Dentro del género de horror, como en otros, hay muchos campos para trabajar. No todo es sangre y tenebrosidad, sino que también hay espacio para la filosofía y el pensamiento. Reveries of a solitary walker, dirigida por Paolo Gaudio, es un ejemplo de esto.
Esta película italiana, que se presentó en el Festival de Cine de Horror en las salas de Caribbean Cinemas en San Patricio, narra la historia inconclusa del último libro escrito por Jean Jacques Rousseau (que lleva el mismo título) de una forma muy peculiar, ya que las escenas se intercalan entre “stop-motion” y escenas a tiempo real.
El filme presenta cuatro personajes y tres historias que pareciera que no tienen nada en común. El primer personaje es Theo, un joven estudiante de filosofía, quien gracias a su infancia llena de ambivalencias vive obsesionado con los libros que no tienen finales. Luego se presenta un personaje en la época de los 1770, un escritor al borde de la locura tratando de escribir una historia con la ayuda de una especie de demonio que hace que todo lo que escribe se vuelva realidad. El escritor muere y el libro nunca es terminado.
Finalmente la trama salta a un mundo hecho en arcilla, un bosque oscuro, aparentemente encantado. En este bosque está el tercer personaje, un niño con los ojos saltones que sigue con mucha curiosidad a un viejo que está escribiendo lo que parece ser un libro de pociones. El viejo también muere antes de terminar su libro. Todos estos mundos tienen un aspecto en común, el libro inconcluso.
El filme comienza un poco lento y confuso, pero en el transcurso del mismo va tomando forma y hace al espectador especular y poner en orden todas las piezas necesarias para que esta historia tome sentido. Las herramientas que se utilizan para explicar la trama y las situaciones de vida de los personajes están llenas de ingenio y creatividad. No se limitan al uso de escenarios reales. También crean mundos hechos de papel y mezclan dibujos con la realidad y hacen el uso del “stop-motion”.
La película falla con las actuaciones, estas se ven un poco forzadas y no ayudan mucho a la credibilidad de lo que está pasando. Aun así, el uso de tantas herramientas gráficas hace que las actuaciones sean perdonables.
Este es solo un ejemplo de muchos de los filmes que se están presentando en el Festival de Cine de Horror en las salas de Caribbean Cinemas en San Patricio el cual estará hasta el 28 de octubre.