Aunque su presencia irradia juventud, no se deje engañar; es camuflaje para su bagaje. El etnomusicólogo César Colón Montijo lleva una pila de años en las comunicaciones de Puerto Rico, no es ningún nene na’. Que si ha hecho radio, que si ha redactado su periodismo aquí y allá, que si ha escrito guiones, que si ha realizado documentales …en fin, el trabajo de este otrora profesor ya lleva años rebotando en Borinquen, en América Latina y en Estados Unidos.
¿Sus temas favoritos? Pues la salsa, la plena y la figura de Ismael Rivera como ente sociocultural y cuidado si sociopolítico… ah y no necesariamente en ese orden. Este cano de Ciales es tan y tan cocolo que el otro día los Macropanas de Maelo de Venezuela (término que Colón Montijo explica en esta entrevista) le dieron el título de Macropana boricua. Además, no recuerda el último Día Nacional de la Salsa que se perdió, pues hasta hace ajustes en sus estudios de doctorado en Columbia para llegarle al Bithorn año tras año.
Ahora, la editorial El perro y la rana, de la República Bolivariana de Venezuela, le acaba de publicar su libro Cocinando suave: ensayos de salsa en Puerto Rico y con esa excusa lo contactamos para entrevistarlo. Lo bueno de entrevistar a gente que se pasa entrevistando a otra gente, como hace César, es que siempre están listos para batear las que sean. La entrevista que viene a continuación es una lectura altamente recomendada. Imagínese lo que será su libro.
Diálogo: Saludos, César. Para los que no te conozcan, preséntate por favor. ¿Quién eres? ¿A qué te dedicas? ¿Qué has hecho?
César Colón Montijo: Pues yo soy César Colón Montijo, soy de Ciales. Estudié en la Escuela de Comunicación en el Recinto de Río Piedras de la UPR. Soy periodista e investigador sobre bregas musicales y culturales. Empecé a trabajar en los medios en 2001 como estudiante de práctica y luego como asistente de producción en Cultura Viva en el Canal 6. Fui productor de Noticias en Radio Universidad y productor general de la serie de documentales Zona Franca. También fui co-productor del programa Salsoteca en Radio Universidad y profesor de periodismo y comunicaciones en la Universidad del Sagrado Corazón durante seis años. He colaborado también con Prensa Comunitaria y Mayagüez sabe a mangó, entre otros inventos. Tengo una maestría en antropología y comunicación audiovisual de la Universidad de Barcelona, en Cataluña. Ahora mismo soy candidato a doctor en etnomusicología en Columbia University, en Nueva York. Mi investigación de tesis es sobre Ismael Rivera.
Diálogo: ¿Por qué este afán de escribir sobre la música puertorriqueña y latinoamericana, de investigarla?
Colón Montijo: Mi amor por la salsa viene a través de mi familia, de mis tíos por parte de mi vieja, los Montijo. Es algo que siempre ha estado por ahí, cerquita en mi vida. También en mi barrio Santa Clara en Ciales, no sólo en la casa de mi abuelo con mis tíos, en la calle la salsa siempre estaba por ahí en la curva, en la cuesta, en el negocio de Pablo el Jíbaro. Cuando chamaco fui a muchas fiestas patronales a escuchar a El Gran Combo y La Selecta con mi tía Lulú, quien me enseñó a bailar, y con mis tíos Chelo, Bienve y Chú. A Rubén Blades lo esuché con Quique. Recuerdo comprar cassettes de Celia y Barretto o de Rubén con mi hermano Millo en la tienda de discos del pueblo en Ciales cuando éramos nenes. No he mencionado a Héctor y a Maelo pero es que esos dos nunca me han faltado. A la misma vez, en la cancha del barrio, eso eran los años noventa, tú sabes, sonaba Vico C, Playero, Dr. Dre, Onyx, Cypress Hill, los Fugees, Kid Power Possee y otro montón de rap y underground. Te cuento esto que puede parecer como una descripción medio mítica del barrio porque esas experiencias afectivas, familiares y de amistad, esas memorias que marcaron mi vida entonces son como una base para mi acercamiento a la investigación sobre música, para algunas de las preguntas con las que trabajo hoy día. Importante decir que esas memorias así medio mitificadas no son para nada románticas porque bastante violencia y problemas que hubo en esos días.
