Son las 5:45 de la mañana. El despertador de Yaritza Cruz y Marianela Pereira anuncia el comienzo del nuevo día. Yari, como cariñosamente la llama Marianela, se levanta primero para preparar a su hija e ir a la escuela, regar las plantas y echarles comida a los perros. Algunos minutos después, Marianela, de 43 años, se pone de pie para preparar a los dos niños menores que también asistirán a clase, mientras el hijo mayor se alista para ir a la universidad.
“Luego de que los nenes se van para la escuela, nosotras nos bañamos, nos vestimos y nos vamos para nuestro negocio. Allí pasamos el día trabajando. Ella (Marianela) regresa primero del trabajo, para ir a cocinarles a los chiquitines, yo me quedo en el trabajo un poco más tiempo mientras ella hace la comida. Cuando yo llego a la casa, se le verifican todas las tareas a los nenes, se estudia con ellos, eso nos toma como hasta las ocho de la noche, si nos da tiempo vamos al gimnasio”, relató Yaritza, de 33 años.
De izquierda a derecha, Yaritza Cruz de 33 años y Marianela Pereira de 43 años. Fotos por David Cordero Mercado
La pareja de mujeres decidió revelar a su familia y la sociedad su orientación sexual hace tres años cuando comenzaron una relación sentimental. Ambas procrearon dos hijos en matrimonios anteriores a la relación. Marianela tiene un hijo de 18 años y otro de 9, mientras Yaritza tiene una niña de 10 y un menor de 7. Hoy día, la pareja convive junto con sus cuatro hijos en el pueblo de Comerío.
Sin temor, sin miedo, los menores no niegan ni se avergüenzan de admitir la composición de su familia. “Ellos son muy abiertos, en ningún momento se abochornan o se sienten menos ante la sociedad porque viven con una pareja de lesbianas”, comentó Yaritza, quien narró el momento en que le confesó a su única niña su preferencia sexual:
“Me dijo: ‘Are you happy mommy?’ Y yo le contesté, ‘sí, yo estoy muy feliz con Marian’, y ella me dijo, ‘its doesn’t matter what people say, If you are happy I’m happy, I love you just the way you are’. Con eso me dejó, y yo empecé a llorar y entendí que ella estaba entendiendo todo lo que yo le estaba explicando”.
Según el psicólogo y profesor del Departamento de Psicología de la Universidad de Puerto Rico (UPR), Recinto de Río Piedras, el doctor Alfonso Toro, los hijos de padres o madres del mismo sexo, adoptados o naturales, tienen una percepción de tolerancia a la diferencia mayor que los hijos de heterosexuales, participan más de las actividades domésticas y tienen mayor sensibilidad a los prejuicios sociales.
En la foto, el psicólogo y profesor del Departamento de Psicología de la UPR, el doctor José Toro Alfonso.
Además, Toro añadió que “todos los estudios que tienen que ver con la orientación sexual de los padres, han concluido que el desarrollo de la personalidad, los niveles de estima, las relaciones sociales y el éxito en la escuela de los hijos adoptivos de padres y madres del mismo sexo, no tienen diferencia alguna de los hijos criados por heterosexuales”.
A pesar de los resultados de estudios e investigaciones realizadas en Estados Unidos, Latinoamérica y Europa, y de la experiencia de madres como Marianela y Yaritza que han formado familias y crían a sus hijos en conjunto, el Artículo 138 del Código Civil de Puerto Rico prohíbe expresamente la adopción de un menor por parte de una segunda madre o un segundo padre del mismo sexo.
El menor siempre primero
El Proyecto del Senado 437, de la autoría de la senadora Maritere González, tiene como fin enmendar el Código Civil y permitir por primera vez en Puerto Rico la adopción homoparental.
“Mi intención como legisladora en el proyecto es poder asegurar los derechos y el mejor bienestar de los menores en el proceso de adopción cuando se trata de la figura del Second Parent Adoption”,explicó la senadora González. El término se refiere a una figura legal utilizada en otras jurisdicciones alrededor del mundo que permite a una segunda madre o a un segundo padre poder adoptar a un menor o una menor en conjunto con su pareja del mismo sexo. El Second Parent Adoption garantiza que el o la menor tenga los mismos derechos que tendría en un proceso de adopción por parte de parejas heterosexuales.
Según la licenciada Nora Vargas, de la Clínica de Asistencia Legal sobre discrimen por orientación sexual e identidad de género de la Escuela de Derecho de la UPR, el problema mayor es la ausencia de reconocimiento al derecho en nuestro ordenamiento legal.
“Cuando no hay legislación que prohíbe expresamente el discrimen, uno tiene que tratar de hacer los planteamientos conforme la Constitución, que tiene unos conceptos básicos, fundamentos de la dignidad del ser humano y la igual protección de las leyes”, puntualizó Vargas, quien defendió ante el Tribunal Supremo de Puerto Rico el caso de Ángeles Acosta, quien solicitaba al Supremo adoptar a la hija biológica de su pareja, Carmen Milagros Vélez. La niña, que fue concebida por inseminación artificial, ha sido criada por ambas desde su nacimiento. Hoy día tiene 12 años de edad. Su madre biológica desea que Ángeles tenga los mismos derechos legales sobre la menor. El Tribunal Supremo rechazó la petición de Acosta.
Para la senadora González, “esa madre que hace el papel de madre en términos prácticos pero no jurídicos está velando porque ese menor tenga calidad de vida, porque tenga una educación a la altura de las expectativas de ese núcleo familiar, por un techo seguro, porque, cuando falte o en su momento de muerte, le puedan asistir unos derechos que le asisten a otros menores bajo nuestro ordenamiento jurídico”.
