La lucha estudiantil estadounidense no es cosa de pavos.
Sí, las festividades de Acción de Gracias proponen en los Estados Unidos un periodo de compartir sin importar las diferencias socioculturales, raciales y sociopolíticas, ya que se supone que represente algún primer momento en que los blancos y los indígenas se sentaron en tregua a comer en una mesa. Irónicamente, en estos tiempos, hay varias luchas estudiantiles en ese país que buscan que ese espíritu de integración e igualdad cobre la actualidad que necesita y no se quede en una mera tradición cultural y comercial.
Para muestra un botón basta, aun cuando esté ese botón entre casinos y vicios. Al igual que muchísimas otras instituciones en Estados Unidos, la Universidad de Nevada en Las Vegas (UNLV) no es muy conocida por sus protestas estudiantiles masivas. Sí, tienen equipos deportivos chéveres, una escuela de medicina muy decente y la locura que es la ciudad de Las Vegas va en su patio de atrás, pero eso de estudiantes protestando por sus derechos casi ni existía…hasta hace poco.
El martes 17 de noviembre, para ser más precisos, más de 200 estudiantes estuvieron seis horas en un fogoso intercambio con miembros de la administración universitaria, disparando reclamos de mejoras a servicios para las minorías, como un centro multicultural y más profesores negros. Fue un evento extraño, debido a la pobre cultura de protesta estudiantil que hay en la UNLV, aun cuando la base sub-graduada del estudiantado de esta institución aparece como una de las más diversas de los Estados Unidos, según la publicación de análisis y revista emérita U.S. News & World Report. Estudiantes, en su mayoría de ascendencia africana-americana y latinoamericana, se unieron para pedir que se atiendan problemas de déficit de diversidad que creen comunes en toda la nación estadounidense.
“Se puede decir que hacía tiempo que debía suceder”, le dijo el activista Thomas Rodríguez al portal del diario Las Vegas Review Journal.
El clamor de los estudiantes de la UNLV es apenas un guineo de los racimos de protestas que han florecido durante el pasado mes. Desde principio de mes se vive una combustión universitaria en los Estados Unidos, que no muchas veces se ve. Y todo ha sido vía efecto de dominó, gracias a ese gran catalítico conocido como la Universidad de Misuri. Veamos.
Un gatillo llamado ‘Mizzou’ y ese 9 de noviembre
Según el periódico Los Angeles Times, del 9 de noviembre de 2015 hasta ahora, más de un centenar de universidades alrededor de Estados Unidos han visto en sus campos protestas a favor de la diversidad y en búsqueda de un mejor trato a las minorías.
¿Qué pasó ese 9 de noviembre que le dio a entender al movimiento estudiantil estadounidense que las protestas en las universidades funcionan y no es una mera nostalgia de activismo de derechos civiles de casi siete décadas atrás? Ese día, el presidente de la Universidad de Misuri, Tim Wolfe, y el canciller R. Bowen Loftin, administrador del campus principal de la institución en la ciudad de Columbia, renunciaron tras días de masivas protestas por sucesos racistas en ese centro de educación superior.
El movimiento Concerned Student 1-9-5-0 lideró las protestas que culminaron en la renuncia del presidente Wolfe:
Fue la culminación de un amplio debate promovido en esa institución por estudiantes de ascendencia africana-americana, sobre todo por una organización muy particular que lleva el nombre de Concerned Student 1-9-5-0 (Estudiante Preocupado 1-9-5-0), nombrado por el año en que nueve estudiantes negros entraron a la Universidad de Misuri (1950), la primera vez en la historia de ese campus universitario en que se vencía la segregación. Recordemos que esto ocurrió en Misuri, un bastión confederado sureño de la Guerra Civil de siglo XIX, un estado donde la tensión racial sigue de protagonista fiel, tal y como lo han mostrado los conflictos de los pasados dos años tras el asesinato de Mike Brown en Ferguson. En esta ocasión, esa tensión racial llegó a la universidad lo que ha desencadenado un efecto de dominó a través del mundo colegial que no se veía quizás desde los tiempos de Martin Luther King, jr.