Entonces, la música, como te dije, es algo que siempre ha estado por ahí pero no como algo que yo ivestigara formalmente. Siempre leí sobre salsa, tú sabes, estudiaba la historia y escuchaba mucha salsa, pero nada como un estudio formal. Entre 2007 y 2011 fui co-productor del programa Salsoteca en Radio Universidad junto a mi pana Josian Bruno Gómez, en ese espacio fue que empecé a formalizar eso de investigar la salsa. Para el Departamento de Noticias de Radio Universidad hice además crónicas de los entierros de Henny Álvarez, Ray Barretto y Tommy Olivencia, y una crónica de un belén para don Tite Curet Alonso. Simultáneo a todo esto, en 2006, más o menos, empecé una investigación intermitente pero constante sobre Ismael Rivera que hoy día es mi trabajo de tesis doctoral en Columbia. La idea inicial era producir un documental sobre Maelo, pero eso se ha ido transformando en el camino. Ahora mismo estoy concentrado en la tesis que es un trabajo etnográfico que he desarrollo en Venezuela, Panamá, Puerto Rico y Nueva York, principalmente. Y para decirlo muy brevemente, la tesis explora distintas relaciones y expresiones afectivas que mis interlocutores en esos lugares han desarrollado a través y con la música de Maelo. Recién empecé a escribir la tesis después de todo ese rato. Ahí estoy ahora gozándome el proceso de tratar de contar mi cuento.
Diálogo: ¿Qué fue lo más que te impactó de lo que encontraste en tus investigaciones sobre la salsa?
Colón Montijo: Las formas particulares en que la gente escucha y se relaciona con la música. Me “tripean” mucho las distintas cosas que la gente hace con la salsa a partir de, o debido a, sus experiencias de vida. Se encuentra uno con muchas salsas, con historias locales de la salsa y de la gente salsera que es muy diversa pero que a la vez está conectada por historias compartidas o imaginadas a través de cuentos que se repiten, se transforman y se convierten muchas veces en mitos, en verdades. Me interesa mucho cómo lo específico de cada situación política, cultural, geográfica, cosmológica, familiar o económica puede generar distintas formas de la escucha, del consumo salsero.
Otra cosa importante es la presencia del luto en la historia reciente de la salsa tras la muerte de Tite Curet Alonso, Celia Cruz, Marvin Santiago, Ray Barretto, Tommy Olivencia, Henny Álvarez, Cheo Feliciano, Tony Pabón y Milton Cardona, entre otras figuras. Esto, al menos como lo siento yo, se cruza con la muerte de mucha gente salsera cuyas historias de vida comparten camino con sus ídolos. Me refiero a las historias de drogadicción, violencia y cárcel tan presentes en el repertorio salsero y en la cotidianidad de nuestras vidas. Estos son temas que me parecen importantes y que trabajo en mi investigación sobre Maelo. Son temas que tienen que ver con formas de la devoción, de lo político, de lo afectivo, de la memoria y del olvido. Para mí son también formas de celebrar la salsa desde otra esquina.
Por otro lado, me interesa lo que pasa en estos tiempos en Puerto Rico y en otras partes con la salsa debido a la propagación del baile, de las escuelas y grupos de baile, como Cambio en clave, por ejemplo, que han llevado esta música a poblaciones jóvenes y a gente que de otra forma no se relacionaban con la salsa. Destaco esto porque es simultáneo a lo que te comentaba antes sobre el luto, tú sabes. Hay muchas historias salseras y parece que estás músicas que convergen y divergen en eso que se vino a llamar salsa tienen muchas vidas y reencarnaciones posibles.
Diálogo: La casa editorial El perro y la rana, de la República Bolivariana de Venezuela, te publicó un libro. Cuéntanos de qué se trata.