En la decisión del caso de Vélez y Acosta, no hubo una mayoría del Supremo que acogiera la teoría de la Clínica de Asistencia Legal de la UPR, que señalaba que el discrimen por orientación sexual era discrimen por orientación de género y, por consiguiente, se trataba de discrimen por razón de sexo.
“El discrimen por razón de sexo no es solamente las diferencias fisiológicas, es también asunto de discrimen porque la persona actúa o se aparta de los roles predeterminados, no te comportas conforme a los roles que le atribuyen en la sociedad usualmente a tu género, a tu sexo”, explicó Vargas.
Marianela y Yaritza, por su parte, siempre han deseado adoptar algún menor sin hogar en Puerto Rico. “Hay tantos niños que están pasando necesidades y tantas parejas del mismo sexo que quisieran adoptar un niño para darle amor, para tener esa experiencia de ser padres, que yo creo que es hasta inhumano no darle la oportunidad (a los menores), porque le están negando a un menor vivir en un ambiente familiar normal, feliz”, expresó Yaritza.
Diana y Joana, otra pareja de lesbianas, se encuentra en una situación similar a la de Yaritza y Marianela. Ambas mujeres cuidan de la hija biológica de Joana. “Diana ha estado conmigo desde que Andrea tenía dos años de edad, así que prácticamente, ha estado conmigo mano a mano criando la nena”, expresó Joana
La pareja y la niña, cuyas identidades reales han sido protegidas, se mudaron juntas hace tres años. Aunque Andrea tiene un padre biológico, quien se encarga de la mayoría de las tareas de cuidado de la niña es Diana junto a la madre biológica. “Ella adoptó a Andrea como su hija, hace todas las funciones de una madre”, añadió Joana.
Uno de los más grandes sueños de Diana, es convertirse en madre de un niño adoptado o concebido por inseminación artificial. Sin embargo, las limitaciones legales presentes en el actual Código Civil, han retrasado su aspiración.
“Yo quiero que nuestro hijo pueda tener los mismos derechos estando conmigo que estando con ella. Yo soy enlistada del Army, si sucede algo yo quisiera que mi hijo quede totalmente en manos de ella y mi hijo pudiera hacer todo lo que un hijo de una pareja heterosexual pudiera haber hecho”, puntualizó Diana.
El rol de padres no lo determina el género
Por su parte, la trabajadora social y profesora de la UPR, Recinto de Río Piedras, Isabel Montañez, señaló la importancia de entender que el rol de padres no está determinado por el género sino por el rol específico de ser padre protector, que pueda cuidar y que tenga la capacidad de criar un menor. “Es una manera de renegarlos y no reconocerles una capacidad, la capacidad de la crianza, de ser protectores, velar por el bienestar de un menor”, puntualizó Montañez.
Pero la adopción y crianza de menores en hogares homoparentales no será resuelta solamente con enmendar el Código Civil de Puerto Rico. Según la trabajadora social, es imperativo que el cambio en la ley esté atado a un cambio de discurso y educación en el País.
“La diferencia social debe estar atada a un cambio de discurso. Toda la literatura, cuentos, canciones, están construidas para concebir a mamá y a papá. Cambiar una ley, que lo podríamos hacer mañana, no significa que va a cambiar el discurso social, así que la educación tiene que empezar ya, vamos a mirar que el rol de padre, de custodio, no está atado al sexo o género”, recalcó Montañez.
En la foto la trabajadora social y profesora del Departamento de Trabajo Social de la UPR, la doctora Isabel Montañez.
Se espera que en las próximas semanas, el proyecto sobre adopción sea discutido en el Pleno del Senado y la Cámara de Representantes, para luego pasar a manos del Gobernador. En las vistas públicas en las que se discutió el proyecto, el Departamento de la Familia (DF) se expresó a favor de la propuesta.
“Nuestra posición está basada en que la política pública de adopción es lograr el mejor bienestar del menor o de la menor”, puntualizó la sub-secretaria de la Familia, la licenciada Roxana Barelas. La decisión fue tomada luego que el DF consultó y analizó diferentes estudios científicos de la conducta humana y pronunciamientos de distintas organizaciones que establecieron que de ninguna manera se pone en riesgo el mejor bienestar de un menor al ser adoptado por una pareja del mismo sexo.
Entre las entidades que el Departamento de la Familia citó se encuentran la Asociación Americana de Psicología, la Asociación Americana de Psiquiatría, la Academia Americana de Pediatría, la Academia Americana de Psiquiatría de Niños y Adolescentes, la Academia Americana de Médicos de Familia, la Asociación Americana de Medicina, la Asociación Psicoanalítica Americana y la Asociación Nacional de Trabajadores Sociales.
Según la licenciada Roxana Barelas, el Departamento de la Familia está a favor del Proyecto del Senado 437.
En Puerto Rico, alrededor de 7,200 niños se encuentran bajo custodia del Departamento de la Familia. Según estadísticas del DF, la mayoría de las personas adopta menores desde recién nacidos hasta los tres años de edad. Muchos de los menores restantes alcanzan su mayoría de edad sin haber experimentado nunca el calor de un hogar. Otros pasan sus años de niñez y adolescencia lanzados de un techo a otro, en hogares sustitutos, mientras una minoría, finalmente, es adoptada.
Yaritza envíó un mensaje a los que tienen el poder de cambiar las leyes en el País: “Invito a la Legislatura a pasar un día en mi casa, con nada más que eso ellos se darían cuenta de lo equivocado que están algunos al pensar que las parejas del mismo sexo somos depravados, que no tenemos valores, que no podemos criar hijos".
"Somos una familia como cualquier otra”, concluyó Marianela.