En una apuesta literaria para el disfrute de la lectura y el desarrollo del pensamiento crítico, Sofía Irene Cardona, autora de “La maravillosa visita del calzadísimo extranjero”, explora las relaciones entre una comunidad libre y un extranjero que llega a ofrecerles zapatos.
Sobre esta historia y más, conversamos con la también profesora del Departamento de Estudios Hispánicos de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.
Diálogo: En este cuento, ¿qué representa la comunidad que está acostumbrada a la libertad? Y, ¿qué representa la persona que llega a venderles algo nuevo y que —luego— queda como un héroe por haber traído un objeto innovador?
Sofía Irene Cardona (SC): Yo no recuerdo en qué estaba pensando cuando escribía. Podría leer y releer el cuento, y como estoy adiestrada a inventarme una interpretación —porque es lo que hago en la universidad todo el día— pues podría hacerlo. Pero si me preguntas hoy, posiblemente conteste contaminada con lo que está pasando a nuestro alrededor. Entonces —si es así— podría decir que la relación del cuento con el extranjero que llega representa una invasión. Representa al extranjero que viene a construir un deseo, porque viene a ofrecerle algo a una comunidad que, por lo visto, no le había hecho falta.
Al igual que nos imponen una forma de vivir y nos imponen unas necesidades que no sabíamos que teníamos. Son necesidades que el sistema te impone. Ahora bien, esto es un cuento y aquí también ocurren cosas maravillosas.
Diálogo: ¿Cómo este concepto del extranjero que llega y trae algo que perturba el orden se puede transformar en algo que las niñas y los niños puedan entender?
SC: Habría que preguntarse qué entienden las personas por “literatura para niños”, porque a mí nunca me gustaron los libros que me hicieran sentir como si estuviesen enseñándome algo. No me gustaba sentir que los libros me estaban dando una lección. Si yo me daba cuenta de que me estaban ‘cantaleteando’, el cuento no me gustaba.
Entonces, yo no quiero escribir libros para las mamás o los papás de los niños, o para quienes piensan que la literatura es para instruir. La literatura es válida por sí misma. Es un ejercicio de placer que los niños tienen. No tienen que entenderlo todo.
Diálogo: ¿Ya sabías el tema que querías trabajar en el libro? ¿O fue surgiendo en la escritura?
SC: Yo sabía que tenía que haber una contradicción entre el extranjero y la comunidad. Y sabía, también, que la comunidad iba a ganar. La comunidad tenía que ganar.
Diálogo: ¿Cuál es tu propuesta como autora? ¿Qué tipo de literatura infantil o literatura propones?
SC: La literatura infantil que me interesa producir y la que me ha gustado encontrar, es la que no trata a los niños con condescendencia. Me gusta la literatura que los trata como personas inteligentes con criterio propio y que puede estar —inclusive— en desacuerdo con lo que les decimos.
Diálogo: ¿Por qué piensas que se les debe leer a las niñas y a los niños sobre estos temas, aunque no los entiendan completamente al momento?
SC: Yo creo que la literatura es un espacio de libertad que mucha gente desconoce.
Algunos descubren esta libertad más tarde en su vida, mientras otros tienen el privilegio de tener otros lectores en su entorno. Es como si fuese tu única oportunidad en el planeta Tierra y no probaras el bizcocho de chocolate… pues la literatura es de esas cosas que la gente debería conocer y disfrutar.
Por eso es importante que los niños lean y no necesariamente para que sepan más o para que tengan más vocabulario –que también va a pasar— pero, primordialmente, es un espacio de libertad que hay que rescatar para todos los niños.
Por ejemplo, cuando en el velorio de Fernando Picó un estudiante del sistema de corrección comenzó a hablar de los libros, me resultó muy conmovedor y revelador ante el trabajo que una está haciendo. Quienes enseñamos literatura a veces olvidamos que hay mucha gente sin acceso a la libertad, o gente que se quedan en las mismas cosas porque no se les ha presentado esta oportunidad de libertad. Por eso este espacio tiene que darse desde que los niños son pequeños. Tienen que leer y tocar un instrumento.
Diálogo: ¿Por qué los pies?
SC: Yo creo que damos los zapatos por sentado. Y es verdad, todas las civilizaciones tienen algún tipo de zapato. Yo tenía que buscar algo que fuese raro y los pies son graciosos. Entonces, se me ocurre la idea del pueblo que conoce absolutamente todo menos el zapato. Aquí el zapato se convierte en el objeto que la comunidad desconoce y es eso lo que atrae al extranjero que llega: la idea del zapato.
Diálogo: ¿Cómo podrías vincular “La maravillosa visita del calzadísimo extranjero” con la realidad que vive Puerto Rico?
SC: Yo creo que se podría relacionar a la acción comunitaria en Puerto Rico con la amenaza de la deuda, donde se anteponen los intereses económicos y el funcionamiento de un sistema a las necesidades fundamentales de la gente: la salud, la educación, la alimentación y hasta el aire limpio, en el caso de Peñuelas. Todo por un interés extranjero. Y esto no solo en Puerto Rico, porque estas cosas suceden en todas partes del mundo. El capitalismo y la globalización afectan a todo el mundo. Pero desde la acción comunitaria, con que la gente se pare y diga ‘no, así no es… por aquí no pasan’, hay un cambio. Digo… de esto no habla el libro, pero sí. Es un cuento pensado para niños que van a crecer.
Entre los textos de la autora se encuentra el poemario La habitación oscura (2006), El libro de las imaginadas (2008) y Desde la quinta nube, una colección de textos periodísticos publicados en el 2016.