Soy de Mayagüez. Allá viví, casualmente, en tiempos donde el teatro Yagüez, estuvo cerrado por una extensa remodelación. Así que, a pesar de que mi interés venía desde antes, fue durante mis estudios en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, que tuve la oportunidad de conocer el teatro que se cultivaba en Puerto Rico.
En principio, estaba muy entusiasmada con la idea de conocer el teatro, pero luego me fui desencantando, ya que no veía en escena ese sistema Stanislavski que había practicado y estudiado en clases electivas que tomé con el profesor Teófilo Torres. Este sistema, a modo general, buscaba la verdad dentro de la ilusión escénica. Más adelante, pasó a reflejar la vida del ser humano. Este método no era el que solía ver en los montajes de Puerto Rico hasta el pasado 17 de octubre de 2012 donde siento que ese teatro que tanto buscaba se dio. Mi pasión por el teatro despertó.
La obra ¿Cortadito o Capuccino?, que se presentó en Abracadabra, me hizo recordar el verdadero juego en que consiste el teatro. El espacio que horas antes hacia función de restaurante, se convirtió es toda una escenografía. Las lámparas Tiffani que decoran el lugar, sirvieron de iluminación técnica y los meseros fungieron como actores de esta adaptación que trae Rosa Luisa Márquez a la obra original Los de la mesa diez del argentino Osvaldo Dragún.
Desde que me senté a esperar la famosa tercera llamada, todo el ambiente comenzó a cambiar. Israel Lugo, dueño de Abracadabra comenzó a hacer uno de sus variados personajes que participan en la obra. A través de una irritante melodía, que crea con una vieja trompeta, hace que el público se prepare para entrar al mundo de José y María; dos jóvenes que dentro de un contexto urbano se enfrentan a los retos que muchas veces tienen que vivir ciertas parejas. No es enfrentarnos a unos Montesco y Capuleto, sino que las actuaciones tanto de María (Lorena López) como de José (Yan Collazo) nos permiten perdernos en la risa y no en la tragedia.
Las lámpara del establecimiento fungieron como iluminadores en la obra.
Durante la obra, comencé a tener el extraño sentimiento de que en algún momento había visto algo similar. Luego de un largo rato, y de tratar de seguirle la pista a la obra, hice la conexión de que sentía estar viendo un filme del director Wes Anderson. En su obra más reciente, Moonrise Kingdom, Wes Anderson aplica esa estética e imaginación que Rosa Luisa nos muestra en su adaptación. Es decir, la puesta en escena que nos brinda la directora puertorriqueña, trae ese gag visual y simbolismos que tanto vemos en los trabajos de Anderson. Más aún, la propuesta también podría remontarnos a producciones como Fahrenheit 451, del director François Truffaut. En este filme, Truffaut crea un juego de colores, imágenes y parodia para llevar a cabo un drama.
En Fahrenheit 451, además, la actriz Julie Christie interpreta a dos personajes: la heroína y villana. En este caso, vemos otro guiño de Rosa Luisa a esa técnica de Truffaut si nos detenemos en otros de los personajes interpretado por Jessica Rodríguez.
Este personaje, carga desde los aspectos de la mujer burguesa apestada de la vida, pasando por la mujer que no es capaz de tomar decisiones fuera del consentimiento de su esposo, hasta proponer un personaje que critica al estatus del Estado en relación a las condiciones de trabajo.
Por otra parte, Israel Lugo nos muestra el lado masculino de la pareja; ese esposo burgués que solo está inclinado a generar dinero, mientras a su vez juega el papel del esposo de clase baja que tiene que mantener a toda la familia.
En fin, ¿Coratadito o Capuccino? nos muestra una obra no tradicional y mucho menos lineal al tiempo que no deja casi ni pestañar al espectador. Es una presentación llena de juegos, personajes y mensajes que para cualquier amante del teatro le brindará esa emoción del buen teatro que tantos añorábamos.
La obra se presenta todos los miércoles hasta el 7 de noviembre de 2012, a las 8:00 p.m. en Abracadabra, en Santurce.