Érase una vez Bogotá
Para Jaime y Lizeth I –Un café. Negro, por favor. –¿Un tinto? –Será. No es que acostumbre a desayunar con vino. No es, ni siquiera, que acostumbre a desayunar. Es que estoy en Bogotá. Y a mi derecha un hombre se acerca con un café, negrísimo, que promete revivir al tipo dormido que cargo dentro.…