En las producciones de Hollywood se ha vuelto una práctica común rehacer una película que gozó del favor del público y la taquilla en años anteriores, lo que en el argot actual se conoce como un remake.
Igualmente, se ha popularizado relanzar un producto ya reconocido, a modo de corregir los errores de su predecesor o simplemente por amor a la trama, hacer un reboot. También, abunda la modalidad de adaptar una obra literaria a la pantalla grande. Muchos entendidos en el tema critican estas producciones por su falta de originalidad.
“Yo no tengo problemas con cualquiera de este tipo de películas, pero no puedo dejar de sorprenderme en cuántas salen cada año”, escribió Ken Guidry en su artículo sobre los remakes y reboots en whatculture.com.
Guildry criticó que los principales estudios de Hollywood gasten tanto esfuerzo en tratar de encontrar un producto extraordinario mirando su antigua biblioteca.
“Es como preguntarse: '¿Qué películas tenemos que hicimos en los últimos treinta años que pueden ser explotadas con fines de lucro una vez más?’ Es ir con esa opción o darle la oportunidad a una película verdaderamente original. Esto último es simplemente un movimiento demasiado arriesgado para ellos en estos días”, señaló.
Las películas The Thing, Batman, The Great Gatsby, Romeo & Juliet, Planet of the Apes, Godzilla, entre muchas otras, son solo algunos ejemplos de los remakes en Hollywood.
De la misma manera, las técnicas utilizadas dentro de los proyectos fílmicos o vídeos musicales claramente ‘prestados’ de otros vídeos muestran un patrón preocupante. Si bien las técnicas no son únicas y pertenecientes a alguien que prohíbe reutilizarlas, la cantidad de artistas recurriendo a estas prácticas es alarmante.
Año tras año hemos visto cómo vídeos que de alguna forma u otra marcaron a una generación o un grupo de personas, son imitados en diversas áreas, no solo del entretenimiento. El vídeo musical de la rapera australiana Iggy Azalea, titulado Black Widow, toma varios elementos prestados de la película Kill Bill, del director Quentin Tarantino. Reconocemos la espada Hattori Hanzō, los trajes pegados tipo jumpsuit y la meta final de asesinar a un hombre, quien ha infligido mucho daño.
Del collage al pastiche
Kill Bill, a su vez, es una combinación de otros elementos, tipo collage. El collage, en su propiedad de trabajo tipo compilación, le deja mucho al espectador. Es decir, le provee información pero no le entrega al receptor del mensaje las herramientas completas para entender. Quien presencia un collage debe ser capaz de completar el cerco con sus propios conocimientos previos o buscarlos.
El collage podríamos asociarlo con cortar y pegar varias imágenes provenientes de distintos medios y llamar el trabajo final como algo nuevo. Este término ha rondado las cabezas posmodernas desde hace varios años y poco a poco fue evolucionando hasta llamarse pastiche.
En términos simples, el pastiche, vocablo proveniente del italiano, se refiere a una mezcla de varios elementos ya vistos en otro lugar que podemos encontrar en un objeto ‘nuevo’. Conlleva un cierto grado de imitación, no tanto así la burla o la ridiculización.
“Uno de los rasgos o prácticas más importantes del posmodernismo de hoy en día es el pastiche (…) Tanto el pastiche como la parodia implican la imitación o, mejor aún, el remedo de otros estilos y, en particular, de sus manierismos y crispamientos estilísticos (…) El plagio alusivo y elusivo de intrigas anteriores también es, desde luego, un rasgo del pastiche”, explica el crítico estadounidense Fredric Jameson en un ensayo.
Cada una de estas copias o repeticiones que vemos podrían justificarse con esta teoría de Jameson o considerarse que son producciones con falta de originalidad.
El profesor Alfredo Rivas, de la Escuela de Comunicación de la Universidad de Puerto Rico, afirmó que el cine de Hollywood carece actualmente de originalidad. Según él, es difícil nombrar una “nueva cepa de directores” buenos, que aporten nuevas ideas y visiones a la industria del cine. “Aparte de Nicolas Winding Refn, director de Drive, no hay ninguno. Los demás llevan tiempo [en la industria]”, reflexionó.
Rivas, quien imparte cursos subgraduados y graduados sobre teoría y cine, mencionó algunos ejemplos de pastiche claro y descarado, como lo es Moulin Rouge. Este musical puede considerarse un “pastiche agresivo”, igual que la obra de Laurence Sterne de 1759, titulada The Life and Opinions of Tristram Shandy, Gentleman, también adaptada al cine.
“Tanto películas como series de televisión y telefilmes tienen en el ámbito norteamericano una larga tradición de reutilizar sus propias narrativas, tanto a través de versiones como de secuelas”, afirmó, por su parte, la doctora Concepción Carmen Cascajosa Virino, profesora de la Universidad de Sevilla, en su artículo El espejo deformado: una propuesta de análisis del reciclaje en la ficción audiovisual norteamericana.
Según Cascajosa, en el ámbito cinematográfico “el remake ha sido una práctica que data de los tiempos del cine mudo, cuando la reglamentación de la autoría intelectual era prácticamente inexistente, desarrollándose en dos modalidades: la versión temporal (en donde se toman obras de la propia cinematografía norteamericana) y la versión espacial (con la que se acude a otros países, particularmente Francia)”.
En su análisis, Cascajosa se inclina más por el motivo económicamente lucrativo detrás de estas decisiones de Hollywood. Entre ellas, explorar de la mejor manera posible el filme en otros ámbitos como en la creación de cómics, juegos de mesa o videojuegos.
Pensando en el caso específico de Hollywood, ya que sus películas tienen exposición en Puerto Rico, resta pensar si estas copias y refritos van a continuar siendo la modalidad o si en algún momento predominará la originalidad.