Un taller de composición de canciones consigue mejorar la autoestima de personas sin hogar, algunas de las cuales están consiguiendo rehacer su vida.
A raíz de esta iniciativa que el cantautor Rafa Sánchez puso en marcha hace más de dos años, se ha editado un disco: 'Ni genios ni artista', cuyos beneficios irán íntegramente destinados a proyectos de este tipo de RAIS Fundación.
Sus protagonistas consideran que el disco es lo de menos, "se deteriorará, se olvidará… pero los vínculos que hemos establecido entre nosotros permanecerán para siempre".
Toño es muy lúcido. Siempre capaz de encontrar una reflexión para ofrecer sobre la situación actual por la que atraviesa España. Le preocupa que la crisis esté golpeando a los más desfavorecidos. “Mira”, señala a un contenedor de ropa mientras caminamos hacia su casa, “aquí ha estado una persona durmiendo más de un mes. Al lado de una parroquia. Lo sé porque yo todas las noches me asomaba a ver si estaba bien”.
Colabora con la Fundación Toda Ayuda y da clases de comprensión a un joven de 15 años que tiene el síndrome de Asperger. Sabe como hacerlo porque su exmujer tenía una academia en la que se daba clases a niños y jóvenes con todo tipo de problemas en el aprendizaje, “yo le ayudaba de vez en cuando”.
Rezuma felicidad cuando habla de María del Pilar, su actual pareja. La conoció no hace mucho, pero esta colombiana que derrocha optimismo a raudales, en poco tiempo ha conseguido aportar mucha luz a su vida, como él mismo indica. Están de mudanza a un nuevo hogar en el que van a comenzar juntos una nueva vida.
Toño y su actual pareja María del Pilar. (Periodismo Humano)
Tras 20 años de matrimonio con su primera mujer y con una vida cómoda en la que no le faltaba de nada, un nubarrón negro se cernió sobre la existencia de Toño. Incapaz de superar anímicamente su divorcio, que le afectó hasta el punto de no poder sacar adelante la pequeña empresa que llevaba como informático y que él mismo había creado, en un periodo de un año, se vio sin nada y viviendo en la calle. “Jamás olvidaré la primera noche que dormí en la calle. Ha sido lo peor que me ha pasado en la vida”.
A pesar de la mano que algunos amigos y familiares trataron de tenderle al principio, Toño fue poco a poco entrando en una espiral de la que le fue cada vez más difícil salir. Hasta que un día, con los últimos 50 euros que le quedaban en el bolsillo, se montó en un autobús desde Hellín (Albacete), pueblo al que pertenece, en dirección Madrid. “Estaba tan desorientado que llegué a la estación y me monté en el primer autobús que encontré. No sabía ni cuál era su destino. No me fui, huí”, comenta. Era un 26 de julio de 2011, lo recuerda con precisión. Pero no tomó consciencia de lo que significaba ser una persona sin hogar hasta un mes más tarde, cuando se descubrió a sí mismo preguntando a otras personas que compartían con él las noches en la Plaza Mayor, cómo había que resguardarse del frío.
“Yo veía mi vida como si fuera una película. Como si no me estuviera sucediendo a mí”. “Me di cuenta”, prosigue, “que en 50 años de vida, no había aprendido nada. Que mi experiencia previa no era aplicable para salir de la situación a la que me enfrentaba”. Y a pesar de haber llegado a pensar que su vida no servía para nada e incluso pasar por su cabeza seriamente la idea de acabar con ella, Toño consiguió “resetearla” de nuevo.
Toño, Amparo y Mariano cantando en el taller de Fábrica de canciones. (Periodismo Humano)
En ese resurgir tuvo mucho que ver el cantautor Rafa Sánchez a quien Toño conoció en el Rincón del encuentro, a los dos meses de su llegada a Madrid. “Rafa me contó que estaba haciendo un taller sobre composición de canciones, que me uniera al grupo. Pero a mí me daba mucha pereza”. Al final la insistencia de Rafa consiguió convencerlo. “Acabó gustándome, porque era algo distinto” (…) “Estaba en un momento de mi vida en el que había perdido hasta la capacidad de tararear una canción. No me quedaba espacio para cantar, ni para sonreír… el corazón se me había vuelto de piedra. El taller devolvió la música a mi vida”.