Colón Montijo: El libro se titula Cocinando suave: ensayos de salsa en Puerto Rico. Fue encargado por El perro y la rana en el contexto de la FILVEN. Es una antología de textos sobre salsa en la que combino ensayos teóricos, históricos, crónica, poesía y foto ensayo. Quise hacer un junte de gente y textos con distintas preguntas, propuestas y acercamientos a la salsa, textos que también juegan con los límites de lo que puede ser la salsa, de cómo o por dónde pensar la salsa. La lista de autores es de verdad una chulería, mano, un lujo. Tuve la dicha de que la gente que invité me dijo que sí de inmediato, toda gente bien brava cuyo trabajo respeto muchísimo. Quise también que la colección refleje las preguntas que yo me hago sobre la salsa a través de textos de autores que son influencia y con quienes mi trabajo sobre Maelo conversará y chocará. También quise hacer una colección que celebre la salsa pero desde el desacuerdo, la paradoja, los dolores, angustias, violencias y todas esas bregas salseras que nos dejan o nos hacen bailar.
Diálogo: Cuál es la importancia que tiene que en este momento histórico Venezuela publique libros de autores de Puerto Rico, un territorio de Estados Unidos?
Colón Montijo: El hecho de que este libro se publique en Venezuela es, primero, bien importante para mí en lo personal porque mi investigación de Maelo de cierta forma nace en Caracas cuando en 2006 conozco a la gente del colectivo Los Macropanas con quienes aún trabajo partes centrales de mi tesis. Y no sólo con este colectivo, a través del trabajo maelero, como dirían Los Macropanas, mantengo otras amistades allá que hacen la publicación de este libro en Venezuela algo bien chévere, bonito. La experiencia con la gente de El perro y la rana ha sido tremenda. También con el Centro Nacional del Libro en Venezuela, que junto a la editorial me invitaron a la feria.
Entonces, sumamos a todo eso el contexto político actual en Venezuela y Puerto Rico y la cosa se pone más brava. Los gestos de solidaridad y curiosidad que mucha gente en la feria expresó por la literatura, vida y situación política de Puerto Rico fueron conmovedores, driría yo. En una presentación que hice sobre Maelo junto a Los Macropanas, Jesús Hernández, uno de los compas del colectivo quien es conocido entre sus amigos como La Viuda de Maelo, puso fragmentos de temas de Maelo como parte de su presentación. El caso es que la gente se ponía a cantar los temas y no lo dejaban seguir leyendo. La salsa es una conexión muy concreta entre nuestras gentes. Hablé bastante de estos temas en Caracas con la escritora Marta Aponte, de que hay como una presencia sonora de Puerto Rico en la vida de estos lugares y de estas gentes. Puerto Rico como una “patria en fuga, irradiante”, como escribió Marta en Facebook. Las marcas de esa sonoridad que se sintieron en la feria yo las percibo de distintas maneras en mi investigación en Caracas y Panamá. Bueno y en Colombia que, aunque no es parte formal de mi trabajo sobre Maelo, es una referencia indiscutible en bregas salseras.
Eso sí, hay que cuidar el detalle al pensar y discutir estos temas porque es muy fácil convertir la salsa en una imagen monolítica, exclusiva e idealizada. Como mencioné antes, me interesan las historias diversas y divergentes de la salsa. Entonces, la salsa en Caracas al menos adquiere para muchos una connotación política muy fuerte enmarcada en el contexto del proceso bolivariano. Esa escucha política particular de la salsa viene de antes, hay que relacionarla a bregas de resistencia e insistencia política muy largas. A partir de la presidencia de Nicolás Maduro quien es un salsero confeso, la salsa ha ocupado un lugar más prominente del discurso político del estado. Hay también allá un colectivo llamado La Vanguardia Musical Salsera Chavista que hace trabajo político con la música. Es imprescindible destacar que esta escucha, o consumo particular, digamos, anti-imperialista o bolivariano de la salsa que menciono no es la única manera de relacionarse con esta música en Venezuela. Para nada. La salsa tiene presencias o manifestaciones diversas allá, y en otros lugares, que cruzan líneas que de otra manera quizás no se cruzarían. Te cuento todo esto porque me parece importante en el contexto de la FILVEN que estuvo muy marcada por la campaña #ObamaDerogaElDecretoYa, que busca contrarrestar esa declaración absurda de Obama de que Venezuela es una amenaza extraña e inusual para la seguridad nacional estadounidense.
