Al cumplirse tres meses del paso del huracán María por Puerto Rico, las once unidades de la Universidad de Puerto Rico (UPR) aún se encuentran en las etapas iniciales de recuperación, según constató Diálogo durante un recorrido por varios de estos campus.
El fenómeno atmosférico, que azotó al País el pasado 20 de septiembre, ocasionó daños y pérdidas en el sistema universitario ascendentes a $132 millones, de acuerdo con datos preliminares de la Junta de Gobierno de la UPR.
Por tal razón, el seguro de la institución aprobó un adelanto de $5 millones a nivel sistémico, de los cuales 11 unidades —incluyendo Administración Central— recibirán $436 mil. La UPR en Utuado (UPRU), cuyo campus se considera uno de los que menos destrucción sufrió, contará con una asignación de $200 mil.
A 92 días de María, la UPR continúa dedicando esfuerzos a tres principales etapas: mitigación de edificios, cotización de daños y reconstrucción de infraestructura. Al mismo tiempo, buscan atender las necesidades de los estudiantes que continúan en carencia de servicios básicos para su desempeño académico.
Este es el caso primordial de la UPR en Humacao (UPRH), cuya unidad fue la más afectada por el embate del ciclón, según declaraciones en récord del presidente interino de la institución, Darrel Hillman Barrera. Con daños que alcanzan los $35 millones, el rector interino, Héctor Ríos Maury, aseguró que se trabaja con prioridad en los edificios más afectados del campus.
Según Ríos Maury, se está trabajando en los sellados de techo en la biblioteca, el complejo deportivo, el edificio de Administración de Empresas, la Facultad de Letras, el edificio de Nuevo Arte y las oficinas de Rectoría. De igual forma, la reconstrucción del complejo deportivo —la instalación más perjudicada en la UPRH— será trabajada con la expectativa de tener su fase inicial completada para mayo del año entrante.
El campus actualmente ofrece servicios de lavandería —de una tanda al día— para los estudiantes que aún no tienen servicios de luz o agua en sus hogares. Además, con el centro Emergency Stop & Go, se han impartido servicios de barbería, distintas actividades de entretenimiento para los alumnos, al igual que un centro de acopio de ropa y alimentos.
“Desde la primera semana de noviembre, se han repartido más de 20,000 almuerzos a la comunidad universitaria”, indicó Ríos Maury.
Asimismo, la UPRH tiene un centro de recarga móvil para facilitar el acceso a la tecnología. Aunque el campus ya cuenta con servicio de electricidad, los servicios de Internet y la señal de telecomunicaciones en Humacao aún son cuesta arriba.
“Tengo que escribirle a un amigo mío en Cayey, para que me busque la información [de una clase], me la envíe, y poder hacer la asignación”, testimonió el estudiante de cuarto año Jay Rodríguez al manifestar uno de los desafíos que confronta diariamente para cumplir con sus obligaciones académicas post-María.
Continúan inoperantes edificios de Río Piedras
Luego de estimar daños cercanos a los $41 millones, el Recinto de Río Piedras (UPRRP) aún tiene la Escuela de Comunicación (COPU), el Anexo Facundo Bueso y partes de la biblioteca José M. Lázaro —la más grande del campus— inoperantes.
Además de COPU, cuyo edificio se estima que podría tardar hasta un año en restaurarse, entre las prioridades de la Oficina de Planificación para los trabajos de impermeabilización —método que evita que el agua penetre la infraestructura— se encuentran los edificios de Arquitectura y el Teatro, ubicado en la Facultad de Humanidades.
También, habrá una segunda fase de impermeabilización para los edificios de Ciencias Sociales y el Decanato de Estudiantes, de acuerdo con la Oficina de Comunicaciones, Desarrollo y Exalumnos del Recinto de Río Piedras, a través de comunicación electrónica.