En la vida de Oliver la música es algo intrínseco debido a su origen africano. Nació en Guinea Bissau y desde los tres años hasta los 22, vivió en Senegal. Por eso cuando le ofrecieron la posibilidad de participar en un taller sobre composición de canciones, le gustó la idea. “No puedo expresar con palabras lo que ha hecho el taller y Rafa de mí. Decirle gracias a Rafa no es suficiente, sólo deseo tenerlo siempre cerca”, comenta.
Con 22 años, Oliver decide venir de Senegal a España. Lo hizo en patera. Diez días a mar abierto. Llegó con una mano delante y otra detrás y con la intención de encontrar trabajo lo antes posible para poder ayudar a su madre y sus hermanos. “Cuando lo recuerdo siento miedo. Si lo hubiera pensado bien, no me hubiera atrevido a hacerlo”. A su madre no se lo contó hasta que no estuvo en tierra firme. De eso hace ya 5 años.
Durante este tiempo la vida de Oliver en España ha sido dura. “Como no tengo los papeles en regla, no me ha resultado nada fácil encontrar trabajo”. Los cuatro primeros años de estancia los pasó en casa de un amigo de su familia, también de Guinea Bissau. Con él y sus tres hijos. “Me dio una habitación para mí sólo y comida. Jamás me pidió nada a cambio”. El año pasado la vida les dio un giro inesperado y el amigo de Oliver perdió la casa por desahucio. El primer mes de que esto sucediera se fue a casa de otro amigo boliviano, pero Oliver se sentía mal por no poder aportar nada y decidió marcharse a buscarse la vida. Acabó durmiendo en albergues para personas sin hogar. Oliver cuenta su historia sin adornos y sin caer en la autocompasión. Siendo muy consciente de que la vida es por momentos dura -más para unos, que para otros- y que de nada sirve agachar la cabeza, sino que más bien es necesario tirar hacia adelante.
Actualmente trabaja por las tardes cuidando a un anciano y sigue haciendo cursos, por ejemplo de español, para mejorar su gramática y que eso le permita desenvolverse bien en cualquier empleo. “Mi padre siempre nos ha enseñado a mí y a mis hermanos que tenemos que estudiar para estar más preparados en la vida”.
La vida de Toño Batres -apellido ‘artístico’- y de Oliver Campa confluyen, junto con la de Amparo Roldán, Mariano Álvarez y Rocío Montero -cuyo nexo de unión es ser personas que viven o han vivido en algún momento concreto en la calle- hace algo más de dos años, en un pequeño local de Madrid perteneciente a RAIS Fundación, en el taller de composición de canciones que puso en marcha Rafa Sánchez. Un taller que surge de la pregunta interna que el propio Rafa se hace a sí mismo: ¿qué hay detrás de las personas sin hogar?
Rafa, Oliver y Toño sobre el escenario durante la presentación del disco ‘Ni genios ni artistas’ en el Teatro Lara. (Periodismo Humano)
“Coincidí en un viaje con Fernando Vidal, presidente de RAIS Fundación, y le propuse un taller en el que incorporar al proceso creativo de la composición de canciones a personas sin hogar”. Así es como surge Fábrica de canciones.
“Una cosa generalizada para lo que creo que les ha servido el taller a todas las personas que han pasado por él [entre unas 40 y 50] ha sido poder encontrar una mirada más amable hacia sí mismos. El proceso de la creación ha desencadenado, para sorpresa de quienes han participado en el taller, en descubrir que sus emociones, en un contexto favorable, pueden convertirlas en arte. Y ésto, está muy en la línea del trabajo de RAIS Fundación que trata de poner el acento en la potencialidad de la persona desde una mirada horizontal”.
Fábrica de canciones comienza como una aventura a ciegas. “Al principio propuse unas dinámicas capaces de generar un buen clima para que se fueran abriendo”. Posteriormente Rafa se dio cuenta de que el proceso era mucho más sencillo. “Descubrí que la música es un poderoso medio para penetrar en el alma de las personas”. Cada martes, a partir de una melodía con la guitarra, consensúan un tema sobre el que les apetece componer. “Sobre ese tema se vuelcan sus vivencias personales a tumba abierta. El taller se trata de un espacio en el que se ha compartido mucha vida”, comenta Rafa, que continúa: “aquí nos hemos pegado unas fiestas brutales”.
