We’ve had a string of embezzlers, frauds, liars and lunatics making a string of catastrophic decisions. This is plain fact. But who elected them? It was YOU! You who appointed these people! You who gave them the power to make your decisions for you! You could’ve stopped them. All you had to say was “NO.” You have no spine. You have no pride. You are no longer an asset to the company. V (V For Vendetta) Quiero hacer una pregunta. ¿El mensaje del presidente de la UPR, José Ramón de la Torre, transmitido el pasado 26 de mayo, fue grabado al inicio de la huelga? Me pregunto, ya que aparenta estar bastante atrás en la situación. Desde mi casa, me río y quedo en total incredulidad, mientras pienso en lo que dijo, en sus exigencias y en la manera en que señaló a los estudiantes como los culpables; como un niño que no se atreve a admitir que hizo mal y mantiene su dedo extendido a su amigo o hermano. Me río también al pensar que él espera que el pueblo entienda que “algo” se ha resuelto, que los estudiantes han sido “complacidos”. Pero esto a la vez también presenta mi miedo ante la situación de la huelga. Me sorprende que hayan personas al otro lado del televisor que después de concluir el mensaje piensen: “bueno, vamos a ver si ahora los estudiantes ceden. Ya se les dio lo que querían”. Según de la Torre, los estudiantes han cambiado sus “listas de peticiones”, pero al ser enumeradas, son las mismas peticiones que todos conocemos desde el principio. Pero, ¿las conocemos de verdad o las conocemos algunos? He aquí el problema: la indiferencia. Escribo aquí como un estudiante que ha visto que se ha trabajado demasiado como para que ahora el movimiento estudiantil caiga por pura ignorancia. Como un ser apático e indiferente, nunca vi esperanza en el paro, mucho menos en la huelga. Me quedaba en la Avenida Ponce de León con mi cámara esperando que ocurriera la caída. Veía a la Policía con sus macanas; los estudiantes en el otro lado del portón principal; y la gente en la avenida indecisa entre dónde ubicarse, si en el lado de los estudiantes, o en el otro lado de la carretera mirando. Llegaba a la avenida y regresaba a mi apartamento pensando que todo acabaría siendo el cliché de toda huelga; que en algún momento los estudiantes bajarían la intensidad y todo volvería a la normalidad, como ocurre muy a menudo. También pensé lo mismo que pensaban otras personas que escuchaban a mi alrededor la asamblea donde se decidió hacer el paro: que todo era una excusa para continuar el “party” de las justas. Pero por lo que he visto, he estado tan equivocado desde el principio que escribo esto con cierta vergüenza. Mi punto es que de ser la persona más desinformada y desligada de toda noticia que conocía, ahora me encuentro preocupado por el movimiento estudiantil de mi Universidad. Me preocupo porque, después de mi cambio de pensar y sentir, el movimiento estudiantil podría decaer por culpa de una administración injusta, de un gobierno irresponsable y de personas que comparten mi viejo pensamiento. No tengo que mencionar lo que leo en la red social de Facebook día tras día. Mensajes invitando a la playa y a plaza no molestan tanto como mensajes que directamente atacan al movimiento estudiantil. Estudiantes y personas acusan a los alumnos de ser “revoltosos”, palabra que curiosamente Carlos Romero Barceló utilizó en su mensaje más reciente (¿quién es el más maduro del asunto?). Los estudiantes huelguistas son acusados de retener el semestre y de privar a los demás estudiantes de una educación. A este “sobrante” del estudiantado le llaman “La Mayoría Silente”, cuando lo único factible de su denominación es su apellido. Lo que existe verdaderamente es una “Mayoría Indiferente”, seres que, como yo en un momento, nunca le encontraron el sentido a la huelga y por mantener su visión en el presente no dejan espacio para lo que puede ocurrir a largo plazo. Son los que quieren tomar clases, quieren una educación, pero al ver que su rutina se ve afectada por personas que quieren hacer algo por lo que puede afectarnos como universitarios, deciden no lidiar con problemas tangibles fuera de su control. Es la conformidad hecha realidad. Es la generación que prefiere hacer grupos de Facebook celebrando un temblor de tierra en Puerto Rico que investigar el por qué de este fenómeno. Ni siquiera los videos de la Policía abusando a compañeros universitarios, gente que vemos por la universidad o que hasta hemos tomado clases con ellos, cambia la mentalidad unidireccional de estos seres extraños. Es en estos momentos donde me pregunto si soy el único que veo que el estudiante en el hotel Sheraton recibió al menos tres choques eléctricos de más, sin incluir macanazos y patadas innecesarias. Me pregunto: ¿nadie más ve como una amenaza las palabras del presidente de la Torre? ¿En qué momento la palabra “propuestas” pasó a significar “exigencias”? El estudiante Arturo Ríos Escribano, compañero estudiante de la UPR recinto de Río Piedras, piensa lo mismo: “Eso es una amenaza clarísima, es una amenaza clara y una forma de intimidación adicional a la que los estudiantes ya hemos recibido. Es como decir que si no logramos acuerdos para el viernes, él no sabe lo que pueda pasar”. Pero él es uno cuyos ojos ya están abiertos, ¿dónde están los demás? ¿Dónde están los otros que claramente también serán afectados por los cambios que la administración quiere hacer? ¿Dónde están a los que no les importa lo que ocurra? Al que está al otro lado de la computadora, sentado cómodamente en su silla, escribiendo el próximo chiste contra los estudiantes huelguistas, le pregunto: ¿Te sientes bien al ver que tus compañeros luchan y son atacados sicológicamente y físicamente mientras criticas sus acciones? ¿Sabías que nosotros hoy día tenemos el derecho a la libre expresión y tenemos una universidad precisamente porque algunos decidieron irse en contra de las reglas? Le debemos la educación a la gente que ha tomado la misma iniciativa que los estudiantes de la UPR han elegido. No quiero decir que el movimiento estudiantil está al mismo nivel que las revoluciones más significativas de este siglo, pero este movimiento ha logrado ganarme como estudiante preocupado por el futuro de la Universidad de Puerto Rico y, más importante, por mi futuro. Los estudiantes me callaron la boca, me hicieron repensar tanto mi ideología como mi filosofía. Espero que estas palabras no hayan llegado muy tarde (no como las palabras del presidente que llegaron un mes más tarde). Espero que otros puedan desligarse de pensamientos confusos y mostrar apoyo a la universidad que les provee una educación libre y pública. Espero que el pueblo vea la costura detrás de las palabras del presidente de la UPR. Me gustaría que el pueblo se dé cuenta de la irresponsabilidad del gobernador Luis Fortuño, persona que más que nadie tiene todo el poder de exigirle al presidente que termine con esta huelga y hable con los estudiantes (por esta razón aplaudo la manifestación en el hotel Sheraton). Espero que los estudiantes huelguistas no se den por vencido, que utilicen los medios de comunicación para contrarrestar las palabras injustas de la administración. Que todos puedan ver las cosas sin el filtro de conformidad que les ha negado brindarle el apoyo a sus compañeros que desean lo mismo que ellos: educación. No tomo el lado de ningún partido; no pido socialismo, comunismo o capitalismo; no deseo que la política del país se involucre en la huelga. Sólo deseo que la lucha no cese.