Blood, guts, bullets & octane. Estas cuatro palabras definen lo que mayormente toda película exitosa de acción debe tener para así cumplir con los requerimientos del género y complacer a las masas. Curiosamente, estas cuatro palabras componen el título del primer filme de 1998 de Joe Carnahan, director joven y comprometido al género de acción de nuestra generación. Con este primer filme, Carnahan logró hacer lo que Robert Rodríguez consiguió seis años antes con El Mariachi: un filme imaginativo y excepcional repleto de acción, realizado con un mínimo presupuesto y con una extrema determinación que opacaba las obvias limitaciones. El filme está lleno de acción frenética y violenta, con diálogos propios de Quentin Tarantino y una edición al estilo de Rodríguez. En el 2002, el director bajó un poco la velocidad de su edición, pero no sacrificó su intensidad, con el filme Narc, un drama policiaco serio (y solemne) protagonizado por Ray Liotta y Jason Patric. En el 2007 regresa a su estilo errático y altamente estilizado en Smokin’ Aces, filme sobre una manada de sicópatas y asesinos detrás de la cabeza de Buddy “Aces” Israel (Jeremy Piven). Con solo estas tres películas Carnahan ha demostrado ser uno de los más talentosos directores de acción de hoy, de lo cual Hollywood ha estado desprovisto en los últimos años. Carnahan ha llegado a Hollywood con una serie de películas que toman prestado de otras famosas películas de acción no de manera descarada sino con intenciones de reinventar y apropiar los más esenciales elementos del género. En The A-Team, el filme nuevo de Carnahan ahora en cines, éste logra rendirle homenaje a una serie televisiva que lo formó como director y amante de la acción. Una serie llena de explosiones, de tiroteos, adrenalina y violencia, todo en lo que Carnahan es experto.
El argumento de The A-Team no es más que una excusa para situar a los personajes en los más espectaculares, e imposibles, escenarios de acción, pero si algo logra es que mantiene el filme corriendo a una velocidad intensa. El filme comienza con una perfecta introducción de cada miembro de la “brigada A”, comenzando con John “Hannibal” Smith (Liam Neeson) en México en dirección a salvar a Templeton “Faceman” Peck (Bradley Cooper). En el camino Hannibal se encuentra con Bosco Albert “B.A.” Baracus (Quinton “Rampage” Jackson), quien ayuda entonces a Hannibal a rescatar a Face. Una vez llegan a un hospital, el grupo se encuentra con el último integrante de la brigada, H.M. “Howling Mad” Murdock (Sharlto Copley). Lo que prosigue es uno de los más excitantes y expertos escenarios de acción de años recientes que logra mantener la acción fluyendo mientras el director expone perfectamente las peculiaridades y atributos de cada personaje.
Luego de esta excitante introducción, pasan ocho años y el equipo se encuentra trabajando en Irak. Un agente de la C.I.A. se presenta a Hannibal con el nombre de Lynch (Patrick Wilson). Lynch le ofrece un trabajo peligroso a Hannibal, el cual éste último toma ignorando los consejos de su comandante, General Morrison (Gerald McRaney). El equipo completa la imposible misión sin problema, solo para llegar a su campamento y encontrar que han sido traicionados. El equipo es arrestado, destituido, y cada uno es sentenciado a diez años en distintas prisiones. Después de seis meses, el equipo escapa metódicamente y se dedica a vengarse y a limpiar sus nombres. Mientras tanto, la Capitana Charissa Sosa (Jessica Biel), quien también tuvo una relación amorosa con Face en el pasado, persigue al equipo fugitivo.
