Desde los inicios de la historia, el ser humano siempre ha buscado símbolos y señales en los fenómenos que le rodean. Una necesidad de darle significados místicos que conviertan su existencia en algo más grande y espectacular de lo que realmente es. Es así como nacieron las religiones politeístas que ahora consideramos mitologías y para muchos, las religiones que existen hoy en día. De igual modo, para muchos, es el impulso de querer creer que nuestra cotidianidad está realmente enmarcada en un esquema superior, ya sea de origen divino, de una mente humana o incluso extraterrestre, lo que genera las teorías conspiratorias que intentan de algún modo darle algo de emoción a nuestras vidas simples. Debido a los recientes terremotos que han venido sucediendo en los últimos meses (Haití, Chile, Japón, Turquía, Filipinas, por nombrar los últimos), algunos grupos de la sociedad han comenzado a adoptar algunas posturas en torno a las causas de estos movimientos telúricos o al significado que se esconde detrás de los mismos. Es así como se han venido escuchando teorías que van desde el hecho de que estos temblores son producidos por la mano del hombre hasta la creencia de que son una señal divina de que el fin del mundo está por llegar. Terremotos de destrucción masiva En 1993, el gobierno de los Estados Unidos (EEUU) instaló una estación en Alaska para llevar a cabo una operación científico-militar bajo el nombre de Programa Activo de Investigación de la Aurora mediante Alta Frecuencia (HAARP, por sus siglas en inglés). Este programa contaría con la tecnología para emitir ondas de radio en la ionosfera terrestre para poder mejorar las radiocomunicaciones y los sistemas de vigilancia (tales como la detección de misiles). De igual manera, esta tecnología se puede utilizar para analizar geofísicamente la Tierra y encontrar yacimientos de petróleo, gas y minerales. Pero a mediados de la década de los noventas, estalló una controversia en torno a la estación HAARP ya que se temía que ésta pudiera ser utilizada como arma. En 1999 el parlamento europeo pidió que se hiciera una evaluación de esta tecnología. El parlamento ruso denunció en el 2002 que Estados Unidos estaba “creando nuevas armas integrales de carácter geofísico que pueden influir en la tropósfera con ondas de radio de baja frecuencia”. Desde entonces, la estación HAARP ha sido parte esencial de diversas teorías conspiratorias. El informático escéptico David Naiditch expresó que dicho programa es una blanco atractivo para los teóricos de la conspiración porque “su finalidad parece enigmática para los científicos desinformados“. Esta tecnología ha sido culpada por ocasionar tragedias como inundaciones, sequías, huracanes, tormentas y terremotos devastadores. De igual forma se ha especulado que el HAARP fue el causante de los fallos eléctricos importantes del TWA vuelo 800, el síndrome del Golfo y el síndrome de fatiga crónica, así como la Masacre del Instituto Columbine e incluso de la “dominación mental” de las tropas iraquíes que se rindieron ante la llegada del ejército estadounidense en la actual guerra de Irak. Pero el programa HAARP ha vuelto a resonar en la palestra internacional debido a un reporte preparado por la Flota Rusa del Norte en el que se indica que el devastador sismo en Haití fue el “claro resultado” de una prueba de la Marina estadounidense por medio de una de sus “armas de terremotos”. También anunciaron su creencia de que EEUU también sería culpable del terremoto del 12 de mayo de 2008 en Sichuan, China. Luego de este informe, los más radicales representantes del sentimiento “anti-yanqui”, entre ellos el presidente venezolano Hugo Chávez, se han hecho eco de esta denuncia rusa. Además han añadido otros datos como el hecho de que el terremoto en Venezuela el 8 de enero, el de Honduras el 11 del mismo mes y el de Haití el 12 de enero, tuvieron los tres una profundidad de diez kilómetros, al igual que sus réplicas. Estas cifras fueron desmentidas por diferentes organismos como, por ejemplo, la Comisión Permanente de Contingencias (Copeco) en Honduras que explicó que el terremoto en esta