Hoy el concepto sobre el que deciden componer es girar; y la lluvia de palabras que ese concepto les sugiere son hogar, amar, empezar, evolucionar, mirar… De este modo han conseguido componer 50 canciones en las que se plasman versos como “tiene escaleras el abismo”; “se puede arrancar el miedo de ti, cada paso es viento y camino”; “no me pongas una etiqueta de papel. De plomo. Dejo de ser si en la cárcel de tus ojos soy rehén”, que conforman un disco: ‘Ni genios ni artistas’, en el que han participado distintos músicos y cantantes del ámbito nacional y que está actualmente en plena promoción. La recaudación irá íntegramente destinada a otros proyectos de RAIS Fundación.
“El disco se ha creado sin ningún tipo de importancia”, comenta Amparo. “Lo que más me ha llenado del taller ha sido la parte humana. El preocuparnos todos por todos cada vez que alguien no venía al taller”. A lo que Toño añade: “hemos hecho música porque teníamos una guitarra, si hubiésemos tenido un pincel hubiéramos pintado…” Al escucharlo Rafa, comenta entre risas que él con un pincel no hubiera sido capaz de hacer nada.
“Al principio del taller decíamos ‘¿qué dice este tío?”, se sincera Toño, que continúa: “pero poco a poco se ha convertido en mi hermano, en mi amigo. Como dice Amparo: Rafa es Rafa”, comentario que a Amparo, que escucha a Toño con atención, le hace sonreír, al tiempo que la anima a tomar la palabra para añadir al respecto: “yo llevé al bar al que suelo ir el disco y lo pusieron el 31 de diciembre a las 00:00 y me puse a llorar al comentarme la gente que estaba allí, que lo que habíamos hecho era una obra de arte y preguntarme en ese momento: ¿qué hago que no estoy con ellos? [refiriéndose a sus compañeros]. Me surgió enviarle un mensaje a Toño”, Toño asiente y añade: “Se ha creado un vínculo maravilloso a través de la música. Se ha creado una familia”.
El disco lo consideran accesorio, tal y como comenta Toño: “el disco se deteriorará, se olvidará… pero los vínculos que hemos establecido entre nosotros permanecerán para siempre”.
“Para mí ha sido un punto de tranquilidad este taller”, añade Mariano. “A mí me ha servido para salir de los parques y estar un rato con personas a las que les importas y que te importan”. La vida de Mariano no ha sido, ni es, nada fácil. Veintidós años viviendo en la calle, con problemas de alcoholismo desde temprana edad.
Toño no llegó a caer en el alcohol, ni las drogas, pero es consciente de lo fácil que puede resultar llegar hacerlo cualquier persona que viva en la calle, para ser capaz de soportar la dureza que eso supone. “Yo tuve que cambiar mis valores y el taller me ayudó a conseguirlo”. Toño afirma que aun estando los primeros meses en la calle, se sentía superior a otras personas que llevaban más años que él, y por lo tanto, estaban más deterioradas a todos los niveles. “Me preguntaba: ¿qué hago yo con esta gente? Y resulta que a esa gente no le llegaba yo ni a la suela de los zapatos. A mí, que era el ‘listo’, personas como Mariano y Amparo, me han dado una lección de vida tremenda”.
Toño en el taller de Fábrica de canciones. (Periodismo Humano)
Fábrica de canciones también ha sido un aprendizaje de vida para Rafa, “el profe”, como lo llaman cariñosamente. “Si me tengo que quedar con una cosa aprendida es con hasta qué punto puede sufrir una persona, y a pesar de eso, cómo es capaz de reinventase y regenerarse. La segunda cosa que he aprendido es que salir de la calle es muy difícil. Hay que tener mucha fortaleza. Pero para que esta fortaleza se despliegue es necesario que la persona se abrace a sí misma. Se quiera. Para mí este es el gran aporte del taller, que no ofrece elementos prácticos como una casa, por ejemplo, pero sí ofrece la hermosa aportación de ser capaz de crear una mirada benevolente hacía sí mismos, además, de forma compartida”.