WASHINGTON- El devastador terremoto de Haití ha trastocado los modestos indicios de progreso en el desarrollo de la empobrecida isla caribeña, hasta el punto de que será necesario un enorme y continuo esfuerzo mundial para reconstruir el país. Los haitianos han aprendido a resistir ante una serie de devastadores huracanes y tienen un largo historial de violencia e inestabilidad, pero este último desastre supone un revés que pocos países, ricos o pobres, serían capaces de afrontar. Desechado en el pasado como un estado fallido, el Gobierno de Haití se ha ganado poco a poco la confianza de donantes e inversores a través de reformas económicas, esfuerzos para erradicar la corrupción y mejorar las condiciones de vida del 80 por ciento de los haitianos que viven en la pobreza. Al respecto, Yvonne Tsikata, directora para el Caribe del Banco Mundial, expresó que antes del terremoto los inversores extranjeros veían cada vez más oportunidades en Haití gracias a una ley estadounidense que permite que los tejidos fabricados en Haití entren en Estados Unidos sin aranceles.
“El terremoto realmente es una tragedia porque había una energía y una sensación fantástica sobre las perspectivas en Haití”, añadió. El ex presidente estadounidense Bill Clinton asumió personalmente la causa de Haití, convirtiéndose en un enviado especial de la ONU y visitando el país varias veces para exhibir su potencial a donantes e inversores. Posteriormente, el FMI y el Banco Mundial cancelaron 1.200 millones de dólares en la deuda de Haití, liberando fondos para el Gobierno para dedicar más dinero a la construcción de carreteras, puentes y programas sociales. Sin embargo, los donantes no siempre han respondido de forma fiable a sus promesas de ayuda, y Clinton les instó el miércoles a cumplir sus compromisos en tiempos de necesidad del país.
Mientras los equipos de ayuda rescatan a gente de edificios destruidos y proporcionan alimentos, agua y medicinas a supervivientes del terremoto de magnitud 7,0, expertos en desarrollo no pueden evitar ver oportunidades para reconstruir Haití de forma lógica. Helene Gayle, responsable del grupo de desarrollo estadounidense CARE, apuntó que Haití ya no podría sobrevivir de crisis a crisis. Los donantes necesitan pensar con más ahínco en cómo colocar al país camino de un cambio duradero y sostenido, añadió. Gayle comparó la tragedia de Haití con el tsunami asiático, y comentó que era una oportunidad para que el mundo fuera generoso y se comprometiera a ayudar al país más allá del actual desastre. “Estas crisis y desastres a corto plazo no pueden tener simplemente respuestas a corto plazo, tienen que tener respuestas a largo plazo para que no sigamos poniendo parches a las sociedades”, declaró a Reuters. “Necesitamos asegurarnos de que vamos a reconstruir de forma que no sólo regresen a donde estaban, sino que tengan una oportunidad de tener un principio después de que todo esto termine”, añadió. El Banco Mundial ha prometido otros 100 millones de dólares en ayuda para Haití e instó a una respuesta urgente para ayudar a la reconstrucción del país. Reconstruir Haití, sin embargo, no significa únicamente reparar estructuras físicas, sino también invertir en salud y educación, declaró. Esto era un esfuerzo a largo plazo que podría llevar entre dos y cinco años, añadió.