The Artist es una de esas películas que desde la presentación de sus anuncios, prometía ser algo que daría de que hablar. Y es que, hace varias décadas no se estrenaban filmes silentes.
Sin embargo, The Artist no es sólo una película muda, sino una que habla sobre el momento en el que Hollywood abandonó el cine sin audio para entregarse de lleno al sonido.
Las películas que hablan de cine son algo bastante común en la gran pantalla. Cada tanto tiempo se hace un film que toca el tema de la realización cinematográfica, ya sea desde el punto de vista nostálgico de una vieja sala de cine como en Cinema Paradiso, desde el punto de la vista de la creación literaria del guión (Adaptiation), desde la pasión por narrar historias como en Son of Rambow, desde el punto de vista íntimo del director (8½), el punto de vista de la espectacularizado (Nine), desde el punto de vista del mensaje y el cine como un arma ideológica (Inglorious Basterds), o por medio de la fantasía fusionada con la realidad como en Hugo.
Ahora bien, cuando la nostalgia se fusiona con el punto de vista de la industria y se insertan en un homenaje a la época dorada del cine Hollywoodense, tal como se ha hecho en The Artist, es bastante probable que la Academia termine premiando este trabajo con todos los galardones.
Pero, ¿merece The Artist el premio a mejor película? Depende, claro está, de lo que se tome en cuenta para otorgar ese galardón. Técnica y artísticamente hablando, el film es impecable. El director francés, Michel Hazanavicius, supo orquestar maravillosamente un equipo para hacer un film que reproduce a la perfección el estilo, las imágenes, la sensación y la apariencia de una película silente. La fotografía, la dirección de arte, la música, las actuaciones (sobre todo la maravillosa actuación de Jean Dujardin), se complementan hermosamente para crear una película que al mismo tiempo emula y rinde tributo el cine de la segunda década del siglo XX, reinventándolo simultáneamente.
Si nos basamos en ese increíble logro, The Artist merece premios y halagos sin duda alguna. Durante los 100 minutos de duración, podemos decir que la película nos transporta temporalmente a 1927. Pero, ¿Qué ocurre si este film no se hubiese hecho buscando imitar el estilo de la época dorada de Hollywood? El resultado sería totalmente opuesto. La película no resultaría para nada interesante si tuviese que contar sólo con la historia y el argumento en conjunto al no muy elaborado guión (recordemos que los diálogos son escasos debido a que es una película silente).
La trama es medianamente simple. George Valentin (Dujardin) es un actor de películas silentes que se enfrenta a lo que muchos artistas de la época tuvieron que sufrir: el cambio del cine mudo al cine sonoro. La gran mayoría de estos actores se vieron en la imposibilidad de continuar con sus carreras ya que no se sentían cómodos con sus voces o no hablaban bien el idioma inglés, debido a sus fuertes acentos. Valentin, por lo tanto, debe adaptarse o extinguirse ante el avance tecnológico de la industria cinematográfica, que busca entretener, más que hacer arte.
Además, hay una subtrama romántica entre Valentin y Peppy Miller (interpretada por Bérénice Bejo), una joven y carismática actriz novel que triunfa en el cine sonoro. El problema de esta historia (o realmente de todas las tramas del film) es que no se desarrolla profundamente. El guión es demasiado simple y para nada complejo. En este sentido, la película termina pareciendo más un dibujo animado de la época silente que un film.
Quizás lo más interesante de The Artist (además de su homenaje al cine silente y el estilo cinematográfico que presenta magistralmente) sea el tema de la necesidad de muchos artistas de adaptarse a las nuevas tecnologías o quedar en el olvido. En aquella época era entregarse al cine sonoro o desaparecer. Luego fue la inclusión del color, la modificación de la narrativa y el ritmo y los efectos especiales. Hoy en día la industria cinematográfica se enfrenta a avances que presentan el mismo reto a los cineastas: la era digital y el 3D.
Las grandes compañías de film y cinta cinematográfica han anunciado el cese de producción de película para las cámaras análogas. El futuro del cine está en las cámaras digitales. Los productores, entendiendo que esto representa un ahorro en material han aplaudido este avance y los más reconocidos directores han aceptado esto. En la medida que un director de fotografía se niegue a abandonar el celuloide, dejará de tener ofertas de trabajo.
Asimismo, cada vez más películas se ofrecen en el formato 3D e incluso directores como Martin Scorsese se han decidido a incursionar en esa técnica. A pesar de que algunos cinéfilos más conservadores rechacen esta tecnología, la verdad es que los números no mienten y las películas que se presentan en este formato, están rompiendo récords de taquilla. Al mismo tiempo, cada vez más se desarrollan nuevos equipos de entretenimiento para las casas que ofrecen imágenes en 3D: Blu-Rays y Televisiones 3D, consolas de videojuegos, entre otras.
Por lo tanto, la situación que atraviesa George Valentin en The Artist (y la que enfrentaron muchos artistas de la era que describe el film), es totalmente vigente hoy en día. En la industria cinematográfica, el artista debe adaptarse y reinventarse o desaparecer.