María fue un fenómeno natural de gran magnitud que ha afectado nuestro quehacer diario. El huracán trajo las gotas finales que erosionaron el frágil modelo económico y trastocó la viabilidad a las propuestas de cambio político del país.
A raíz de este temporal, estaremos expuestos a innumerables reportes, artículos, investigaciones científicas y académicas en los próximos años. Desde el ámbito académico veremos estudios, tesis, disertaciones y escucharemos conferencias en donde se examinarán los efectos de María desde muchas ópticas y dimensiones.
Las implicaciones económicas, políticas, ambientales, legales, sociológicas, demográficas, psicológicas entre otras, abrirán una discusión amplia sobre el Puerto Rico post-María. También escucharemos teorías inauditas nunca antes expuestas en foros formales de discusión.
El huracán nos facilitó fortalecer lazos en nuestras comunidades pero nos dejó una serie de interrogantes y divisorias que podrían afectar el proceso de reconstrucción del país.
Las redes de comunicación, particularmente la Internet, reconfiguraron nuestra geografía humana. Facebook se convirtió en el medio de comunicación más importante entre los tres bloques que emergieron después del huracán; los que tuvieron comunicación disponible desde los Estados Unidos y otros países, los que se encontraron parcialmente comunicados en la zona urbana de San Juan y los incomunicados en el resto de la Isla.
Entre los se pudieron comunicar afloraron trincheras de discusión como “los que se quedaron del País” vs. “los que abandonaron el País”, “San Juan vs. el resto de la Isla”, “los de aquí” y “los de allá”, “calentamiento global” vs. “castigo de Dios”, “pro-ayuda estadounidense” vs. “pro-ayuda internacional”, “ATT vs. “Claro” y “los que tienen luz” vs. “los que no tienen luz”, entre otras.
Los argumentos y expresiones caricaturescas a favor y en contra de Ricardo Rosselló, Carmen Yulín, Donald Trump, Jennifer González, Oscar López, Ada Monzón, Héctor Pesquera, Alejandro De La Campa y hasta la misma Virgen María parecen no tener fin. La búsqueda de señal telefónica a lo largo de las carreteras se convirtió en una necesidad de primer orden para todos los puertorriqueños.
Millones de personas se han mantenido preocupados por los estragos de María en Puerto Rico y las reacciones para mitigar los daños. La diáspora ha sufrido al exponerse a las imágenes impresionantes y reportajes de noticiarios estadounidenses e internacionales sobre el huracán.
Fue el turno de Puerto Rico en la pantalla chica de CNN, FOX, ABC, NBC, CBS y otros. Nuestra isla lució como cualquier país lejano abatido por un desastre. La “Isla del Encanto” quedó retratada como un lugar pobre y desamparado en América Latina. No fue para menos la reacción inicial de cuatro millones de puertorriqueños en Estados Unidos.
De hecho, desde el 2005, la cantidad de boricuas que vive fuera de la Isla es mayor que los residentes locales por lo que cada persona en la Isla tiene un familiar o amistad cercana residiendo en “el norte”.
Durante las primeras fases de salvamento de vidas y estabilización del País ha dominado la percepción de una ayuda directa de la diáspora más agresiva y eficiente que las intervenciones gubernamentales, incluyendo la federal. La comunidad boricua que reside fuera de la Isla está demostrando su compromiso, respeto y amor por el terruño.
No hay duda que cada persona que sienta por Puerto Rico en cualquier parte del planeta es tan puertorriqueña como los que residen en la Isla. Nuestra historia, al igual que el Caribe ha sido fundida por el movimiento poblacional y la conectividad que emana entre los orígenes y destinos de los caribeños. La migración es un fenómeno natural en nuestra región. Criminalizar la decisión de trasladarse a otro lugar es sinónimo de desconocimiento de la historia y geografía antillana.
Por otra parte, las personas que vivieron el huracán y las situaciones caóticas subsiguientes se encuentran, en su mayoría, desarrollando una particularidad: resiliencia. Este es un término de la psicología que se refiere a la capacidad de los seres humanos de superar la adversidad.
Para los que vivimos el huracán, María es una huella mental que tendremos para el resto de nuestras vidas. Su impacto no hace posible que Puerto Rico regrese a la cotidianidad que vivimos antes de septiembre del 2017. Nuestra visión de mundo cambió. Muchas prácticas cotidianas serán modificadas y estaremos el resto de nuestras vidas tratando de construir una “normalidad” diferente.
En otras ocasiones, María será utilizado como argumento para justificar la precariedad que enfrentaremos en nuestros lugares de trabajo, ambientes de consumo y vida familiar. Puede que el paisaje natural regrese a su primor original pero nuestra visión de mundo quedó trastocada.
Tenemos que hacer ajustes en nuestros procesos de resiliencia. Tenemos que aceptar que las comunicaciones son tan importantes como el agua, las respuestas de contingencias de las instituciones gubernamentales son ineficientes, existe desconfianza de las esferas federales hacia Puerto Rico, la politización permea en todo momento durante una emergencia, nuestra infraestructura es un espejismo que no funciona, las fuentes energéticas hay que cambiarlas y más importante aún; a la hora de la verdad, la diáspora y los locales tenemos que trabajar como una entidad sin esperar mucho de los gobiernos locales ni federales.
Los propulsores de quimeras económicas y políticas tendrán que desarrollar otro conjunto de argumentos para un nuevo Puerto Rico. Los teoremas tradicionales esbozados para la independencia, el Estado Libre Asociado o la estadidad se fueron con los vientos del huracán.
Los principios de desarrollo basados en la sustentabilidad, seguridad alimentaria, economía verde y en el desarrollo comunitario tendrán que ser repasados como parte de una reformulación del limitado espacio puertorriqueño.
La experiencia que estamos viviendo evidencia que la reformulación hacia un nuevo país está en la base y no en los círculos tradicionales del poder político en San Juan. El cielo despejado en post-María será diferente por lo que tendremos un paisaje más claro hacia donde podemos movernos como país. Esto no es un final apocalíptico sino un nuevo juego dentro del abanico de posibilidades de desarrollo que construiremos para Puerto Rico.
La resiliencia fortalece y constituye un elemento primordial en la construcción de un mejor país. Todos aprendimos a valorar y a priorizar en nuestras vidas. Al final muchos resilientes se unirán a la diáspora y muchos en la diáspora serán resilientes.
Estamos en camino de conocer quiénes somos, quienes nos rodean, con quién podemos confiar y a quienes podemos descartar. También estamos descubriendo muchos estorbos que debemos erradicar a la mayor brevedad posible.
La historia no fue como no las contaron. Al final, veremos que hay sorpresas y decepciones en todos los niveles. El compromiso mostrado en las redes, vecinos, lugares de trabajo y en las personas que conocemos a diario en las largas filas es evidencia de los primeros retoños de resiliencia boricua. El futuro no será fácil pero es nuestro futuro.
Al igual que la migración, la resiliencia es parte del tejido de América Latina. Todos los países del hemisferio han vivido un evento que han promovido emigraciones masivas y desarrollado resiliencia. Luchas armadas, terremotos devastadores, grandes erupciones volcánicas y extensos huracanes son parte de la historia en esta parte de nuestro planeta. María nos recordó que somos y continuaremos siendo parte de América Latina.
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El autor es profesor del Departamento de Geografía en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico.