Diversos movimientos sociales han usado y usan mucho todavía el estribillo “Prohibido olvidar”, cada vez que ocurre algún atropello, brutalidad policiaca, corrupción, persecución o muerte (violación de derechos humanos). En el mundo hispanoparlante, este estribillo trasciende las fronteras. Incluso, el conocido cantautor Rubén Blades escribió una canción titulada de esta manera. No obstante, cada vez que el movimiento de mujeres, – aunque no usemos las mismas palabras–, llama a recordar alguna injusticia relacionada con el género, entonces, como si fuese menos legítimo, nos llaman a la reflexión y nos invitan al perdón y al olvido. Me pregunto: ¿Por qué ante unos asuntos se exige que no olvidemos, pero ante los problemas de género, particularmente los de las mujeres, se nos pide lo contrario? ¿Por qué la doble vara? El año pasado murieron 18 mujeres como resultado de la violencia de género en Puerto Rico. Este año, aproximadamente 10 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o ex-parejas. A estos números habría que añadir los cientos de casos de agresiones que no tienen un desenlace fatal Recientemente, los organizadores de la Parada Puertorriqueña de Nueva York seleccionaron a Osvaldo Ríos, para que fuese nada más y nada menos que el Padrino Internacional de dicha Parada. Ante esta decisión, han surgido muchísimas críticas por parte de diferentes sectores y personas; mientras que otros le han defendido tenazmente. Entre quienes lo defienden, no podía faltar su promotor, “sorprendido” con la alarma desatada ante la elección de Ríos. Las críticas hacia la selección de Osvaldo Ríos radican principalmente en su trasfondo de varios casos de violencia doméstica. Aunque sólo uno de los tres casos llegó a juicio (resultando en una condena en el 2004), Ríos ha sido acusado públicamente de actos de violencia no por una ni dos, sino tres de sus ex-parejas: Carmen Dominicci, Geraldine Fernández y Daisy Annete Santiago. En todos los casos no sólo negó ser agresor, sino que además se pintó como la víctima. Quienes le defienden alegan que este defendió la credibilidad de Carmen Dominicci cuando esta acusó a su siguiente pareja de agredirla. Sin embargo, parecen no recordar que dicha defensa se basó en que esta era la madre de su hijo mayor. La defensa de Ríos no fue por reconocer el problema de violencia doméstica que recibió Carmen Dominicci por parte de Fernando del Rincón, y que eso estuvo tan mal como la violencia en la que él incurrió, como igual de condenable. En el caso de Geraldine Fernández, Ríos intentó alegar que la víctima fue él, pues intentó suicidarse luego del suceso. Sin embargo, expresó que había bebido 40 pastillas, mientras otras fuentes aseguran que habían sido sólo 10, y que dicho acto fue parte de un patrón de manipulación típico de agresores. Pensemos por un momento: si se hubiese suicidado, ¿hubiese sido menos agresor? De hecho, recordemos que muchos agresores de mujeres se suicidan inmediatamente después de asesinar a sus víctimas. Ello no elimina la mancha de la violencia, sino todo lo contrario. Parafraseando, lo que una vez preguntó Israel Rodríguez Sánchez, ¿Tenían Daisy Annette Santiago, Carmen Dominicci o Geraldine Fernández que morir para que se reconociera en sus casos el problema social de la violencia de género? En el caso de Daisy Annette Santiago, ella misma narró que el primer incidente se produjo por “diferencias de opiniones”. Explicó que Ríos la empujó con toda la fuerza, con sus dos manos en el pecho, “sentí que mis piernas volaban por todo lo alto, caí y me golpeé contra la puerta”, recibiendo así un impacto en la espina dorsal. Otro incidente de agresión ocurrió por un ataque de celos, cuando el día de su cumpleaños recibió una llamada telefónica de su hermana en la que su mejor amigo también la felicitó, causando la ira del actor, con quien se encontraba en Colombia. En otro episodio de violencia, Daisy dijo que por haberle ocultado a Ríos que estaba buscando ayuda profesional, fue tomada con fuerza del cabello y lanzada al suelo, horas antes de que el actor recibiera a la prensa en un hotel. Recientemente, Ríos lanzó a los medios una carta abierta respondiendo a las críticas contra su selección como padrino internacional de la parada. Sin embargo, en dicha carta permanecen dejos de tergiversación y manipulación. En ella, Ríos plantea que la violencia es un problema, pero se rehúsa a nombrar la violencia de género o “violencia doméstica” como un problema específico. Dice reconocer su error, como si se tratara de un sólo “desliz”; olvida mencionar que ese error fue cometido en múltiples ocasiones contra al menos tres mujeres diferentes. La violencia de género es un asunto público. Al elegir su profesión de artista (como él mismo indicó en su última carta), Ríos se convirtió en figura pública, haciendo más visibles sus “errores”. Ríos y sus asesores parecen olvidar el sabor amargo que ha dejado entre muchas en la sociedad con sus múltiples agresiones. Incluso, el conocidísimo cantante Residente Calle 13, en una de sus más recientes canciones utiliza el trato de Ríos hacia las mujeres como símil de violencia. Así, entonces, Ríos permanece en el imaginario colectivo como símbolo del machismo no sólo boricua, sino latino. Ríos y sus asesores debieron ser más responsables y atender el asunto con más seriedad. Según ellos, él ha “mejorado” su vida privada. Eso no lo podemos saber. No obstante, el tema de la violencia de género es asunto público, y Ríos una figura pública. Para merecer la confianza del público, debió hacer una muestra visible de compromiso genuino con la erradicación de la violencia de género. Sin haber utilizado el estribillo “Prohibido Olvidar”, muchas personas hemos recordado. Ha trascendido de ser un problema de las mujeres contra un hombre, pues muchísimos hombres se han expresado e incluso han firmado la petición que se ha circulado criticando la selección de Ríos. Como diría Verónica Rivera Torres, no es cuestión de perdonar. Nadie tiene nada personal contra Osvaldo Ríos. Nadie se ha metido en su vida privada. Nadie ha saboteado su trabajo. Simplemente, muchas personas sentimos que en el foro público, Ríos no nos representa. La memoria selectiva es nociva: nos lleva a repetir errores. Mientras se siga utilizando el estribillo “Prohibido Olvidar” para puntualizar las luchas legítimas contra la injusticia, es inaceptable aplicarle a la violencia de género una doble vara, pretendiendo que olvidemos.