nación tuvo una profundidad de 6 kilómetros. Algunos teóricos de la conspiración como el chileno Juan Andrés Salfate, famoso por sus diversas hipótesis de dominación por medio de la red social Facebook, entre otras, ya han comenzado a difundir videos denunciando esta actividad bélica de la estación HAARP. Las señales del fin del mundo “Porque se levantará nación contra nación, reino contra reino; y habrá pestes, hambre y terremotos en diferentes lugares y todo esto será principio de dolores” estos son los versículos 7 y 8 del capítulo 24 del evangelio según Mateo, en la Biblia. Para muchas religiones, el fin del mundo está enmarcado en tiempos turbulentos plagados con catástrofes y tragedias como hambrunas, terremotos, guerras y demás eventos terribles. Mucha agitación se ha producido en los últimos años con la creciente expectativa que se ha venido dando con la cercanía del año 2012 y las profecías Mayas que apuntan a un final de ciclo el día 22 de diciembre de este año, que muchos han asumido como el fin del mundo; las creencias cristianas que toman los tiempos de guerra y las catástrofes recientes como las señales de que se aproxima la segunda venida de Jesucristo y el tiempo descrito en las Revelaciones del apóstol Juan; o incluso con las especulaciones que se han hecho alrededor de las profecías de Michel de Nostradamus del que se ha generado tanta literatura alterna que es difícil discernir ya cuáles citas pertenecen en realidad al médico y consultor astrológico renacentista. Incluso se estrenaron el año pasado las películas Knowing y 2012 en las que se narra el fin del mundo para esta época. En este sentido, las noticias de los terremotos que se han registrado en los últimos meses han producido un efecto alarmista exponencial en las comunidades más fanáticas, que aseguran que el fin del mundo se acerca rápidamente. Pero no sería la primera vez que se espera que llegue el fin del mundo. En vísperas del año 2000, mucha gente tenía miedo de que llegara la era descrita en el libro del Apocalipsis e incluso se especulaba que el tercer secreto que le había dicho la Virgen de Fátima a los tres pastores portugueses era que sería en este año que se acabaría el mundo. El 26 de junio de 2000, el entonces Cardenal Joseph Ratzinger (actualmente el Papa Benedicto XVI) reveló este secreto, dando a conocer que no contenía ninguna profecía catastrófica. Para muchos teólogos y estudiosos de la Biblia, estos temores carecen de sentido alguno pues los acontecimientos descritos por el apóstol Juan en sus Revelaciones lejos de hablar del fin de los tiempos, describen la caída del Imperio Romano y la llegada de la era de la supremacía de los Cristianos. Para otros que sí creen en la segunda venida de Jesucristo, de igual forma consideran sin sentido intentar adivinar el momento de su arribo ya que como dijo Él, según la Biblia, llegará “como ladrón en la noche”, es decir, sin que nadie lo espere o lo vea venir. La tierra y sus temblores El hecho de que la tierra se estremezca y ocurran terremotos no es algo nuevo. De hecho, el planeta Tierra se encuentra en constante movimiento y se registran anualmente mas de 30 mil temblores. Lo que sucede es que sólo algunos son lo suficientemente intensos para ser catalogados como terremotos o ser percibidos por nosotros. Pero, al contrario de lo que se ha estado diciendo últimamente de que en años recientes la cantidad de terremotos y su poder de devastación han ido incrementándose, a lo largo de la historia ha habido registros de sismos tan catastróficos y terribles como los ocurridos en los últimos meses. Es más, el terremoto más intenso que se haya registrado fue en Chile en 1960 y tuvo una magnitud de 9.5 en la escala de Richter (el ocurrido en Chile este año fue de 8.8). El 9 de marzo de 1957, en Alaska, un sismo de 9.1 golpeó las islas Andreanof. En la isla Umnak, el monte Vsevidof hizo erupción después de estar dormido por 200 años y se generó un tsunami de 15 metros de alto que llegó hasta Hawai. De igual modo, la cantidad de muertos ocasionados por estos terremotos no es más terrible ahora que hace cientos de años. En el año 365 