La tarde riopedrense de este jueves se pinta igual que las demás. El aire se siente pesado y ardiente. El ruido de las bocinas me acompaña mientras salgo de la Universidad con un sopor pegado en la piel, pero con ganas de trasladarme a un escenario donde los personajes principales se hagan llamar Intelecto Estimulado, Tertulia y Pasión. Con eso en mente, y con unas piernas que parecieran resistirse a cada paso, me embriago en los colores brillantes y los trazos audaces que adornan la avenida con nombre de conquistador vanidoso. Las luces que invitan de las pequeñas librerías, teatros, bares y restaurantes me hacen sentir como si estuviese atrapada dentro de la Terraza del Café de Van Gogh. Ya ha llegado la noche y con ella, el arte y la cultura prometen revivir, aunque sea fugazmente, el espíritu indomable de un Río Piedras desafiante al desgaste del tiempo. Ese día, desde la mañana, comerciantes y residentes se habían unido para, con arte y cultura, celebrar el Llamado del Titán, un festival auto gestionado en memoria de aquel viejo árbol que fue destruido durante la renovación de la Plaza de la Convalecencia el pasado año. En esta ocasión bajo el mando de la Junta Comunitaria del Casco Urbano de Río Piedras, el público riopedrense y algunos otros visitantes fueron convocados para, juntos, dar vida a un día de comparsas, exhibiciones fotográficas, charlas, documentales, conciertos y hasta escenas de stand-up comedy. Esfuerzos como éste, que tratan de mantener el pulso y dar forma a esa pequeña ciudad olvidada, imprecisa y cambiante, han sido persistentes pero no eficaces. Así, Rio Piedras, el pulpo, y sus múltiples sectores, los tentáculos, no logran la armonía a un sólo ritmo porque son muy diversas las corrientes que los seducen. El 3 de diciembre, el día del Llamado del Titán, el laberinto de calles y callejones que componen el casco urbano riopedrense estaba repleto de un público casi homogéneo. Con las irreverentes letras de Las Amebas como música de fondo y con mi fría en la mano, rozaba codos con aquellos que poco caso le hacen a los jugosos chismes de la TeVe Guía y que tanto disfrutan hablar de Nietzsche y Platón a la menor provocación. Es decir, me encontraba rodeada de los tantos que componen, o que fueron parte del mosaico universitario del país; allí no estaban representados todos los riopedrenses. “Unos han respondido, otros no, porque no les apela. A un sector como Capetillo no les hace ni bien ni mal una librería (…) [Estas iniciativas] están dirigidas a una comunidad universitaria que muchas veces no habita en Río Piedras. Tú lo que estás es buscando un público mas afín al fenómeno cultural, al fenómeno de la librerías”, expresó sobre las iniciativas culturales en Río Piedras, Alfredo Torres, dueño, desde hace quince años de la librería La Tertulia. Mientras todas estas nuevas iniciativas culturales, como el Llamado del Titán o los Jueves de Río Piedras, aclaman a aquellos con cierta sensibilidad cultural, existen otros grupos, tales como los inmigrantes de la República Dominicana y los vecinos de sectores como Buen Consejo y Capetillo que no necesariamente participan. Sin embargo, esto no significa que estén enajenados o indiferentes a los cambios culturales de Rio Piedras. “No he participado de actividades culturales, no tengo conocimiento de eso. Aquí no hay nada que nos pueda unir, ni fiestas de navidad, ni los embelecos que hace toda esa gente. Los dominicanos tienen problemas con los puertorriqueños, no hay nada de integración. Me duelen muchas cosas de las que han pasado y las que faltan por suceder”, admitió Antonio Francisco Santos, natural de la República Dominicana y quien lleva 20 años residiendo en la Isla. En un pasado no muy recóndito, las calles de Río Piedras eran reflejo de gran vitalidad urbana. En ese entonces, el caminar por la Calle Gándara o por la Calle Roble suponía un encuentro con múltiples pulperías, escuelas, farmacias, destilerías, y otros comercios, tales como los populares cines Paradise, Atenas y Modelo. A principios del Siglo XX, la ciudad era un centro importante de comunicaciones y comenzaba a poblarse con la élite intelectual del país que trajo la fundación de la Universidad de Puerto Rico en el año 1903. Sus históricas calles simulaban las venas donde el flujo de la sangre comercial y cultural daba vida a un sólo cuerpo unificado, próspero y prometedor. No obstante, aunque renuente, el 4 de junio de 1951 Río Piedras desapareció como entidad municipal para convertirse en suburbio de la capital. “A pesar de que hace más de cincuenta años que nos quitaron el título de municipio, somos riopedrenses y seguimos siendo una cultura genuina, diversa y multicultural”, señaló Julio Vallejo, miembro de la Junta Comunitaria del Casco Urbano de de Río Piedras. Fue en la década de los 70 cuando comenzó la erosión social y económica en Río Piedras. El nacimiento de Plaza las Américas, el despoblamiento de los centros urbanos por el concepto de los suburbios, los errores en la planificación, el auge de los automóviles y la llegada de inmigrantes extranjeros sin recursos, resultaron en el deterioro del espacio urbano riopedrense. “Si uno mira al Río Piedras de los 40, estaban los centros comerciales y los centros de viviendas y la Plaza del Mercado. Hoy la plaza es Plaza Las Américas, es el lugar de ver cine, el lugar de comer, (…) De hecho, el lema de Plaza Las Américas es “El Centro de Todo” y yo creo que esto es como una metáfora de lo que es el país. Por tanto, mucho de estos lugares vienen hacer lugares casi abandonados. Mucho de estos lugares hasta se han despoblado”, indicó el dueño de la librería La Tertulia en referencia a la progresiva pérdida del concepto del casco urbano como componente imprescindible de la esfera económica y social de la