Si hay algo en lo que todos los puertorriqueños podemos coincidir, es que en este año la tradicional actividad del Día de Acción de Gracias tuvo un significado diferente a las celebraciones familiares previas. Por supuesto, esto sucede debido al paso por nuestra Isla del tan nombrado huracán María.
Y no es que las generaciones que nos precedieron no sobrevivieron a eventos atmosféricos similares. Porque muchos años antes de María, estuvieron San Ciprián y San Felipe y en ese entonces, la Isla quedó bastante maltrecha. Tal vez, es porque partimos de la noción o premisa de que nos sucedió en este momento del tiempo. En una era altamente avanzada, en donde los seres humanos estamos acostumbrados a controlar gran parte de las situaciones a las que nos enfrentamos diariamente.
Entonces, tenemos algunas preguntas: ¿Qué bendiciones tenemos que agradecer al Creador durante este 2017? ¿Cómo podemos agradecer al universo, si las secuelas todavía se ensañan; impidiendo salir a la normalidad? Estas son solo algunas de las interrogantes que podrías tener en tu mente. Hay muchas otras, que tal vez aparecerán mientras comienzas a reflexionar.
Es precisamente, cuando se realiza este ejercicio que puedes reevaluar de forma objetiva y puedes establecer un inventario de valores y prioridades que componían tu vida. Algunas de ellas, están estrechamente relacionadas al propósito que tienes como ser humano en este mundo.
Primero María se llevó el agua y la electricidad, estos dos servicios básicos son indispensables para poder subsistir. Por otra parte, se llevó muchas pertenencias, la mayor parte de ellas; artículos que te costaron gran trabajo para poder obtenerlos.
También, se llevó todas las comodidades a las que estabas acostumbrado y de las que nunca pensaste poder desprenderte (bueno, por lo menos de forma voluntaria e inmediata). Limitó de sobremanera las telecomunicaciones, las cuales causaron mucha incertidumbre e inestabilidad.
Tuviste que reconocer que en esa lucha de poder con la realidad, perdías y no te quedó más remedio que acostumbrarte a sobrevivir sin esos lujos. Ahora, en estos momentos en los que vives sin prisa, pero sin pausa; te diste cuenta de las muchas cosas que el huracán reveló y la cantidad de bienes que posees y los que también te pertenecían, de manera inadvertida.
Este impredecible evento de la naturaleza dejó al descubierto los males sociales de forma más palpable. Al contemplar los estragos realizas el inventario de forma más precisa. María te dejó la experiencia de pasar por un momento en la historia que tal vez no repetirás. Tú decides si lo vez como un proceso de aprendizaje o como un desacierto.
Notaste que la fragilidad humana es un aspecto de estar consciente a cada minuto. Que la suerte cambia y es incierta. Por eso ahora disfrutas los momentos de forma más intensa. Cada minuto cuenta, cada acción se saborea con consciencia. Ahora saludas al vecino, ese que te dio la mano en esos días posteriores al huracán.
También, percibiste que hay solidaridad con el caído, con el que está más desprovisto de techo para su seguridad. Que la comida no se le niega a nadie, y que siempre hay alimentos para compartir.
Agradeces que tienes a los tuyos, a los que tal vez dabas por sentado de que estarían ahí. Vislumbras tu poca o mucha salud como una oportunidad de realizar cambios, porque todavía hay tiempo. La simplicidad de poder observar a los niños jugar o el poder escuchar sus risas se convierte en una joya de valor incalculable. Concluimos que ya las cosas no les suceden a los demás en el planeta tierra, ahora acontecen en Puerto Rico.
Gracias a María cambiaste el pedir por lo que creíste que necesitabas, por el apreciar y agradecer lo que posees. Porque TU HUMANIDAD, esa que hoy ya no es la misma desde la fecha del 20 de septiembre de 2017; esa NO te la quitó María.