Coop Arigos es una cooperativa de confinados de la cárcel de Guayama, dedicados a la confección de artesanías en barro, cerámica y talla de madera que representa una alternativa de rehabilitación y una potencial fuente de empleo cuando salen a la libre comunidad. Héctor L. Quiñones Andino, quien fuera vicepresidente de Coop Arigos durante 5 años, da fe de ello. Arigos, nombre derivado de las tribus indígenas Arcaicos, Igneris y Ostiones, ha transformado positivamente la vida de Quiñones, al punto que, a casi dos años en la libre comunidad, es todo un emprendedor de filosofía cooperativista. Él defiende a brazo partido el modelo económico y lo ha denominado como “el mejor regalo que he recibido”. “Lo maravilloso que me pasó en la cárcel fue formar parte del Movimiento Cooperativo”, expresó Quiñones a Puerto Rico Cooperativista. Añadió que “en la prisión nos dieron una charla de cómo formar una corporación, pero no me convenció porque no era factible. En cambio, hacer una cooperativa era más viable porque obteníamos un porcentaje mayor de las ganancias”. Para Quiñones, “las corporaciones explotan al trabajador mientras que con las cooperativas uno puede ser su propio jefe. En las corporaciones nunca vas a tener nada tuyo”, opinó. Quiñones, artesano de barro, cuero y madera, especializado en figuras de los Reyes Magos, la Natividad y Don Quijote, indicó que el cooperativismo enseña a las personas a no ser dependientes. “Ahora que la economía está malísima, si uno tiene una mentalidad capitalista, de ganar dinero rápido, va a fracasar. Pero, si piensas en desarrollar una cooperativa de servicio, mientras más produzcas, más vas a ganar”, dijo. Es por eso que este ex confinado, a sus 40 años, continúa aumentando sus habilidades y posibilidades empresariales. Está aprendiendo a hacer velas artesanales, para lo cual se preparó leyendo libros sobre plantas medicinales y el poder de los colores. También ha incursionado en la agricultura con la siembra de gandules en el patio de su casa y planifica un nuevo negocio de mantenimiento de jardines. “El cooperativismo me enseñó a evaluar dónde estoy y qué puedo hacer para ser una persona productiva, a buscar qué necesidades tiene la comunidad donde vivo y cuáles servicios yo le puedo brindar”, expresó con gran entusiasmo el joven empresario. “Si yo hubiera sabido lo que ahora sé del cooperativismo, nunca hubiese cogido la cárcel”, sentenció. En junio de 2008, la Asamblea Legislativa de Puerto Rico enmendó el Artículo 14.0 (a) de la Ley 50 de 4 de agosto de 1994, conocida como la Ley General de Sociedades Cooperativas, para eximir el requisito que disponía que ninguna persona que hubiera sido convicta por delito grave o menos grave podía ser considerada para los puestos directivos de una cooperativa. Según la enmienda, se exime de la aplicación de ese inciso a los socios de las cooperativas de confinados siempre que un oficial debidamente autorizado por la Administración de Corrección certifique que el confinado se encuentra en un programa de la institución y demuestra claros indicios de rehabilitación para asumir el puesto. Para acceder al texto original vaya a www.prensacomunitaria.com.