¡Habemus Papam! Sí, el puesto dejado por Joseph Ratzinger (Benedicto XVI) tras su renuncia ha sido llenado por Jorge Mario Bergoglio, quien ahora ha pasado a llamarse Francisco I. Este hombre, nacido en Argentina hace 76 años, fue ordenado en 1958 como sacerdote de la Compañía de Jesús y solamente cuatro años después se convirtió en el líder de todos los jesuitas argentinos. Además, Bertoglio presidió la Conferencia Episcopal Argentina durante dos periodos.
Ahora bien, personalmente, los jesuitas son la orden católica que más me agrada, en parte porque me crié en un colegio jesuita y porque, bajo el lema "en todo amar y servir", suelen ser hombres de gran conciencia social quienes realizan misiones en los sectores más necesitados del mundo. También puedo aceptar que el hecho de que sea latinoamericano me apela un poco, por algún sentimiento regionalista, profundamente dormido en mí.
Pero más allá de esto, la verdad es que no encuentro razones para creer que "Pancho primero" será distinto a sus últimos dos predecesores.
Sí, por supuesto que se ve más simpático que Ratzinger, pero seamos honestos, incluso una papa tiene más carisma que el ex-papa alemán que tanto se parecía al Emperador Palpatine de las Guerras de las Galaxias. Ahora bien, ahondando un poco en el pasado de Bergoglio,y sin necesidad de hacer una investigación demasiado exhaustiva, encontré algunas joyas en la biografía del nuevo Sumo Pontífice.
El recién nombrado nuevo "Vicario de Cristo" ha exhortado ya en el pasado a las comunidades religiosas y laicas a oponerse firmemente al aborto y a la eutanasia. Así mismo, aunque considera importante respetar a los individuos homosexuales, se opuso fuertemente a la reforma legislativa argentina de 2010 que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Ante esta situación, declaró en una carta a los cuatro monasterios de Buenos Aires: “Les escribo estas líneas a cada una de ustedes que están en los cuatro monasterios de Buenos Aires. El pueblo argentino deberá afrontar, en las próximas semanas, una situación cuyo resultado puede herir gravemente a la familia. Se trata del proyecto de ley sobre matrimonio de personas del mismo sexo”. Más adelante expresa: "No seamos ingenuos: no se trata de una simple lucha política; es la pretensión destructiva al plan de Dios" y luego añadió: "No se trata de un mero proyecto legislativo (éste es sólo el instrumento) sino de una "movida" del padre de la mentira que pretende confundir y engañar a los hijos de Dios". "Aquí también está la envida del Demonio, por la que entró el pecado en el mundo, que arteramente pretende destruir la imagen de Dios: hombre y mujer que reciben el mandato de crecer, multiplicarse y dominar la tierra", dice también la correspondencia.
Según Bergoglio, esta movida legislativa afectaba a los niños y a la familia y lo explica diciendo que: “está en juego la identidad y la supervivencia de la familia: papá, mamá e hijos. Está en juego la vida de tantos niños que serán discriminados de antemano privándolos de la maduración humana que Dios quiso se diera con un padre y una madre. Está en juego un rechazo frontal a la ley de Dios, grabada además en nuestros corazones”.
Pero aún peor que esta postura conservadora, típica de los altos puestos de la Iglesia Católica, están las alarmantes acusaciones en su contra que lo unen con la dictadura de derecha de Jorge Rafael Videla. En 2010, dos supervivientes de la "guerra sucia" de la dictadura militar denunciaron que el entonces Cardenal colaboró con el gobierno de facto, al delatar a dos de sus subordinados jesuitas (Francisco Jalics y Orlando Yorio), quienes predicaban en la "Villa Miseria" junto a otros jesuitas salvadoreños. Estos dos hombres fueron secuestrados por los militares, junto a otros catequistas, por practicar la llamada "opción por los pobres" (una praxis católica que defiende que la manera de ser fiel al evangelio de Cristo es luchar por los desposeídos y necesitados).
Si ya era preocupante las afiliaciones de Ratzinger con las Juventudes Hitlerianas, el recién nombrado Francisco I no está exento de lazos nefastos en su pasado. Muchos católicos celebran que el día de hoy su Iglesia tiene un nuevo hombre como líder. Personalmente, considero que es triste que una vez más se haya elegido a un hombre con una mentalidad retrógrada en relación a temas como el aborto, la eutanasia y la homosexualidad.
Pienso además que es nefasto que se haya elegido a una persona con posibles nexos con una dictadura militar, que nunca se opuso a la misma. Asimismo, creo que el que se haya nombrado Papa a alguien que presidió la Conferencia Episcopal de un país en el que hay más de ochocientos casos de pedofilia sin resolver, no es motivo de júbilo. Pero, los católicos piensan que es Dios quien escoge a su líder, a través del Espíritu Santo quien guía al cónclave, por lo que, ¿quién soy yo para llevarle la contraria?
El autor es periodista.