ciudad. Por consiguiente, mientras el censo oficial de 1950 presentaba un índice de 143,989 residentes en Río Piedras, el realizado en el año 2000 mostraba que sólo habían 8,890 habitantes. En la actualidad, los problemas en el casco urbano riopedrense continúan. La llegada del Tren Urbano en diciembre de 2004, suponía, en teoría, una manera para facilitar el movimiento de personas, reducir el uso del automóvil y propiciar un mayor flujo de personas en el casco histórico. Sin embargo, el haberse construido una estación del tren dentro del campus universitario de Río Piedras y otra en el centro urbano, es simbólico del distanciamiento, en este caso, entre la élite universitaria y el resto de la comunidad. Los profesores Daniela Rocha y Carlos Guilbe, ambos de la Universidad de Puerto Rico, realizaron para el año 2003, un censo comercial que refleja los efectos adversos de los siete años que duró la construcción del Tren Urbano, concluyendo que un 67% de los dueños de negocios ubicados en el casco histórico de Río Piedras reportaron bajas notorias en sus ventas. Ante la notable pérdida del joie de vivre riopedrense, varios grupos y organizaciones se han dado a la tarea de llevar a cabo diversas iniciativas comunitarias. Son organizaciones como el Centro de Acción Urbana, Comunitaria y Empresarial (CAUCE), fundado en el 2003 por la Universidad de Puerto Rico, las que buscan promover la interactividad y la unión entre la comunidad riopedrense y universitaria, así como la revitalización del casco urbano de la ciudad. El sociologo y director de CAUCE, Juan Giusti, aseguró que el propósito de su proyecto es crear una interactividad entre la Universidad y la comunidad de Río Piedras. “La Universidad lleva mucho tiempo “aconchada” y atribulada por su propios problemas y dificultades. Entonces, no va a ser algo que sea de la noche a la mañana, pero si hemos abierto embocadura, hemos establecido que la Universidad juega un rol importantísimo en Río Piedras’’, comunicó Guisti en alusión a la manera en que funciona la organización. Entre algunas de las iniciativas de CAUCE se encuentran los ya mencionados Jueves de Río Piedras, proyecto que busca promover un distrito cultural y gastronómico. Un típico Jueves de Río Piedras es como una puerta que se abre a un espacio alternativo donde la literatura, la música, el teatro, el comercio justo, la gastronomía y el arte conviven. En sus comienzos, este proyecto, fue completamente coordinado por la entidad, pero más tarde se dejó su organización en las manos de comerciantes y residentes. Por otro lado, a pesar de los múltiples intentos por recuperar el sitial de importancia de Río Piedras, existen otras corrientes que distancian a la ciudanía de su posible integración. Los rumores que rodean los planes de restauración de la Plaza del Mercado y que involucran una posible venta a la multinacional Wal-Mart han propiciado un clima de incertidumbre. Asimismo, las controversias y desacuerdos que ha traído la implementación del plan municipal Río 2012 han sembrado una semilla de desconfianza de los residentes y comerciantes hacia los desarrolladores del mismo. Igualmente, son muchas las cicatrices que perduran a raiz del abuso policiaco en la Avenida Universidad el pasado 21 de agosto de 2009. Finalmente, el poco o ningún apoyo gubernamental y los efectos de una guerra de tono político y objetivos personales que responden a los intereses del alcalde de San Juan, Jorge Santini, imposibilitan un verdadero renacer de la otrora ciudad universitaria. “Compartimos con [Río] 2012 la idea de que la ciudad hay que densificarla, de que no puede seguir desparramándose. El problema es, quienes son las personas que van a estar viviendo esta ciudad y de que nivel económico son’’, manifestó Giusti respecto a las incongruencias del plan Río 2012. Del mismo modo, existe descontento e incertidumbre ante un cambio de economía general en Río Piedras con la política municipal, siendo el rumor más notorio el que afirma que a los placeros no se le están renovando los contratos. “[Me imagino a Río Piedras] como la ciudad que fue cuando mi familia vivía allí, porque la de Giusti no, pero la mía si. La de mi esposa vivió un Río Piedras de escasos recursos, moderados, de clase media y alta. Cosmopolita, como debe ser. Con edificios nuevos y sin la pestilencia que me dejó Sila Calderón, que lo único bonito que hizo fue su edificio cuando se dieron cuenta que estaba remodelando Río Piedras. Un Río Piedras unido, que no sigan hablando la bobería de que hay que unir a Río Piedras, pero no la unen (…) la estoy uniendo yo,(…). Un Río Piedras vibrante, que tenga las tiendas de a peso, 20 pesos y 100 pesos”, afirmó el alcalde Jorge Santini. En fin, pareciera que las iniciativas culturales de la actualidad simulan un disfraz que oculta un rostro grotesco. La máscara de la utopía pareciera cegar a aquellos que intentan rescatar desde las raíces a una ciudad que a ratos agoniza y en instantes agita sus coloridas faldas. “Sí es posible la integración de todos los sectores en Río Piedras. Lo que sucede es que, dentro de esas relaciones, cada grupo tiene sus intereses. Lo importante es ver que esos pedazos de encuentro, donde los intereses son similares, y serán los que van a poder hacer que las cosas funcionen y se muevan hacia adelante”, expresó Joel Franqui, copropietario de la primera y única tienda de comercio justo en Puerto Rico, La Chiwinha. Sin duda alguna la noche del Llamado del Titán hubiese sido aún más cautivante si, entre el laberinto de calles de la vieja ciudad hubiera podido atisbar el caleidoscopio de gentes que la habitan, la variedad de ritmos que la mueven, los versos que la aclaman, la presencia de todos aquellos, existentes pero marginados. Ciertamente, Río Piedras pide a gritos un renacer.