d.C. en Creta, un terremoto dejó un saldo de 50 mil muertos, y en el 856, otro sismo en Irán ocasionó 200 mil muertes. En el año 1.201 se registraron un millón cien mil muertos por un terremoto en el norte de Egipto. En 1.556, en el centro de China, murieron 830 mil personas también a causa de un movimiento telúrico. En cuanto al argumento de que cada vez se registran más terremotos, hay que tomar en cuenta que la tecnología especializada para este tipo de recopilación de datos es más efectiva hoy día de lo que era hace décadas. Es lógico que haya un incremento en el número de temblores captados por estos equipos. El negocio del miedo Una constante en la historia de la humanidad es que el miedo vende. No en vano el género cinematográfico que más ganancias reporta en Hollywood son las películas de horror y no es en balde que centenares de documentales y especiales para televisión sobre conspiraciones y señales del fin del mundo, se produzcan cada vez más, sobre todo cuando fechas como el año 2000 y el 2012 se encuentran próximos. Muchos de los programas del canal de televisión por cable Infinito son un excelente ejemplo de esto. Los medios de comunicación se valen del temor que producen estos eventos catastróficos como los terremotos para vender programación en torno a los mismos. Los noticieros que cubrieron el simulacro de tsunami el pasado miércoles 24 de marzo en los municipios costeros de Puerto Rico, comenzaron haciendo un recuento de los saldos catastróficos que han dejado los tsunamis en los últimos años. De igual forma seguirán produciéndose películas como Knowing y 2012. La estrategia de mercadear con el miedo tampoco es ajena para los teóricos de las conspiraciones. Estas personas que buscan “alertar” a la población de los esquemas maquiavélicos de aquellos que en realidad dominan el mundo, demuestran no tener fines altruistas en la exposición de su verdad, cuando comienzan a promocionar sus libros que contienen todas las claves, pistas y maneras de defenderse del control superior. Esta verdad que promocionan no es otorgada de forma gratuita para salvar a la mayor cantidad de personas que sea posible, por el contrario, es vendida a un precio y contada en una serie de libros que se venden por separado. Para muestra, la selección de libros de Juan Andrés Salfate, el libro Angels don´t play this HAARP del Dr. Nick Begich and Jeane Manning o la revista World News & Prophecy entre otros. De igual forma han sido muchas las Iglesias y congregaciones religiosas que se han valido del miedo al infierno y al Día del Jucio Final para engrosar sus filas. Un ejemplo de que esto es eficazmente cierto es que luego del estreno de la película The Exorcist en 1973, el porcentaje de católicos en los Estados Unidos aumentó considerablemente. Por lo tanto, la propagación de la idea de que el fin del mundo se acerca y que el día de mañana puede ser tarde para arrepentirse de nuestros pecados y unirnos a la Iglesia que profesa la fe verdadera, es una estrategia muy hábil, utilizada por algunos líderes religiosos. Incluso, hay líderes políticos que promueven la idea del miedo para justificar la importancia de postergarse en el poder como el único medio de salvación ante la fuente de temor, como las armas telúricas de EEUU. Los terremotos son un fenómeno que han ocurrido desde siempre. Son un evento natural en un planeta que se encuentra en constante movimiento y transformación. Las placas tectónicas de la Tierra se mueven lentamente sobre mares de magma y chocan entre sí estremeciendo el suelo que pisamos. Las trágicas muertes ocasionadas por estos sismos han venido pasando desde antes de que existiera el HAARP, del descubrimiento de América o la conformación de los Estados-Naciones y han podido ser leídas como la anunciación del fin del mundo desde hace miles de años. Son sucesos que se siguen dando y que nosotros, tal como lo hicieran civilizaciones antiguas que aseguraban que dichos temblores respondían a la furia de un dios encolerizado, les otorgamos nuevos significados para darle una explicación menos trivial que los procesos normales del mundo en el que habitamos.