
L’AQUILA, Italia (Reuters) – Miles de personas que quedaron sin hogar por el terremoto más letal ocurrido en Italia en 30 años celebraron ayer una sombría Pascua, acudiendo a misa en capillas improvisadas instaladas en campamentos y refugios de emergencia. Seis días después del desastre que afectó la ciudad medieval de L’Aquila y 26 localidades aledañas, causando la muerte a 294 personas, los sobrevivientes rezaron por las víctimas fatales y buscaron un consuelo en la religión para que los ayude a reconstruir sus vidas. “También es Pascua para nosotros, pese a la tragedia y los escombros por el terremoto”, dijo el arzobispo de L’Aquila, Giuseppe Molinari, ante cientos de creyentes reunidos para una misa bajo una carpa de plástico en el principal campamento para damnificados, fuera del devastado centro de la ciudad. “La resurrección de Cristo es también la resurrección de L’Aquila”, manifestó, mientras algunas personas luchaban por contener las lágrimas. Unas 40.000 personas perdieron sus viviendas tras el sismo de magnitud 6,3 que impactó la región de Abruzzo durante las primeras horas del lunes, sorprendiendo a los residentes mientras dormían. L’Aquila, una ciudad medieval de 68.000 habitantes, fue una de las más afectadas por el desastre, y muchos de sus edificios e iglesias de siglos de antigüedad se derrumbaron. Los esfuerzos de rescate virtualmente finalizaron el sábado por la noche cuando los exhaustos bomberos dejaron de buscar a un posible sobreviviente entre los escombros de un edificio de cuatro pisos que había colapsado. Cientos de réplicas han sacudido la zona desde el sismo, poniendo en peligro las operaciones de rescate y aterrorizando a los residentes. En su mensaje por el Domingo de Resurrección, el Papa Benedicto XVI pidió a los sobrevivientes que no pierdan la esperanza y sostuvo que planea visitar pronto la región. En los 32 campamentos que albergan a unos 18.000 danmificados, sacerdotes ofrecieron la hostia de la comunión en altares improvisados y trabajadores de ayuda distribuyeron huevos de chocolate por la Pascua envueltos en papeles brillantes, a fin de animar a los niños y a sus afligidas familias. “Hoy tengo el corazón desconsolado cuando pienso en todas esas personas que murieron, pero no debemos abandonar la esperanza”, dijo Anna Lucantonio, una mujer de 65 años que rezaba el rosario en una capilla improvisada en el principal campamento de L’Aquila. “Este rosario, una estatuilla de la Virgen María y agua sagrada que obtuve de mi peregrinaje a Lourdes es todo lo que tomé cuando la casa se derrumbó alrededor nuestro. Pensé que era todo lo que necesitaba”, dijo. El primer ministro, Silvio Berlusconi, quien ha prometido reconstruir L’Aquila en 28 meses y dijo que su Gobierno no abandonaría a la gente de Abruzzo, asistió a una misa en una academia de policía cercana, donde se realizó el viernes un funeral de Estado para las víctimas del sismo. “Haremos todo lo posible por sacar a las personas de las tiendas de campaña y darles un alojamiento adecuado”, declaró el domingo. Fiscales están investigando por qué se derrumbaron tantos edificios modernos por el terremoto e intentan averiguar si el alto número de muertos se debió a materiales inadecuados en las construcciones de la zona, conocida por su alta actividad sísmica.
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