En el fin de semana, se me dio la oportunidad de ir al cine a ver la nueva entrega del filme clásico Carrie. Aunque no he visto la original, no se trata de una comparativa entre películas y creadores, ya que mis conclusiones se alejan de lo que sería una reseña.
Llegué a Carrie por sus cortos y no por la sinopsis, la cual trata sobre una joven introvertida que posee poderes psíquicos que salen a la luz al ella desatar su ira. En ningún momento previo a la hora y 40 minutos que dura la película me hubiese imaginado que estaría viendo un retrato, con los elementos de fantasía que permite el cine claro está, de Puerto Rico en pantalla grande.
Al echar a un lado la fantasía cinematográfica, tomemos como ejemplo una niña o niño X de cualquier nivel académico, pero para asemejarlo más a la película, de escuela superior.
En vez de leer lo que todos los estudiantes leen, nuestro estudiante X lee libros de magia y de autores que nadie conoce. Estudiante X no es muy hábil en la clase de Educación Física, por eso no participa. Conoce sus limitaciones y no quiere “estorbar”. Además, no acostumbra salir con amistades porque le llama más atención pasar esas horas en la biblioteca o, peor aún, no sale porque sus padres no se lo permiten (como es el caso de Carrie White).
El caso de estudiante Estudiante X (o Carrie), es el modelo del que sufre de acoso por sus compañeros de clase porque ser considerado diferente. En la vida real, estos niños recurren al suicidio o a eliminar a sus opresores.
En la película, que ocupa el segundo puesto de las más vistas en Puerto Rico actualmente en cartelera, la protagonista decide matar a sus compañeros como única solución a las mofas constantes que ha sufrido por parte de ellos.
Esto ha pasado en la vida real y lo hemos visto en las noticias, como el ejemplo de la masacre de Newton el año pasado, o un poco más atrás en el tiempo en la masacre de Columbine (1999). A ambos eventos se le atribuye el acoso, o “bullying” como motivo.
Según las estadísticas de la psicóloga clínica Maribel González en “Bullying in Puerto Rico: A Descriptive Study”, la mayor cantidad de abusos reportados son verbales (14 porciento las niñas y 16 porciento los varones), por rumores y la exclusión (12 porciento en niñas y 8 porciento en niños). A menor escala, también se reportaron abusos por raza, sexualidad, físicos, cibernéticos, entre otros. El porcentaje aumentaría si fuera posible contabilizar los casos no reportados.
El otro lado de Carrie White pertinente para Puerto Rico le corresponde al factor religiosos y su empleo excesivo en el cuadro familiar. Las líneas del personaje de la mamá de Carrie, Margaret White, se limitaban a pasajes bíblicos en su totalidad hasta el punto del cansancio. Las personas en sala no tuvieron más remedio que reírse por lo absurda que sonaba, al menos esa fue una de las explicaciones que escuché.
¿Por qué era absurdo hablar de y sobre la Biblia constantemente? ¿A caso eso no es lo que ocurre en Puerto Rico cuyo bagaje histórico es altamente religioso? Más aún cuando las controversias en este país se han prolongado debido a la participación de grupos religiosos.
La marcha al Capitolio del pasado febrero es la imagen más impactante hasta el momento ya que cientos de miles de personas se dieron cita para vetar el Proyecto de la Cámara 488 que pretendía extender la protección de la Ley 54 a parejas del mismo sexo.
Ese día no fue considerado como algo absurdo. Era lógico luchar (y esa lucha continúa) contra los derechos de los seres humanos. Era lógico utilizar la palabra de Dios en contra de otro ser. Sin embargo, en la sala de cine, desde una perspectiva de espectador y no actuante, los puertorriqueños lo encontraban gracioso y absurdo.
¿Por qué reían si en esa película estaban viendo un retrato de las acciones de nuestro país? ¿Margaret White no representa al puertorriqueño cristiano, que todo lo resuelve con Biblia en mano o predicando en las escalinatas del Capitolio?
La marcha de febrero es solo un ejemplo a gran escala, porque esto ocurre en nuestro día a día, solo toma entrar a la página de Facebook de grupos como Puerto Rico por la Familia y deleitarse con el odio repartido como gandules en época navideña. Un escrito publicado en Díalogo sobre ese grupo en particular, refleja un poco a lo que me refiero.
Este pensamiento me lleva a pensar en la frase popular en todo foro: “el puertorriqueño lo critica todo”. Pero, ¿qué pasa cuando lo que criticamos en otros es exactamente lo que hacemos nosotros?
Carrie y su madre Margaret son solo ejemplos y tal vez solo yo veo el filme de esta manera como una forma de cuestionarme las conductas que me rodean. Quizás ofenda por la comparación, que en realidad no es el punto. No obstante, procuro pedir misericordia en sus deseos hacia mi ya que al salir de la sala a eso de la medianoche, me topé con un gato negro en la carretera y la iglesia cerca de mi casa completamente llena. Así que, de alguna manera, ya una fuerza más poderosa se encargó de enviarme un mensaje.