Sépase que también esto carga un sabor a aquellas luchas de derechos civiles de la década de los 1950’s y 1960’s, especialmente con el historial de simbolismo racista que carga esta institución. La ristra más reciente de sucesos comenzó en septiembre pasado, cuando el presidente de la Asociación de Estudiantes de Misuri, Payton Head, denunciara en Facebook que había sido víctima de distintos ataques con epítetos racistas. El 10 de octubre, la tensión escaló cuando miembros de Concerned Student 1-9-5-0 y la Legión de Colegiales Negros realizaron una protesta en el Desfile de Bienvenida de la institución, que finalizó con el uso de fuerza para remover estudiantes y su buena dosis de gas pimienta. Ese día, los coros de protesta de los jóvenes negros fueron ahogados por estudiantes y público en general que gritaban “M-I-Z-Z-O-U”, en alusión al mote de “Mizzou”, apodo para acortar el nombre de Misuri con el que los alumnos tradicionalmente se han referido a la institución. Los ánimos de confrontación racial se caldearon. “Esos gritos muestran que, aun en 2015, mucha gente no nos considera parte de la comunidad y eso es lo más que nos ha dolido”, dijo la Legión de Colegiales Negros en declaraciones escritas posterior a los incidentes. El estiércol, literalmente, estaba a punto de chocar con el abanico.
El 24 de octubre, apenas tres días después de que el movimiento Concerned Student 1-9-5-0 emitiera un manifesto de ocho exigencias, que incluía un aumento en el número de miembros de la facultad y profesores negros y la renuncia del presidente Wolfe, una suástica pintada con heces fecales apareció en una pared de un baño de una de las residencias del campus. Cabe destacar que este es el más reciente incidente de vandalismo racista en “Mizzou”. En esta década (2010), dos estudiantes lanzaron bolas de algodón frente al Centro de Cultura Negra del campus durante la última semana de febrero, Mes de la Historia Negra en Estados Unidos, mientras que grafiti y flyers de corte racista aparecieron en los dormitorios en 2011 y 2012.
Posterior al suceso de la suástica, la organización Concerned Student 1-9-5-0 se reunió con Wolfe, quién no aceptó ninguna de sus exigencias. Entonces, se realizó una técnica de desobediencia civil que le puso los huevos a peso a la administración académica: el 2 de noviembre, Johnathan Butler, líder de Concerned Student 1-9-5-0, anunció que entraba en huelga de hambre hasta que Wolfe renunciase o fuese destituido de su puesto. Los estudiantes montaron un campamento de protesta dentro del campus, desconcertando a las autoridades universitarias y ganando poco a poco el respaldo del alumnado. Los jugadores de ascendencia africana-americana del prestigioso equipo de fútbol americano de “Mizzou” se unieron a la lucha, rehusándose a jugar hasta que no se fuese Wolfe.
Estudiantes de acendencia africana americana que juegan para el equipo de fútbol americano de “Mizzou” rehusaron salir a jugar hasta que el presidente de la institución no fuese removido de su puesto:
El atribulado presidente también recibía regaños de parte de la legislatura estatal, esta vez por su comportamiento en tiempos de recortes educativos federales. Su inversión en un campo de golf para el equipo de este deporte de la NCAA fue fiesta para la minoría demócrata. Una investigación de la mayoría republicana, impulsada mediante el Comité Interino de la Santidad de la Vida de Senado de Misuri, dio fin a 20 y pico de años de relación laboral con las clínicas de planificación familiar Planned Parenthood, propulsó la cancelación de 10 contratos en cinco ciudades del estado y dejó sin taller al grueso de los estudiantes obstetras y ginecólogos de las escuelas de medicina. En pleno ojo del huracán y con la huelga de hambre de Butler en su séptimo día, renunció Wolf, seguido por el canciller Loftin, en aquel 9 de noviembre que mencionamos hace un ratito.
O sea, la presión funcionó, el que protestó ganó, al menos una batalla. El debate trajo consecuencias, pasó algo. Incluso, tres días después de las renuncias fue nombrado como presidente interino de la institución del veterano administrador de ascendencia africana-americana, Michael Middleton, quien según Prensa Asociada trabajaba junto a Loftin en un plan de inclusión y diversidad para la universidad. Misuri, estado donde este ecléctico debate va crudo como las protestas de hace unos meses en Ferguson, propagado como el hashtag de #blacklivesmatter, y con más odio que unas declaraciones del Ku Klux Klan, vio sus cimientos universitarios sacudidos.