Aunque ya comenzaron a restablecerse cursos en sus horarios nocturnos, la biblioteca Lázaro aún permanece abierta solo en horario diurno. Con equipos tecnológicos limitados —hasta siete laptops— y solo un área parcialmente abierta para imprimir, en centro principal de estudios en Río Piedras solo opera hasta las 4:30 p.m., de lunes a sábado.
Por otro lado, la falta de lugares de estudio, la inaccesibilidad a Internet, computadoras e impresoras, la limitada transportación y los gastos diarios en comida son reclamos constantes de la comunidad universitaria mientras intentan reinsertarse a la rutina de clases luego del temporal.
“De las cosas que más difíciles se me ha hecho es la transportación, porque antes de María yo dependía totalmente del tren urbano”, señaló la estudiante de periodismo y lenguas extranjeras Verónica Paredes Hernández, quien ahora utiliza la guagua pública —en la que tarda hasta tres horas para llegar a su hogar— y en ocasiones acude al servicio de Uber.
“Estos son gastos adicionales que tampoco tenía en mi presupuesto”, continuó la estudiante.
Para el alivio de los miles de estudiantes que llegan a Río Piedras mediante el Tren Urbano, este medio de transporte comenzó a operar de manera parcial el pasado martes.
Diálogo intentó obtener reacción del rector interino del recinto, Luis Ferrao Delgado, pero el académico remitió las preguntas a las oficinas encargadas de la rehabilitación.
Edificio de ingeniería desalojado en el RUM
Tras el recorrido que realizó Diálogo por el Recinto Universitario de Mayagüez (RUM), se observó que uno de los edificios principales del Departamento de Ingeniería, el Luis A. Stéfani, se encuentra parcialmente cerrado debido a asbestos encontrados luego del huracán.
El edificio, en el que se imparten la mayoría de las clases de ingeniería general, y que actualmente tiene alrededor de 40 espacios clausurados, se espera que reabra para los primeros días de clases en enero, según la rectora interina del recinto, Wilma Santiago.
Asimismo, algunos salones, laboratorios y el anfiteatro del edificio de Enfermería, así como el anfiteatro de Ingeniería Industrial, que se encuentran en el proceso de higienización, se espera que reanuden entre mediados de enero y principios de febrero.
La valoración de daños totales en el RUM ronda los $23.8 millones. Entre las edificaciones que más sufrieron el impacto del huracán estuvieron el Coliseo Rafael A. Mangual y el Gimnasio Ángel F. Espada, instalaciones deportivas utilizadas mayormente para los entrenamientos de los estudiantes-atletas. En el interior de estos complejos quedó al descubierto el severo daño causado por hongos, goteras, agua filtrada y plafones del techo destruidos en el piso.
La reparación del Coliseo Mangual, cuyos daños se estimaron en $4.5 millones, actualmente se encuentra en un proceso de subasta en Administración Central.
Aunque la rectora interina destacó que se está dando “alta prioridad” al Coliseo, admitió que desconoce de una posible fecha de reapertura. Mientras tanto, el gimnasio —que sufrió pérdidas cercanas a los $2 millones— está en el mismo estado de inutilidad que el Mangual.
Al igual que el edificio Stéfani, la biblioteca general del RUM se encuentra parcialmente cerrada mientras se completa la remoción de hongos, problema que afecta al centro de estudios desde antes de María. Por el momento, el Centro de Recursos Electrónicos (CRE) es el único espacio accesible de la biblioteca, disponible con servicios de computadoras e impresoras para la comunidad colegial.
Por otro lado, de los $436,000 que corresponden al RUM, no han recibido “ni un centavo todavía”, reclamó el presidente del Consejo General de Estudiantes (CGE) del Colegio, Marcus Ramos Cintrón. El líder estudiantil aseguró que las unidades del sistema universitario público “necesitarán más” fondos para restablecer a la universidad, y que el presupuesto de la institución no está lo suficientemente fortalecido para cumplir con semejante labor.
