A sus 72 años la líder comunitaria y defensora ambientalista Rosa Hilda Ramos continúa su activismo en contra de la contaminación en el municipio de Cataño, donde reside desde 1989, ofreciendo su ayuda a las personas que lo necesitan.
Aunque ya no trabaja con la misma intensidad que antes, se prepara para acudir a los Tribunales de Puerto Rico si la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) no paga los $3.5 millones que desde 1997 debían ser destinados para la conservación y protección de la Reserva natural Ciénaga las Cucharillas en Cataño. Esto como parte de una multa impuesta por la Agencia Federal de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) de $7 millones y una demanda civil contra la AEE por la emisión de gases tóxicos.
Estas denuncias fueron hechas por Ramos y su organización “Comunidades Unidas Contra la Contaminación”, ante la alta incidencia de casos reportados en la década de 1990 de personas con problemas respiratorios y cáncer en ese pueblo. Ramos, ganadora del premio medio ambiental Goldman en 2008, recientemente conversó con este medio sobre su relación con la naturaleza, el servicio hacia los demás y su gesta ambiental.
A continuación: El legado de Rosa Hilda en seis citas (colocadas en itálico).
Vivir en el campo marcó su vida
Mi papá fue traductor del embajador de Estados Unidos en Santo Domingo (República Dominicana) durante la Segunda Guerra Mundial. Estuvimos varios años allá. Yo nací allá, pero cuando vinimos a Puerto Rico no teníamos nada y nos fuimos a vivir a casa de un tío en San Germán. Eso me dio la oportunidad de vivir en el campo y ahí aprendí a amar la naturaleza. Me pasaba metida en las quebradas casando buruquenas, viendo los pajaritos, levantándome a las cuatro de la mañana a ordeñar las vacas, con las gallinas, los cerdos, haciendo queso y mantequilla yo misma. En el campo aprendí lo que es la vida sencilla.
La importancia de ayudar a los demás
Mi tío era agricultor y tenía un ranchón de tabaco, pero cuando se acabó la época del tabaco les dejaba usar el ranchón a unas mujeres que le hacían el ruedo a un montón de pañuelos, de esos de antes. A mí me ponían a leerles a esas mujeres, porque no sabían leer. Yo les leía de una enciclopedia que se llamaba “El tesoro de la juventud” y tenía todas las fabulas de Esopo… En Ponce, cuando nos fuimos a vivir a casa de mi abuela, vivíamos cerca del asilo de ciegos y yo tenía que ir a ayudar a darles comida. Otra gran experiencia. Yo les agradezco a mis padres la niñez que me dieron. Fue una niñez de estrechez económica, pero aprendí el valor de ayudar a otras personas y a nunca pensarlo a cambio de recibir dinero, ni vivir de eso.
Un verdadero líder es
Cuando eres un líder tienes que saber que lo que te espera es sacrificio y un sacrificio familiar. Si lo que estás buscando es popularidad, llamar la atención, salir en los periódicos o tener protagonismo, olvídate de eso porque no vas a llegar a ninguna parte. Tienes que crear conciencia de que el trabajo de defender a tu familia, lo haces tú. Cada uno tiene un deber que hacer y debe ser con mucha humildad y respeto. Tienes primero que informarte tú porque lo único que tienes es tu credibilidad. Hablar con conocimiento y para eso se requiere estudio. Y rodearte de personas con una perspectiva realista.
Su lucha por respirar aire limpio en Cataño
Luego de la muerte de mis padres (quienes fallecieron de cáncer) mi esposo y yo dijimos: ‘ven acá, ya sabemos que aquí lo que respira uno es muerte, ¿qué hacemos, nos vamos?’. Entonces, entendimos que teníamos una obligación de hacer algo antes de irnos (de la urbanización Marina Bahía, donde todavía residen). Yo empecé a decir ‘por qué hay tanta gente enferma’. Y necesitaba documentar que esa planta (de la Autoridad de Energía Eléctrica en Palo Seco) echaba un humo blanco, que al caer se transformaban en gotitas de ácido de batería que se quedaban en los carros, en las hojas y dejaban un rotito.
Comencé a estudiar las leyes y a identificar el problema. Entonces fue que empecé con los revoluces.
Pero, ¿cómo tú organizas un grupo para luchar contra una refinería (Caribbean Petroleum Corporation) o una planta de la AEE? Había más de 14 industrias que contribuían (a la contaminación en Cataño). Yo me di cuenta que la única manera era ir de casa en casa. Organizamos la comunidad para protestar porque descubrimos que había leyes que prohibían lo que estaban haciendo las plantas. La protesta fue tan grande que la EPA hizo un compromiso y el gobierno federal puso una demanda a la Autoridad de Energía Eléctrica. Pero pasaron cinco años y no hacían nada. Entonces, yo dije ‘aquí hay que coger a esa gente cometiendo un acto criminal’.
Un día me llamaron los niños de Palo Seco que organicé y me dijeron: ‘doña Rosa Hilda el agua está hirviendo’. Cuando yo voy, efectivamente así era porque se había derramado un tanque de ácido sulfúrico, que cuando entra en contacto con agua, empieza a hervir. Ellos lo negaron y lo ocultaron, pero pude probar que era un acto criminal. Con la demanda civil se logró que la AEE bajara de 2.5 a .5 el nivel de azufre (esto ocurrió en el 2004). Y lo logramos para todas las plantas, yo no lo hice solamente para Cataño. Pero ya aquí el aire está limpio. El aire no da cáncer.
Restauración de la Ciénaga las Cucharillas
Nosotros estamos trabajando para hacer realidad la restauración del terreno que compramos de la Ciénaga las Cucharillas. Pero todavía la Autoridad de Energía Eléctrica está sentada encima de ese dinero (el de la demanda civil). Me ha costado mucho sacrificio y trabajo. Yo espero que próximamente lo podamos hacer porque ya me preparé para ir al tribunal. Si la EPA no los obliga, yo voy a ir al tribunal de nuevo
Su mayor satisfacción
Conocer mi gente: gente buena, humilde. Apreciar lo que tengo porque veo tanta carencia, y no me refiero a la carencia material porque yo la he tenido en mi vida también. Sino a niños sin padres, viejitos abandonados, una maestra rompiéndose la cabeza para tener sus cositas. Un centro de salud, que los que trabajan ahí están desanimados porque no tienen con qué hacer las pruebas. La ignorancia, ese defecto de no saber identificar qué me pasa. Cuando ya te acostumbras a ayudar, llega un momento en que te das cuenta que lo que has logrado, comparado con el sufrimiento humano que hay, es tan grande que si haces una introspección, entiendes que no podemos resolverlo todo y que es parte de una situación que los humanos han creado y que Dios lo va a arreglar.
Este escrito es una versión resumida de una entrevista en profundidad que formará parte de un libro que publicará el Programa del Estuario de la Bahía de San Juan sobre historias de vida en la “Ciudad de las Aguas”. Fue parte de los trabajos del curso “Retratos: la entrevista creativa y en profundidad” de la Maestría en Comunicación de la UPR que se desarrolló de agosto a diciembre de 2015, a cargo del Dr. Mario E. Roche.