La historia claramente no es lo más importante. Es la manera en que estos personajes interactúan entre sí mismos y en las espectaculares situaciones en que Carnahan los sitúa lo que permite que el filme se mantenga interesante. Carnahan ha sido bendecido con un elenco excepcional, guiado por Liam Neeson. Neeson encarna al icónico personaje de Hannibal, interpretado originalmente por George Peppard, con la calma y seguridad que lo caracteriza, y su presencia aporta grandemente al filme debido a que el actor se inmersa en el personaje y se disfruta cada minuto en pantalla. Sus escenas con Bradley Cooper, interpretando a Face, son totalmente creíbles y sus conversaciones denotan una relación larga y madura. Cooper, quien recientemente ganó respeto con su rol en The Hangover, le brinda carisma al personaje de Face, un hombre temerario y elegante que el actor perfectamente encarna. Quinton “Rampage” Jackson sorprende enormemente con su interpretación de B.A. Baracus. Jackson, un luchador y campeón de “Ultimate Fighting Championship”, sabiamente utiliza la actitud intimidante que ganó en el octágono de “UFC” mezclada con una buena dosis de humor, y aunque muchos quizás prefieran la imagen de Mr. T, Jackson hace un trabajo formidable y respetable (afortunadamente, tanto Jackson como Carnahan decidieron que Baracus no utilizaría los collares de oro hechos famosos por Mr. T). Por último, Sharlto Copley, disfrutando del éxito de District 9, devora el papel de Murdock, aprovechando la locura y extroversión inherente al personaje (el actor fue permitido, como en District 9, a improvisar y sugerir ideas para el personaje). Jessica Biel no resalta, pero hace un muy buen trabajo con lo que le exige el libreto, pero Patrick Wilson da todo lo suyo para interpretar al villano de la película. Es gracioso, arrogante, sarcástico y totalmente desagradable, ¿qué más se necesita de un villano?
Todos los filmes anteriores de Carnahan han sido ejemplos de su total devoción a los personajes y a sus predicamentos, pero también han demostrado su profesional construcción de escenarios de acción. Carnahan es un director que se suscribe, según muchos críticos, al tipo de edición denominado “MTV style editing”, lo cual considero algo despectivo. No hay duda de que éste ama los cortes rápidos y frenéticos, pero al contrario de varios de sus contemporáneos en el ámbito de la acción, Carnahan hace acción que se entiende y que tiene una relación bastante aceptable con el espacio, por más increíble o imposible que sea lo que está ocurriendo. La escena introductoria del filme, magníficamente, logra encajar todo escenario posible de acción: una escena de persecución en carros, una pelea a puñetazos (realizada casi sin cortes, curiosamente), un rescate a tiroteos y una pelea en helicóptero. Esta es la estrategia de Carnahan. No es cuestión de hacer creer que las acciones en pantalla sean posibles, sino de que sean emocionantes. La escena en la que un tanque cae del cielo y Face sale para utilizar el arma encima de dicho tanque es una de las escenas más increíbles que he visto, pero también una inyectada de tanta adrenalina que toda ley de gravedad puede ser ignorada.
En los filmes de Carnahan, la acción se convierte visceral e impactante gracias a su uso del sonido, la edición y de la cámara. Éste siempre busca una manera alterna de filmar una escena de acción, por lo cual la cámara siempre busca distintos ángulos y hasta enfatiza detalles que serían ignorados por cualquier otro director. En su primer filme la rápida edición y el sonido escondían las limitaciones del presupuesto, pero simultáneamente creaban unas imágenes estilizadas que se han convertido en recursos indispensables del director. Pero esto es balanceado con un tratamiento pesado e inteligente de personajes reales y creíbles. Quizás los personajes de The A-Team no son tan complejos como uno quisiera, pero la acción compensa cualquier profundidad no explorada.
Carnahan es, antes que todo, un fanático del cine. Fue en un momento parte de la audiencia: la que deseaba tener una experiencia visceral en la sala del cine. Es en este aspecto que se separa Carnahan, y Robert Rodríguez, de los demás directores de acción de hoy día. Aunque no lo prolífico y ecléctico que es Rodríguez (Carnahan no me parece alguien que intentaría hacer algo similar a Spy Kids), Carnahan sí comparte un aspecto clave con su tejano contemporáneo: un apasionado amor por hacer cine, sobre todo filmes de acción. Existen los directores que devoran el dinero de los productores e inundan la pantalla de efectos especiales vacíos, que editan sus filmes sin respeto al espacio o a la acción en pantalla y que no se molestan por personajes sino más bien por caras que no tienen expresiones (todo esto va dirigido principalmente a Michael Bay, específicamente a ambas películas de Transformers). Carnahan pertenece al grupo de los conocedores del cine, los que no solo utilizan los filmes que aman como inspiración sino que juegan con el lenguaje cinematográfico, y que simplemente disfrutan hacer películas. Solo hace falta notar el homenaje que Carnahan le rinde al filme clásico de acción Darkman, el cual protagonizó Liam Neeson en 1990, en los últimos minutos de The A-Team para descifrar la diferencia entre un vendedor (Michael Bay) y un cineasta.