
La libertad de expresión en Sudáfrica ha vuelto a ser noticia con la controvertida pintura de un “expuesto” presidente Jacob Zuma, que fue estropeada el martes en una galería de arte de Johannesburgo.
Algunos creen que los dos atacantes del cuadro “La lanza”, de Brett Murray, que fueron arrestados y recuperaron la libertad bajo fianza, deberían ser llevados a juicio. Otros consideran que la protesta es un derecho universal.
Protesta contra la protesta
Si de ella dependiera, dice la poetisa Fiona Zerbst, de Pretoria, los vándalos deberían acogerse al mismo derecho del que goza el autor de la obra: libertad de expresión.
“¿Qué mejor protesta que protestar contra el arte de protesta? Si queremos vivir en libertad de expresión, debemos estar preparados para llevarla hasta sus últimas consecuencias. Por lo tanto apoyo, la petición a la Galería Goodman de no presentar cargos contra quienes estropearon la pintura”, dijo Zerbst.
“Creo en la libertad de expresión, pero no creo que sea un valor absoluto”, agrega la poetisa. “Quizás lleguemos a ver el enfrentamiento en los tribunales de dos derechos que aquí parecen opuestos: la dignidad y la libertad de expresión, ambos garantizados por la Constitución”.
Hace algunos días el presidente Zuma y su partido, el Congreso Nacional Africano (ANC, por sus siglas en inglés), pidieron a un tribunal que obligara a retirar el cuadro de la galería.
“Mientras este retrato siga colgado en la galería, siento que mis derechos constitucionales están siendo violados”, dice el presidente Zuma en su comunicado: “en él se sugiere que soy un Don Juan, un mujeriego, alguien que no muestra respeto”. La audiencia judicial fue pospuesta hasta hoy, jueves.
Hay otros que tienen una opinión distinta de los atacantes del cuadro, un hombre blanco que marcó con dos cruces rojas sobre la tela, y un joven negro que después arrojó pintura negar sobre la misma.
“Estos dos hombres son simplemente vándalos”, dice Muna Lakhani, activista medioambiental de Ciudad del Cabo.
“Aparte de eso, el escándalo en torno al cuadro es irrelevante. A través de la historia muchos artistas han hecho mofa de figuras políticas”.
Caso pene
El ataque a la pintura en la Galería Goodman es el último episodio de lo que algunos llaman jocosamente el “caso pene”, que comenzó en Ciudad del Cabo con la apertura de la muestra 'Hail to the Thief II' del mismo Brett Murray.
La representación de Jacob Zuma en una pose clásica de Lenin, pero con los genitales fuera del pantalón, era un inequívoco comentario sobre la manera de gobernar de Zuma y su partido. En las últimas dos décadas, Murray ha hecho varias obras satíricas sobre personajes públicos, incluidos algunos políticos del Apartheid.
“Vulgar”
Es probable que el cuadro “La lanza” haya causado risa en algunos sectores, pero muchos sudafricanos se mostraron indignados. Les parecía que era “una vulgaridad”, que atentaba contra “la dignidad” del mandatario y llevaba la libertad de expresión demasiado lejos.
Para una organización como el Black Management Forum, el retrato es un ataque “al presidente y a la cultura sudafricana en general”.
Janine Phillips, conocida especialista en tecnología informática de Ciudad del Cabo, tiene una opinión diferente.
“En un país donde la violación y el abuso sexual de menores es tan habitual, no creo que la aparición de un pene en una pintura sea algo ‘vulgar’, como alegan el presidente y el ANC”.
“El presidente considera que el retrato lo muestra como un Don Juan y un mujeriego. Tendría que leer bien las definiciones de estas palabras porque en realidad es un Don Juan y un mujeriego”, agregó Phillips refiriéndose a las cinco esposas del mandatario y su gran cantidad de hijos tanto legales como extramatrimoniales.
Galería cerrada
A la espera del juicio, la Galería Goodman está cerrada al público, y el cuadro se encuentra en un lugar seguro.
“Creemos que en este momento la galería, su personal y sus visitantes corren peligro”, expresó la propietaria, Liza Esser, en un comunicado.
“El alcance de esta controversia me tiene muy afectada”.
Fuente Radio Nederlands Latinoamérica