UPR Cayey enfrenta problemas de limpieza
A pesar de ser la última unidad en retomar sus clases —el pasado 6 de noviembre—, la UPR en Cayey se encuentra “básicamente intacta”, informó el rector interino del campus, José Molina Cotto.
De acuerdo con Molina Cotto, se debe a que, antes de ser un colegio universitario, la UPR Cayey era un terreno militar, con gran parte de sus edificios construidos en madera. No fue hasta el embate del huracán San Felipe II en el 1928 —último huracán categoría cinco en pasar por la Isla— que se reconstruyó la infraestructura en cemento, capacitada para resistir un futuro huracán de esa categoría.
El campus tuvo pérdidas valoradas en aproximadamente $8 millones, principalmente en sus 180 acres de área verde. Según el rector interino, el costo más grande que enfrenta la institución son los cerca de $800 mil necesarios para instalar 8,000 pies de verja nueva alrededor del terreno.
Asimismo, Molina Cotto aseguró que su oficina aún tiene presencia de hongos y que el principal edificio de Ciencias, el Miguel Meléndez Muñoz, sufrió inundaciones debido al agua que se acumuló en el techo. Por lo tanto, partes del techo aún no tienen plafones, detalló.
De igual forma, el laboratorio más moderno de la unidad —adscrito al Meléndez Muñoz—, que fue inaugurado en marzo, no contó con servicio de electricidad hasta el 6 de noviembre, siendo el motivo principal para el retraso de las clases, ya que una tercera parte de los alumnos de la UPR Cayey estudia en el Departamento de Ciencias Naturales.
Por su parte, el presidente del CGE en Cayey, Héctor Barreto, aseguró que “los estudiantes no tienen un espacio claro de estudio”, debido a que el quinto piso de la biblioteca Víctor Pons Gil —su principal centro de estudio— se encuentra cerrado hasta nuevo aviso, como consecuencia de los estragos de María.
Además, Diálogo comprobó que en la biblioteca principal de la unidad el acceso es limitado desde el segundo piso en adelante, ya que la falta de plafones ha dejado los techos al descubierto y con cables tendidos que podrían ser peligrosos. Ante esto, Barreto reclamó que “queremos que se abra nuevamente, pero responsablemente”.
Actualmente, el campus cierra a las 5:00 p.m., por lo que Barreto reiteró que se ha llevado la preocupación de agilizar las restauraciones de las bibliotecas al Decanato de Estudiantes, y, por consiguiente, se puedan restablecer los horarios nocturnos.
Asimismo, el presidente concejal mostró inquietud sobre las investigaciones científicas que se llevan a cabo en la institución, ya que muchas de ellas perdieron materiales por el embate del ciclón. El no contar con horarios nocturnos es otro obstáculo para los investigadores.
“No se le puede pedir a un protocolo científico que termine antes de las 5:00 p.m.”, argumentó Barreto.
El problema de la sanidad es otro asunto por resolverse en la unidad cayeyana. “Vamos a tener una universidad sucia”, denunció Barreto, explicando que actualmente hay escasez de empleados para la limpieza del campus.
“No fue algo fuera de lo común ver a estudiantes y profesores entrar con mascarillas en los primeros días de clases”, recordó, haciendo alusión a la presencia de hongos, del que recalca aún quedan rastros en la biblioteca y en distintos departamentos del campus.
De igual forma, destacó que se ha llevado un plan de limpieza al Senado Académico, puesto que el sistema de agua en el campus —que proviene de pozos y no de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados— sufre de inestabilidad “casi todas las semanas”, contrario a lo que estipuló el rector Molina Cotto, quien señaló que el servicio de agua es “funcional completo”.
Debido a la inestabilidad de agua que alega Barreto, el líder estudiantil ha recibido quejas de parte de profesores por el descuido y el fuerte olor desagradable que proviene de los baños, que en ocasiones llega hasta los salones de clases.