acampada tiene su propia etiqueta ( #acampadasevilla, #acampadavalladolid, #acampadabilbao …).
Parece ser que aquí no existe una marca preestablecida, son los ciudadanos a través de las redes quienes crean las etiquetas. Si preguntáramos a cualquier experto o asesor de comunicación corporativa sobre el uso de diversos hashtags para comunicar una misma acción o evento, o una acampada reivindicativa, te diría que eligieras una para no confundir al lector, definir y distribuir mejor el mensaje. En las acampadas, estas etiquetas que engloban la conversación de miles de personas a través de, principalmente, Twitter, Youtube y Flickr, son adoptadas según el ánimo general de los manifestantes.
Los ya caducos #15m y #15mani que se usaron sobre todo el domingo dieron el relevo en la lista de Trending Tópics mundial a la mencionada retahíla de hastags que se han ido sucediendo estos días.
*Lea el artículo original en Periodismo Humano