Hace unas semanas la prensa informó sobre los bajos índices de retención a nivel universitario. Al analizar los datos en búsqueda de alternativas se enfoca en las características de los estudiantes. Si bien estos datos nos pueden ofrecer alguna luz sobre las razones para la deserción, debemos también mirar hacia la naturaleza del bachillerato universitario y preguntarnos si el mismo está atendiendo las necesidades de los estudiantes que dejan sus estudios, y aún más allá, si está atendiendo las realidades de hoy.
Hace unos años, un Comité del Senado Académico del Recinto Río Piedras, preocupado por el alto por ciento de universitarios que dejan sus estudios, y ante el hecho que la proporción de varones que se dan de baja es mayor que el de las féminas, realizó un grupo focal con varones que estaban en “riesgo” de darse de baja.
La conversación con estos jóvenes fue muy interesante. Eran jóvenes talentosos pero con un perfil diferente al que tradicionalmente se utiliza para construir los programas. Trabajan y tienen una diversidad de intereses, difíciles de combinar en el Recinto en los años que ellos estudiaron. El grupo focal apunta a la necesidad de atender estudiantes con perfiles diferentes al que tradicionalmente se piensa. Esto requiere repensar el modelo de universidad que ha estado enfocado en atender a jóvenes estudiantes cuando finalizan sus estudios secundarios, que se dedican como tarea principal a los estudios y que están orientados a un área de estudio en específico.
El Recinto de Río Piedras ha dado un paso en repensar su modelo de estudios con la aprobación del nuevo bachillerato. Entre otras cosas, el mismo facilita el proseguir intereses académicos variados, como el caso de uno de los jóvenes entrevistados que interesaba combinar estudios de música y ciencias. Promueve también fortalecer la consejería académica, lo cual atiende la falta de orientación. Ahora bien, todavía tenemos terreno que caminar. Sugiero dos áreas en que el bachillerato debe transformarse; una es ampliando las posibilidades interdisciplinarias, al romper con la idea de un “core” de Facultad y la segunda es ir borrando las fronteras entre la educación general y la especializada. Junto con una nueva reconceptualización del bachillerato, debemos también pensar en ampliar otras rutas además del bachillerato.
De hecho, en la sociedad del conocimiento que requiere la formación continua, cada día aumentará el número de personas que trabajan e interesan terminar sus estudios, ponerse al día en sus áreas de interés o explorar una nueva área. Para atender esta población se requieren vías mucho más flexibles entre los diferentes programas, con la educación continua, y entre la universidad y el mercado laboral.
Debemos, pues, ampliar las unidades que certifiquen estudios específicos en ciertas áreas o destrezas. Por ejemplo, un maestro, que interesa cambiar de área de especialidad, se le podría dar un certificado por una secuencia curricular en la nueva área. Ampliar así las oportunidades a personas que tienen su bachillerato, pero que por alguna razón interesan tomar cursos o secuencias en nuevas áreas, o ponerse al día en su área de estudio.
Junto con la revisión del bachillerato y la ampliación de oportunidades de certificados por secuencias curriculares o cursos, también debemos repensar las estrategias de ofrecer los estudios. Por ejemplo, debemos ampliar las experiencias de prácticas e investigación en la acción en las diversas disciplinas. Tratar de que los estudiantes que necesitan trabajar puedan conseguir trabajos asociados a sus estudios. Así la experiencia de trabajo, no sólo le ayuda en sus necesidades económicas, sino que también enriquece su desarrollo. De hecho, ya esto ocurre con algunos estudiantes; por ejemplo, los estudiantes de Ciencias Naturales, que trabajan en proyectos de investigación. Ahora bien, para los estudiantes que no tienen esta oportunidad, es necesario pensar en horarios ampliados para atender la necesidad de los que estudian y trabajan. Ampliar también las oportunidades de cursos en línea.
A la vez que cada recinto repiensa sus ofertas, como sistema se debe articular para tener mayor variedad de alternativas. No todos los estudiantes necesitan un bachillerato. Se debe pensar en programas en carreras cortas. Al variar la oferta necesitamos repensar los procesos de aprobar nuevos programas. Con la rapidez que se crean nuevas oportunidades es necesaria mayor agilidad en el proceso de crear programas nuevos. En la creación de nuevos programas podríamos tener diversas categorías: programas permanentes en los cuales se requiere mayor rigurosidad; y programas circunstanciales que se crean para una necesidad del momento con una duración específica, para los cuales debe haber vías más rápidas de aprobación. En fin, las nuevas realidades requieren que repensemos lo que estamos haciendo, mostrarle así al país la necesidad de buscar nuevas alternativas que nos ayuden a crear nuevas oportunidades tanto para los estudiantes de nuevo ingreso, como para la población adulta que interesa reeducarse o abrir alternativas para su tiempo libre.