El secretario de Educación Carlos Chardón presenta síntomas aparentes de la “súper gripe”. El líder de la dependencia con el mayor presupuesto aceptó que los planteles educativos nunca han estado preparados para el 5 de agosto. Y todo es culpa de la famosa Ley 7, la que impide la recontratación de los 2 mil empleados de mantenimiento que se despidieron. Este exceso de honestidad provocó que Fortuño, el jefe, le llamara la atención, entonces, como quien no quiere ser botado, Chardón, el subalterno, se disculpó . Y es que para poder poner las más de 1,500 escuelas públicas del País en “condiciones adecuadas y no fantásticas”, se necesitan más de mil millones de dólares. Chardón, sinceramente, duda que las mejoras ocurran por lo menos en 10 años. Nada nuevo ni sorprendente para el 55 por ciento de los niños que viven bajo los niveles “estándares” de pobreza en la Isla, menos aún para sus padres que año tras año llevan a sus hijos a las aulas, no sólo temiendo por su desarrollo intelectual, sino también por la falta de higiene y la inseguridad que reina en muchísimas escuelas atestadas de drogas, violencia y crímenes. Por haber estudiado toda la vida en el sistema público de enseñanza, puedo comprender y me resulta familiar esta crisis. El problema va mucho más allá de los utópicos lavados de mano cada 15 segundos en la población estudiantil. Cualquiera que estudie en “pública” sabe que el “gellie” será probablemente el factor común en las cabezas de los prepas, junto al “bling-bling”, los “gistros” y la vagancia. Son muy pocos los que intenten aventurarse por los alrededores de la escuela para precisamente estudiar. No hay indisciplina, esa es la tradición. Hay que mantener nuestros valores y costumbres de otro modo. La escuela de hoy y la de ayer ha vulnerado su compromiso en el desarrollo de seres integrales y funcionales que tengan preocupaciones para la creación de una mejor sociedad. Y las ocupaciones son el color azul celeste o marino de la bandera. Más tarde seremos unos “couch potatoes”, hiper-fanáticos de Walmart. Lo que parece estar surtiendo efecto. Volviendo al Secretario y los secretariados, al Gobernador y su eficiente equipo de trabajo, podemos ver que para ellos la nueva fecha del comienzo del semestre escolar representa otorgar otro regalito, igual que los períodos de gracia sin IVU. Cómo sin en realidad la gente se creyera que esto hará un mínimo de diferencia. Pintar algunas paredes de las escuelas y enviar 100 cajas con jabón no sirve de nada, si los baños no tienen puertas, ni lavamos, ni los inodoros tienen tapas, y pensar en el papel sanitario es como pensar que en los comedores se sirve filete miñón y langosta, al igual que en otros lugares públicos. La raíz del problema no es que lo hicieron todo tarde, eso es obvio. El verdadero problema es un sistema que decae desde hace décadas, una enorme sombrilla política que lo dirige y que cambia cada cuatro años o menos, porque a veces van presos por corrupción y otras veces renuncian porque se dan cuenta que el departamento no tenía tanto dinero para ofrecerles, en fin que si en vez de destinar tantos millones para Dios sabe qué cosas, y que por lo menos los baños y los salones de las escuelas hubieran estado desde siempre en buenas condiciones, esto no estaría ocurriendo. “Las que no estén listas, no abrirán”, dijo Chardón. ¡Pues entonces no hay clases hasta el 2019! Recemos todos para que la gripe desaparezca y que ningún niño tenga que morir por culpa de problemas de salud que, en parte, no tienen que ver con la irresponsabilidad de años. La autora es estudiante del Programa en Estudios Interdisciplinarios y Escritura Creativa. Es creadora del blog www.lademogracia.blogspot.com