“En ese sentido, más que las razones de ser de las protestas, pues evidentemente hay un discurso de racialización en la universidad y en todo lo que históricamente es el estado Misuri, la perspectiva va enfocada en abrir el debate y discutirlo en el ambiente indicado, y mostrar un diálogo mucho más extenso al que puede presentar una corte”, le indicó a Diálogo el profesor de política internacional del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico, José Rivera.
El estudioso puntualizó que hay que ubicarse “en el contexto preciso de que en los Estados Unidos todavía las relaciones raciales tienen un elemento de tensión que nunca se resolvió, ni en la los sesenta con el movimiento de derechos civiles, ni con el Acta de Derechos Civiles tampoco”.
“El Acta de Derechos Civiles lo único que hizo fue dar un marco de derecho que registra como se proscribe la discriminación, pero fundamentalmente no propuso el diálogo interracial en los Estados Unidos a favor de la integración. En todo caso, este sentido de integración se da a ‘pesar de’, en vez de ‘gracias a’. Hay que recordar que ya en esa época Estados Unidos se está moviendo a ser una sociedad multirracial y multicultural, gracias al componente migrante”, acotó el profesor Rivera.
Se riega el espíritu delucha estudiantil
La indetenible ola de desarrollo de esta sociedad multirracial y multicultural que son los Estados Unidos ayudó a que el sentimiento de los estudiantes en la Universidad de Misuri se regara como pólvora por todo el país. En el Claremont McKenna College (CMC), una exclusiva escuela de arte californiana, su decana de estudiantes renunció luego de que los estudiantes protestaran por sus comentarios de que una estudiante latina “no llenaban el molde de CMC”. Otra institución especializada en artes liberales en ese mismo estado, el Occidental College de Los Angeles, vio manifestaciones de estudiantes que proponen un plan para la creación de una cátedra de estudios sobre historia negra. Las redes sociales han sido también un importante campo de batalla, como lo han demostrado las páginas oficiales y las cuentas de Facebook de universidades como la Harvard de Massachusetts; la Brown University, de Providence, Rhode Island; y la neoyorquina Columbia. Mientras, en Ithaca College, en el norte del estado de Nueva York, piden que renuncie el presidente de la institución, y en el frío Connecticut, el presidente de la prestigiosa Universidad de Yale, Peter Salovey, anunció varios pasos a seguir, incluyendo el nombramiento de un “decano de diversidad”.
“También tienes el ejemplo de Princeton, donde la semana pasada se realizaron varias protestas pues los estudiantes buscan que la institución le quite el nombre del presidente Woodrow Wilson a algunos edificios. Para los que no recuerdan, Wilson fue un presidente que promovió la segregación a nivel federal, y ahora, con este nuevo movimiento estudiantil que arropa a Estados Unidos, los estudiantes han sido bastante vocal al respecto”, interpuso durante una conversación con Diálogo el profesor de historia contemporánea de Estados Unidos, Manuel Rodríguez.
Las protestas en Princeton tienen que ver con el legado racista del expresidente Woodrow Wilson:
Rodríguez cree que mucho de lo que sucede en estos momentos con los movimientos estudiantiles trasciende las luchas de universitarios de la década del 1960. “Va más allá del contexto de la nostalgia que presentan los sucesos de los sesenta, y hasta entiendo que pudiera tener resultados contundentes en el futuro de la sociedad estadounidense”, afirmó.
“Es un buen momento para poner en perspectiva lo que ha sido el movimiento estudiantil en Estados Unidos y lo que es en estos momentos, y cómo debe ir a la par con el resto de las problemáticas de la sociedad en general”, acotó Rodríguez.
A eso vamos. Ya la introducción y el contexto han sido establecidos y en la próxima parte de nuestro análisis veremos donde los estudiosos ubican esta efervescencia de lucha estudiantil con otros movimientos productos de sucesos recientes de lucha sociopolítica y racial, como el Occupy Wall Street y Ferguson. Además, le damos una mirada al rol de los latinos en las luchas universitarias de Estados Unidos y le echamos un ojito a Puerto Rico y el resto de América Latina. Buen provecho con el pavo y dé gracias… dé gracias por las luchas de los estudiantes, que sabrá Dios dónde estaríamos sin ellas.