Diálogo: También eres documentalista, profesor y periodista. ¿Qué opinas del periodismo actual en Puerto Rico?¿Qué retos ves que enfrentan las nuevas generaciones con respecto a los avances tecnológicos en las comunicaciones? ¿Qué virtudes y defectos cargan los nuevos periodistas, según tu experiencia, tanto en el salón de clases como en la calle?
César Colón Montijo: Yo creo que la mediocridad generalizada de los medios comerciales en Puerto Rico es evidente. No sólo en Puerto Rico, de hecho. El mercado va por encima de la información, eso ya es una premisa clara que guía la producción de noticias e información hace muchísimo tiempo aún cuando esas empresas insisten en decir que son la voz de la gente o que su compromiso es con la verdad, slogans que yo quisiera pensar, con temor a equivocarme, poca gente se cree hoy día. Dirán algunos que sin el mercado las empresas periodísticas no sobreviven. Eso está claro. El rollo, creo yo, son las empresas que se cantan periodísticas, viven de esa fama construida a cascajos y se dedican a cualquier cosa menos a hacer periodismo. Pero este escenario no es nuevo.
Arriba, el documental ‘Un diario amable’, que produjera Colón Montijo para el antiguo programa Zona Franca, de WIPR. La pieza trata aspectos de la transición a digital del periodismopuertorriqueño, enmarcado en la dinámica de trabajo de El Nuevo Día, durante mediados de la década pasada.
Por otro lado, están las y los colegas que trabajan en esos medios, que dan la batalla desde adentro. Son gente que brega con la reducción de espacios, con la casi inevitable tentación a la autocensura, con la censura, con los despidos y la inseguridad laboral. Conozco gente que lleva la vida en esas bregas con seriedad y compromiso. Y conozco gente joven, algunos ex estudiantes míos que apenas arrancan en estas empresas con mucha entrega. Con esa gente está mi solidaridad crítica siempre.
Los avances tecnológicos son parte de la brega periodística. Siempre ha habido que ajustarse a los tiempos, la cosa es cómo hacerlo manteniendo el nivel, la exigencia, el rigor y la creatividad. Más allá de los retos que presentan los avances tecnológicos, me preocupa el tema de la mentoría necesaria para que las camadas de periodistas jóvenes puedan aprender el oficio más allá del salón de clases. Una vez uno sale a la calle a ejercer, a producir, a preguntar y a reportar es que los huevos se ponen a peso y es muy fácil meter la pata especialmente por la inexperiencia. Hay que tirarse al medio, esa es la que hay. Pero cuando uno arranca, cuando uno es bien joven uno a veces se cree que se las sabe todas. Es ahí cuando más necesitamos a alguien que nos deje claros cuán imberbes somos, alguien que reparta una dosis de humildad y crítica a partir de la experiencia. Y eso debe ser sin paños tibios. Yo por ejemplo tuve a Millie Gil con el machete en la mano y mucho cariño cuando empecé en Cultura Viva. Peri Coss todavía me edita textos. También trabajé con Mario Roche. El respeto por y el aprendizaje de los mayores es clave. Así que más allá de la incertidumbre laboral y de los cambios tecnológicos, yo insisto en la urgencia de la mentoría para el desarrollo de cualquier periodista joven.
Diálogo: Tu doctorado es en etnomusicología… ¿Cómo ves el destino inmediato y a largo plazo de la música autóctona puertorriqueña con respecto a la de resto del mundo?
Colón Montijo: Ese tema de la música autóctona puertorriqueña es bien profundo, tiene muchos niveles esa discusión que yo la verdad no manejo. Me refiero a la discusión sobre definiciones y política pública, esa no es mi área al menos en este momento. Conozco colegas investigadores y amigos músicos que manejan ese tema con rigor. Yo lo que te puedo decir, quizás siguiendo una tangente, es que nuestras músicas están vivitas y coleando. La plena, la bomba, la música jíbara se siguen reinventando, se transforman, tienen muchas vidas, se cruzan con otras influencias y con otros géneros. Esto es así en Puerto Rico y en distitnas comunidades de la diáspora. La gente ha creado distintas formas de producción, goce y consumo de estas músicas, distintas maneras de propagarlas, estudiarlas, preservarlas o reinventarlas. Así que estamos gozando.