Resulta interesante observar el comportamiento de un niño mientras escucha un cuento ya sea de la boca de un familiar, un maestro o un completo extraño. En las casas, salones de clases o en eventos de gran envergadura, los niños demuestran la capacidad para atender la historia que se le cuenta de cualquier tema y nivel de abstracción, y entenderla. Sin embargo, la mayoría de los escritos literarios dirigidos a la población infantil son creados con una sencillez extrema, para que, según los adultos, se entiendan mejor.
La escritora argentina Cecilia Bajour entiende que esta forma de producir literatura infantil subestima la capacidad de los niños de disfrutar la lectura. Durante su estadía en Puerto Rico, Bajour impartió un taller para maestros y educadores con esta temática como parte del Primer Congreso Nacional de Lectura. En una visita a Diálogo, la profesora en Letras con especialización en poesía infantil y juvenil compartió sus visiones sobre el manejo de este tipo de literatura, además de presentar su modo crítico de ver las cosas.
“Muchas veces la sencillez en la literatura infantil tiene que ver con pensar la imposibilidad de los lectores infantiles de vérselas con la complejidad, pensando que la complejidad es un desvalor. Sin embargo, los lectores infantiles muestran todo el tiempo con situaciones de lectura que son lectores muy sutiles y que son lectores de interpretaciones sumamente interesantes y complejas, la cual no quiere decir dejarlos afuera y darles algo incomprensible, pero significa darles algo comprometido artísticamente de valor estético donde haya justamente una acción entre lo sugerido y lo que está; lo visible y lo invisible”, explicó.
Banjour observó que la poesía infantil es un poco conservadora. “La poesía infantil es parte de mis preocupaciones en relación con la escritura infantil en general, me parece que es una de las zonas menos estudiada, investigada. Hay muy poca producción teórica relacionada con la poesía infantil y sobre todo, con que me estoy tratando de ocupar que es la contemporánea. Esa que dialoga más con la poesía contemporánea para adultos, o con las vanguardias artísticas y poéticas. Mi interés es ver qué características, qué propuestas editoriales y qué representación de los lectores y la poesía están presentes”, comentó.
Desde las observaciones de Bajour, existe una tendencia a pensar que la poesía infantil se limita a rimas y una composición estrófica predeterminada de temas supuestamente del interés de los niños. No obstante, este trato dirigido a la sencillez y a huirle a la complejidad representa una manera de subestimar la capacidad del niño lector.
Ante esta subestimación, la profesora señaló que los niños tienen su propia manera de ver y explicar el mundo. Por eso le inquieta que los autores huyan de la complejidad e intenten encajonar la poesía infantil en lo mismo de siempre porque ha mostrado ser “exitoso”.
“Los niños son los receptores o destinatarios estéticos que merecen todo desafío. Son muy productores, sin ser el poeta ellos mismos. Se asocian muchísimo a los cuestionamientos poéticos porque miran extrañados el mundo y extrañamente el lenguaje con el que tienen que arreglárselas por primera vez porque están inaugurándose en la vida y en el lenguaje. Entonces, realmente no tienen ningún problema en jugar con el lenguaje, en subvertirlo, en transformarlo, en buscar interpretaciones insólitas, asociaciones inesperadas”, aseguró.
Por eso, Bajour piensa que los niños “permanentemente están mirando metafóricamente al mundo”. Es su naturalidad y no necesitan cuestionarse sobre el sentido o significado de lo que leen. La poesía entonces, particularmente la infantil, no debe realizarse con el propósito de lograr una enseñanza porque el propósito en sí, es hacer poesía y ser entendida como tal.
“Es peligroso cuando la poesía es usada para aprender otras cosas. Como si lo temático fuera lo fundamental. Es aterrante. La idea es trabajar cada poema como único. Analizar el tú, el yo, la invención, por ejemplo. No para analizar sujeto y predicado. Sino, verlo como poesía. Pensar la literatura como un vehículo a algo externo a ella se estaría alejando de su especificidad que es el arte”, aclaró la profesora que también trabaja en una publicación digital dedicada a la poesía infantil, llamada Imaginaria.
Añadió que a la literatura infantil se le piden cosas ajenas a ella. “Se le pide que tenga algún mensaje o que transmita algún valor, pensando además en los valores de una manera congelada, poco dilemática. Pero muchas veces como una especie de bajada de línea, como un dogma. La literatura y el arte, si hay algo que tienen, es alejarse de todo dogma y permitir cabezas abiertas y espíritus abiertos”, expresó.
Bajour puntualizó en que para escribir poesía infantil no existe una ley preestablecida y que los autores de estos textos tienen la libertad de tocar cualquier tema de manera refrescante y hasta divertida, pero optan por ser conservadores. Además, en esto influye la concepción de niño que tenga el autor.
“Si tienen una idea de un niño que es muy infantilizado, lo tratan como tontito. Lo puerilizan. En la poesía es peor porque es la cosa de dulcificar. De la fantasía por la fantasía misma. Pero a mí me parece que con los chicos hay que arriesgarse”, manifestó Bajour.
Especialización en literatura infantil
Junto a un colega, Bajour se encuentra desarrollando la segunda parte de la especialización en literatura infantil, dado a nivel universitario en Argentina.
“Dentro del programa hay un conocimiento problemático sobre el objeto en sí, sobre la crítica en la literatura infantil, también sobre qué implica editar libros para niños y qué pasa cuando estos futuros especialistas se relacionan con cuestiones ligadas a las políticas públicas en lectura”, dijo la profesora con un tono de satisfacción.
Esta especialidad se basa en tres ejes: la crítica en la literatura infantil y juvenil; el mundo editorial, la problemática con la edición de libros infantiles y juveniles; y por último, las políticas de la programación de lectura y enseñanza en diversos contextos
Bajour aclaró que es una especialización presencial, aunque recibe peticiones para que llegue a otros países o que permita la asistencia virtual cuando visita otros países a participar de conferencias o congresos, como el Congreso Iberoamericano de Literatura Infantil y Juvenil (CILELIJ), en Bogotá, Colombia, llevado a cabo en marzo.
“Por ahora, es una especialización presencial. Está limitada a los que puedan presenciar las clases. Hay muchas demandas de que se den en forma virtual o semi presencial. Implica un montón de decisiones que no siempre son nuestras pero deseamos que se pueda mover. Del deseo a la realidad hay que luchar”, finalizó Bajour con esperanzas de que el proyecto se extienda a otros lugares del mundo.