A pesar de que en Puerto Rico no se ha reportado un sismo de grandes magnitudes en tiempos recientes, el 16 de mayo de 2010 se sintió un movimiento de 5.8 grados y el pasado año se reportó otro de 5.1. En ninguno de los dos casos se reportaron daños mayores. Todos estos eventos pueden haber contribuido al creciente interés de los medios de comunicación por reportar movimientos telúricos menores, especialmente en los medios digitales.
Diariamente la Red Sísmica de Puerto Rico reporta alrededor de uno a seis micro sismos o sismos menores. Estos son movimientos telúricos que van de 0 a 3 o de 3 a 3.9 grados respectivamente. Esta actividad es considerada por los expertos como un fenómeno normal. Sin embargo, últimamente se ha visto un aumento en la cobertura mediática de estos sucesos, especialmente luego del sismo de magnitud 7.03 en la escala Ritcher, que sacudió a la vecina isla de Haití el 12 de enero de 2010, y que según la Cruz Roja dejó entre 45,000 y 50,000 muertos.
El mismo año un terremoto de magnitud 8.8, que fue seguido por un tsunami, afectó trágicamente al país sudamericano de Chile y el 11 de marzo de 2011 un tsunami provocado por un terremoto de 9.0 grados azotó al Este de Japón. Aunque toda esta actividad sísmica se cataloga como normal, los informes anuales de la Red Sísmica demuestran que sí ha habido un aumento en los movimientos telúricos de menor escala.
Sin embargo, esta diferencia no necesariamente tiene que ser algo significativo, según afirmó el geomorfólogo del Departamento de Ciencias Naturales del recinto riopedrense de la Universidad de Puerto Rico, José Molinelli Freytes. “La actividad sísmica va a ser naturalmente variable”.
Por ejemplo “los movimientos pequeños son más frecuentes que los grandes”. No obstante, “la percepción ha cambiado porque los medios han dado una cobertura mucho más amplia, esto debido a que hemos tenido desastres como los de Haití, Indonesia y Japón”, explicó Molinelli Freytes. Por su parte, la geóloga de la Red Sísmica de Puerto Rico, Gisela Báez Sánchez, opinó que con el boom de las redes sociales la agencias a nivel mundial mantienen más información, y también observó que el interés reciente de la prensa se ha ido más hacia los micro sismos que, como explicó Molinelli, se reportan con más frecuencia que los grandes terremotos.
“Todo ese despliegue informativo en el que la prensa cubre eventos no significativos como los sismos menores, ha ayudado a aumentar la percepción de riesgo”, sostuvo Freytes.
Paralela a la cober- tura mediática, que además de informar pudiera tener el efecto de generar miedo en la población, también los usuarios de Internet se han encargado de expresar sus temores a través de la difusión de mitos que van desde profecías apocalípticas hasta teorías de conspiración sobre un posible control del clima por parte de tecnología militar estadounidense.
No obstante, y según explicó Báez Sánchez, para la Red Sísmica sí es importante registrar los sismos menores ya que esto ayuda a estableces patrones. Así también la cobertura mediática tiene su lado positivo en la medida en que ayuda a que la gente esté más alerta, pues según declaró Molinelli, “lo importante de esta percepción es que sí hay peligro”.
El geomorfólogo explicó que según el récord histórico se ve que el periodo más corto entre un gran sismo y otro ha sido de 51 años, y el periodo más largo de 117. Desde el último terremoto fuerte han transcurrido ya 92 años, por lo tanto, “si ocurre uno fuerte ahora nadie se va a asombrar, pero igual puede que pasen 50 años y no ocurra ninguno”, añadió Freytes.
El problema mayor, además de la imposibilidad de predecir con precisión un evento sísmico, es que en ese periodo de tiempo la población se ha cuadriplicado, y el grado de exposición ahora es mayor que en 1918. Como abundó Molinelli Freytes, de 1918 en adelante “los edificios se han construido para resistir sismos, pero aunque hayan seguido los códigos de la época, ahora no presentan el grado de seguridad que se pensaba, ahora los reglamentos son más estrictos. Además, el tiempo deteriora las estructuras”.
Para prevenir daños mayores en caso de sismo, la geóloga Báez Sánchez destacó que anualmente la Red impacta a alrededor de 15,000 personas con información y educación sobre cómo prepararse y reaccionar ante una emergencia sísmica.