El teatro Francisco Arriví abrió sus puertas a un silencio que solo lo cortaba el constante murmuro de los que acudieron a la producción más reciente: Sol 13, Interior. A diferencia de muchas otras obras que han pasado por este escenario, esta no contó con una pista musical que ambientara la sala antes de subir el telón. El público entonces se encontraba completamente separado del mundo externo sin que se percataran.
Revisitando un texto que ya ha dirigido, Gilberto Valenzuela toma el mando de este clásico de Luis Rafael Sánchez en donde la soledad embruja las vidas y los hogares de los personajes que habitan los rincones oscuros de la decimotercera localidad de la Calle Sol en San Juan.
La pieza completa se compone de dos obras de un acto: La hiel nuestra de cada día, protagonizada por Jorge Luis Ramos e Idalia Pérez Garay junto a Luz María Rondón, y Los ángeles se han fatigado, monólogo interpretado por Cordelia González.
Estrenados en el 1961 para el cuarto Festival de Teatro Puertorriqueño (ahora para el quincuagésimo sexto), estos textos claramente le pertenecen a una generación de dramaturgos que hoy día son parte del gremio clásico. Especialmente en Los angeles…, los diálogos y temáticas de Sánchez son contemporáneos. El escritor utiliza discursos patriótico-nostálgicos como los que ofrecieron escritores como René Marqués o el mismo Arriví.
Sin embargo, a Sol 13, Interior le beneficia no ser tan conocida -ni haber sido vista muchas veces- como otros textos tradicionales como La pasión según Antígona Pérez del mismo Sánchez o La carreta de Marqués. Al igual, no es parte del currículo escolar habitual como para que los jóvenes lo descarten como literatura aburrida escolar. A diferencia de Los soles truncos, que clama una actualización escénica contemporánea, Sol 13, Interior todavía resulta agradable en montajes referentes a la época.
Teniendo esto claro, es importante recalcar que la visión de Sol 13 para esta ocasión no es del todo tradicional y realista. En las manos equivocadas, ambas piezas que componen el espectáculo completo pueden resultar muy lentas y prescindibles. Ese no es el caso de la visión de Valenzuela.
El director no recurre a cambios estrambóticos de espacios o de danza interpretativa, para que la pieza recobre un valor teatral del siglo XXI. Basta con la escenografía, diseñada por el mismo Valenzuela, y las luces de María Cristina Fusté para escenificar una visión fresca de ambos textos.
Al subir el telón, la impresión que deja el espacio construído para emular los apartamentos pequeños del Viejo San Juan alimenta la satisfacción de la pieza. Columnas grandiosas coronadas con sus respectivas vigas de madera nos demuestran el mundo exorbitante, agobiante y roto dentro de las paredes antiguas de nuestra capital. Junto a la iluminación que se cuela por entre los listones como si el mundo de afuera se burlara de los inquilinos torturados por su clausura, la estética del montaje le puede otorgar un nuevo amor al arte arquitectónico del casco de San Juan.
El espacio se gana un estatus de protagonista dentro de ambos textos. Claramente, tiene un efecto desencadenante en nuestros personajes. Así como en La hiel… Píramo y Tisbe (además de ser honrados con dos de los nombres más preciosos de la dramaturgia puertorriqueña) andan hambrientos por una casa nueva en Puerto Nuevo para dejar atrás las paredes de Sol 13, Angela Santoni Vincent demuestra los efectos de esas mismas paredes con la locura que presenta en Los ángeles…
No obstante, cada pieza de Sánchez también revela las sutilezas que diferencian las desesperaciones de los habitantes de Sol 13. Los ancianos enamorados de La hiel… son parte de un mundo que se asoma en lo absurdo donde buscan pistas irracionales con tal de acertar los números de lotería. Nunca sabemos desde cuando Píramo y Tisbe venden sus pertenencias para conseguir el dinero para jugar esos números.
Por otro lado, Doña Ugolina, la bolitera interpretada excelentemente por Rondón, constantemente recalca su identidad en una ciudad que quizás solo la conoce como bolitera o “Ugo”. Ella funge como la dueña del destino condenado de la pareja protagonista que también sufre los estragos del tiempo.
Este trio de actores son el último detalle que convierte a La hiel… en la mejor de las dos piezas. Ramos y Pérez Garay se nutren, línea por línea, de la aceptación de un público boricua que se encarga de darle amor a sus ancianos. Ambos muestran la gentileza de dos personas de la tercera edad con la valentía de buscar esa felicidad que colabore con la que se ha engendrado todos los años que llevan juntos. Al final, las lágrimas y la ovación de pie hablan por sí solas.
Para Los ángeles…, la historia se mueve a otro de los apartamentos de Sol 13 que es infectado por otra faceta de la soledad. Angela Santoni Vincent vive sola entre el reguero de su hogar y su locura, recordando viejos tiempos de su vida como la prostituta más codiciada de San Juan. Esta pieza en particular le quita valor contemporáneo a la obra en general, si nos distanciamos de la estética del montaje de Valenzuela. Hasta los días que vivímos, el teatro (y, de paso, el resto de las artes) se encuentra apabullado de historias de prostitutas y locas. Aquí se unen ambas para crear un personaje que corresponde a la época de su génesis. Mientras que sí es una pieza excelente en su dramaturgia, Los ángeles… no dialoga con el pensamiento contemporáneo.
Eso a un lado, González entrega un trabajo actoral excelente con el monólogo. Desde el comienzo, todas las extremidades de su cuerpo flotan por el espacio en esa locura con influxiones vocales que causan melancolía y pena a la vez. Puede que el arco de desarrollo de personaje no exista dentro de la interpretación de la interpretación de González. No obstante, su trabajo señala al arduo camino psicológico por el que ha pasado Santoni aunque no se vea en escena.
Si bien las paredes de Sol 13 encierran a estos personajes, las letras de Sánchez ofrecen diálogos insularistas; no tanto Pedreiristas sino propios del dramaturgo. El simbolismo colonial existe a lo largo de las dos obras con esperanzas para escapar de ese infierno. Sin embargo, estos personajes son atrapados por los muros de sus apartamentos (Puerto Rico), ya sea por aprensión al mundo de afuera o por juegos sucios del universo. Una vez encerrados, se convierten en las personalidades deterioradas que vemos en escena.
El montaje de Valenzuela sostiene la importancia clásica de los textos de Sánchez con detalles mínimos que le son llamativas al público del siglo XXI. La experiencia se torna agridulce por disfrutar de cuatro personajes que sufren dentro del mismo mundo que habitamos los boricuas. Es cuando nos alejamos del teatro que se calma esa desesperación hasta que llegue el recuerdo de que el mundo de Píramo, Tisbe, Ugolina y Angela es el mismo que el nuestro.
Sol 13, Interior se presentará hoy, viernes, y mañana, sábado a las 8:30 p.m. en el Teatro Francisco Arriví. Los boletos se pueden conseguir en www.ticketcenterpr.com o en la boletería del teatro.