Nota de la editora: este texto es el cuarto de una serie de cinco partes en las que escribiremos reseñas, odas, cartas de amor (o de odio), acerca de la música que escuchamos, la que más nos gusta y que nos ha influenciado.
Formada en Austin, Tejas, para finales del 1994, la banda de rock alternativo e independiente Spoon cuenta con solo dos miembros permanentes desde su fundación: el cantautor y guitarrista Britt Daniel y el baterista Jim Eno. Desde sus comienzos, el dúo lleva toda una carrera perfeccionando y expandiendo un sonido musical único y abarcador. El pasado 5 de agosto salió su octava producción discográfica al mercado, They Want My Soul y, a modo de retrospectiva, les ofrecemos esta introducción a su música.
El sonido musical de Spoon existe en una encrucijada entre el post punk de más groove que agresividad y un pop que siempre mantiene las guitarras o el piano en primera plana para postularse como infinitamente bailable. Entre sus influencias se encuentran gigantes como Pixies, Wire y Gang of Four por un lado, y Los Beatles y Prince por el otro.
Es un sonido que se jacta de guitarras melódicas y dentadas a la vez. También de loops de teclado que remiten a la música electrónica pero abrazan las canciones con un calor orgánico. En la sección de ritmo, la batería de Jim es precisa pero inquieta, mientras el bajo (que en años recientes es la responsabilidad de Rob Pope cuando la banda anda de gira) rebota de manera sensual o divertida.
Es un estilo de rock tan idiosincrático y específico como polivalente: acordes que se solapan con cortes repentinos, repeticiones hipnotizadoras y mucha distorsión. Todo eso sin dar atisbos de esfuerzo, ya que Spoon derrocha tanto estilo natural que le da carrera a los Rolling Stones.
Britt y Jim van de gira con Eric Harvey en el teclado y Rob Pope en el bajo desde el 2007 / Wikimedia Commons
En sus siete LP anteriores, Britt y Jim perfeccionaron un pop rock de estructura clásica con coros pegajosos e instrumentación ceñida. Fórmula que no los atrapa nunca, evidenciado por un número impresionante de canciones de guitar pop minimalistas e inimitables que casi nunca pasan de los cuatro minutos (canciones como “Small Stakes”, “Sister Jack” y “You Got Yr. Cherry Bomb”).
El elemento que une tantos hilos dispares, además del fulcro que es la colaboración central, es la dulce pero desgastada voz de Britt. Es una voz que susurra hasta que se quiebra, gruñe y agarra; es el arma secreta de Spoon y su tercer instrumento principal. A menudo revela que los mejores momentos de una canción de rock llegan cuando se escapa un destello de vulnerabilidad y dejan ver la persona que se esconde detrás de la postura cool que usualmente acompaña el popular género. Britt usa gañidos, rebuznos, alaridos y falsetes insostenibles como para probar que está vivo, que es falible, que aunque prefiere las canciones de pop perfectamente melódicas, detrás de cada una de ellas late un corazón. La voz de Britt no falla en grabaciones (“Everything Hits At Once”), en sesiones de estudio (“The Beast and Dragon, Adored”) o en concierto (“My Mathematical Mind”).
Sin embargo, una voz seductora no es nada si no tiene qué contar. A pesar de que la mayoría de la música popular que disemina la radio se conforma con ser superficial, las canciones de Spoon siempre tienen letra personal que se descose para dejar ver una voz poética confiada. Por ejemplo, la voz que comparte sus secretos en “Black Like Me” está tan derrotada como la música añorada que la acompaña.
“Got Nuffin’” es su opuesto; ponla a sonar cuando tengas algo que celebrar. Comienza con una batería que redefine la palabra “propulsiva”, seguida con la declaración confraternal “When I’m with you, all my brothers, oh / I feel like a king / It feels like I’m dreaming”. Britt canta esos primeros versos entre dientes apretados para que los sientas como él, como una verdad que no se cuestiona. “Nuffin’” es un himno desafiante que te recuerda que el que anda bien acompañado no tiene que temerle a nada: “And I got nothing to lose but darkness and shadows / Got nothing to lose but biterness and patterns”.
¿Qué añade el nuevo disco a tan ilustre discografía? They Want My Soul es una colección de canciones del mismo Spoon maximalista que grabó Ga Ga Ga Ga Ga (2007), sexto disco que cementó una carrera de excelencia. Ambos son colecciones de canciones de indie rock meticulosamente pensadas y ejecutadas como las de Girls Can Tell (2000) y Kill The Moonlight (2001) pero corriendo con todos los cilindros, apuntando a las gradas, con el volumen en 11 y la vida en Hi-Fi.
Las canciones “Rent I Pay”, “Do You” y “Rainy Taxi” son puro Spoon, gemas sexy y eléctricas que te van a poner a marcar el tempo con el pie o la cabeza. “New York Kiss” es el tema más mainstream pop que han grabado hasta hoy y tan romántica que vibra desbordando sinceridad. Mientras tanto, “Inside Out” es un experimento totalmente nuevo para el conjunto, una canción atmosférica, bella y completamente inesperada.
Hoy día, con 43 años de edad, Britt Daniel sigue haciendo el mejor trabajo de su carrera como cantautor. Hay escalas de valor en esta vida; mientras unos persiguen la fama, la moda, el dinero o la religión, Spoon conoce la suya y con mucho gusto te la prestan, si tienes el tiempo para escucharlos.