En este momento, en el estado actual del cine, existen pocos directores, y por lo tanto pocas películas, que sobresalgan de la inmensa cantidad de producciones innecesarias y ofensivas que se estrenan a través de todo el año. Esto es mucho más pertinente en Estados Unidos, pero en el otro lado del mundo la situación es un poco distinta. No quiero decir que todos los directores extranjeros son buenos y están haciendo clásicos sin cesar, sino que aparenta ser que en estos países existen personas con visión y entusiasmo genuino. Directores y escritores que con la mitad del dinero con el que se hace una producción en Estados Unidos logran hacer obras más ambiciosas, memorables y originales. Menciono todo esto porque precisamente uno de estos directores es Park Chan-Wook, director de la ya famosa trilogía de la venganza (“Sympathy for Mr. Vengeance”, “Oldboy” y “Lady Vengeance”). Este hombre ya le ha demostrado al mundo que es capaz de hacer filmes distintos que retan las convenciones y que ofrecen un nivel de entretenimiento que hoy día está escaso. Sus filmes son complejos, altamente sexuales y violentos, pero aún más se destaca la carga moral y ética de cada uno de estos filmes. Además de esto, el director es un experto en el encuadre y uso de la cámara. Su estilo es uno de sus mejores atributos y utiliza todo lo que tiene a su disponibilidad para lograr la imagen que desea. Es esta mezcla de estilo y sustancia la que lo caracteriza como director, y esto se reafirma con su nuevo filme “Thirst”. “Thirst” es un filme de horror de vampiros, un género que ha cobrado nueva vida ahora con la llegada de “Twilight”. Pero Park Chan-Wook no quiere hacer lo mismo que se ha hecho antes. Este busca algo nuevo dentro del género y lo logra hacer. El filme trata sobre un joven cura católico que luego de someterse a un experimento médico es transformado en un vampiro. Para completar, el hombre se enamora de la esposa de un viejo amigo. Parece ser otra historia de amor como “Twilight”, pero no lo es, para nada. El título ayuda a entender mucho del filme. Todo tiene que ver con la sed que viene a uno cuando está tan reprimido y desprovisto de ciertas cosas necesarias para la vida. Es una sed animalesca y brutal que le viene tanto al cura/vampiro Sang-hyun y a Tae-ju, la esposa de su amigo. Ambos se dejan ir por su sed ya que cada uno ha experimentado represión de una manera u otra. A esto se añade el peso de Sang-hyun de ser un fiel creyente de Dios, evitando matar para saciar su sed de sangre, mientras que Tae-ju no siente fe y hará lo que sea por escapar de la vida que odia. Es toda una amalgama de emociones y sentimientos que hasta cierto punto es bello, pero por otro lado es bastante difícil de digerir.
Park Chan-Wook es un director que sabe lo que hace. Cada una de las escenas posee una sutil atención a detalles que enriquecen todas las secuencias. Curiosamente, el filme es mucho más movido en cuestión de utilización de la cámara que sus otros filmes. Park es un director que le gusta explorar toda la escena, por lo que este filme es perfecto para que utilice toda su imaginación. La cámara gira y ve todo los ángulos posibles, creando tensión y conflicto en cada imagen. El director es también un experto utilizando efectos especiales (CGI) para crear unas imágenes perturbadoras, humorísticas y surreales. El filme posee una ambientación rarísima y tenebrosa gracias a la sutileza de las imágenes de Park. Los efectos de los vampiros utilizando sus poderes son increíblemente realistas y estilizados debido a esto también. La precisión del director es tanta que es casi obsesivo el manejo de las escenas. Todo está calculado, y es ese toque de perfección obsesivo lo que convierte el filme en uno excepcional. La cinta cinematográfica no tiene misericordia (como todos los otros filmes de Park) y está repleto de imágenes crudas, pero a la misma vez posee un humor negro tan fuerte como la misma trama. Si no fuese por lo fuerte del contexto, el filme sería una comedia, pero Park logra que esta combinación de humor negro (bien negro) funcione con el tema del filme. Las situaciones y desarrollo del filme son tan inesperadas que le hace a uno pensar que está viendo dos películas. El filme se extiende un poco más de lo que debe y no es tan organizado como los otros filmes de Park, pero éste siempre logra darle el giro necesario para que caiga todo en su sitio. Hace esto precisamente para mostrar el desorden de vivir como un ser violento y sin control de sus necesidades. El director hace preguntas sobre la naturaleza de vivir como vampiro, de ser un hombre que aunque no sea un monstruo quiere más de la vida y ahora con su nuevo poder tampoco puede funcionar. La historia de amor es sólo un catalítico para mostrar estas preguntas filosóficas y morales. Se puede decir que este es el filme “anti-Twilight” (junto al otro increíble filme de vampiros del año pasado “Let The Right One In”), uno más complejo y adulto que reta al espectador a ver más allá de simples relaciones amorosas sin peso moral alguno. Por esta razón y más, el filme no será muy bien recibido por fanáticos de la serie de “Twilight”, pero será muy bienvenido por amantes de los vampiros, ya que ofrece una visión nueva del folclor que nunca se había visto anteriormente. “Thirst” es para personas que quieren ver algo distinto a lo que el cine estadounidense y comercial puede ofrecer y es esto lo que hace a Park Chan-Wook uno de los mejores directores del momento.