El tráiler de The Grand Budapest Hotel, la última película del director y guionista estadounidense Wes Anderson, salió el jueves 17 de octubre. Me entusiasmó tanto ver las características idiosincráticas de sus filmes-un elenco fabuloso, personajes excéntricos, sentido del humor poco convencional-que inmediatamente quise revivir su obra maestra, Rushmore.
Rushmore es una comedia dramática centrada en la vida de Max Fischer, un joven ambicioso cuya pasión por escribir obras de teatro y organizar actividades extracurriculares le impide socializar y estudiar como un adolescente normal. Este entabla una amistad basada en la admiración mutua con Herman Blume, un desencantado millonario de mediana edad y padre de hermanos gemelos que estudian con Max en la Academia Rushmore. Cuando ambos personajes se enamoran de la maestra de primer grado, Rosemary Cross, se desata una serie de eventos graciosísimos que les permitirá crecer como individuos luego de sufrir adversidades.
Además de su ambición, Max se destaca por su condescendencia; le falta el respeto a las figuras de autoridad de su colegio, a sus compañeros escolares y hasta a su propio padre. Su actitud es simultáneamente el producto de su arrogancia intelectual y de la inseguridad que surge a partir de su profundo deseo de sobresalir.
Pocos actores serían capaces de capturar la pretensión, las mentiras y los sube y bajas emocionales que definen a este personaje con tanta efectividad como el novato Jason Schwartzman. A pesar de ser hijo de la actriz Talia Shire y sobrino del director Francis Ford Coppola, el joven de 17 años no tenía experiencia en el ámbito cinematográfico. Lograr que un individuo tan vengativo y elitista se convierta en una figura heroica y encantadora es un logro monumental para cualquier actor, especialmente para un principiante.
Los aspectos visuales de Rushmore generan un ambiente particular que la distingue de la mayoría de las películas convencionales. La apariencia de Max, desde sus “braces” y espejuelos hasta su inconfundible blazer y sus sombreros peculiares llama mucho la atención. La mirada sufrida de Blume y la delicadeza y sofisticación de Cross también resaltan, pero la característica más notable del filme es su manejo del tema de personas adoloridas buscando cualquier tipo de conexión emocional. Max se siente avergonzado de que su padre sea barbero y tiene pocos amigos, Blume no soporta a sus hijos y se siente insatisfecho con su vida y Cross perdió a su esposo. Todos han sufrido considerablemente, pero intentan olvidar el pasado y crear relaciones profundas y genuinas.
La película también es conocida por revivir la carrera del comediante Bill Murray. Su desempeño como Herman Blume le consiguió una nominación al Golden Globe en el 1998 y lo estableció como un codiciado actor dramático. Cuatro años más tarde, fue nominado al Oscar por un papel semejante en Lost in Translation.
Al ver Rushmore en el 2013, es evidente lo adelantada que estaba para su época. Su amor hacia la vestimenta y la música de los años sesenta y setenta encaja perfectamente con el resurgimiento de las modas “retro” que ha definido esta década. Esta estética todavía se consideraba “charra” a finales de los noventa y Rushmore no fue una película taquillera. Sin embargo, los críticos adoraron el filme y el tiempo ha asegurado su legado como una de las comedias estadounidenses más importantes, influyentes y originales de todos los tiempos.