Cien años de soledad, la novela que para muchos lectores representa la obra cumbre de Gabriel García Márquez, ha tenido una suerte muy particular entre nosotros. Como lectores del Caribe, los puertorriqueños nos acercamos a esta obra con una dosis de complicidad. Ya sea por los cuentos macondinos que nuestra realidad cotidiana inventa, por la belleza de la poesía que descubrimos en sus páginas y logra conmovernos, por el humor desaforado que reconocemos de inmediato o quizás por el tono tan familiar que adopta la prosa de un autor, que afirma que no ha querido hacer otra cosa en su vida que no sea contar historias y que nos trae reminiscencias de los cuentos que escuchamos en la infancia contados en voz alta, todo ello nos hace sentirnos muy próximos a la novela.
García Márquez ha confesado que en ocasiones escribe por el puro placer de narrar y que ese estado es el más que se le parece a la levitación. Los lectores sentimos el contagio a través de la lectura porque Cien años de soledad es un texto que nos hace experimentar el placer a muchos niveles. Es una novela que apela a la imaginación, a los sentidos, al goce pero también a la inteligencia. Por eso, como ha señalado Carlos Fuentes, su lectura constituye una invitación a una segunda lectura. Es una obra que nos invita a que la examinemos con rigor. Su autor también ha dicho que una buena novela es como “una adivinanza del mundo” y no hay duda de que Cien años de soledad es una adivinanza del mundo pero también del texto y de nosotros mismos como lectores, como bien lo entendiera Aureliano Babilonia al descifrar los pergaminos que contenían los signos de su identidad individual y colectiva. La novela se convierte en un desafío a nuestra capacidad para descubrir claves ocultas bajo la tersa superficie del texto.
En Puerto Rico hemos aceptado ese reto y Cien años de soledad se ha venido estudiando consistentemente en el Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico en diversos cursos de literatura, historia y sociología casi desde su publicación en 1967. El Departamento de Estudios Hispánicos tuvo la fortuna de que fuera Mario Vargas Llosa, uno de los primeros lectores de la novela y también uno de los críticos más lúcidos de la obra garciamarquiana, quien a fines de la década del sesenta impartiera el primer curso graduado dedicado a examinar esta novela. Desde entonces, varios profesores del Departamento hemos tenido la oportunidad de acercarnos a esta obra inagotable con nuestros alumnos desde ópticas muy variadas.
En esta ocasión, en compañía de once valerosos compañeros de viaje, y con la misma intensidad con la que José Arcadio Buendía emprendió la aventura que lo llevaría a la fundación de Macondo, pero con la implacable tenacidad de Úrsula Iguarán, nos hemos embarcado en la nuestra que consiste en asediar esta obra fascinante y múltiple desde puntos de mira diversos. Además de examinar los contextos históricos, biográficos, míticos, culturales y propiamente literarios de la novela, nos ha interesado establecer un diálogo con el resto de la obra del autor. También hemos incorporado en nuestras discusiones estudios críticos e interpretativos sobre la obra. Nos hemos acercado tanto a las primeras valoraciones críticas de la novela como a los debates recientes que ponen en tela de juicio la validez de un concepto como el ‘realismo mágico’ que con tanta insistencia se ha asociado a la obra de García Márquez y que ha terminado por considerarse como una camisa de fuerza por parte de algunos escritores más jóvenes, como el grupo de McOndo o los integrantes de la Generación del Crack, y ha llegado a convertirse en un recurso publicitario que sirve para promocionar el turismo en Colombia.
A lo largo del curso privilegiamos el análisis textual de la obra que constituye nuestro objeto de estudio. Los estudiantes graduados preparan trabajos monográficos en los cuales investigan aspectos temáticos y estructurales de la obra. Algunos abordan temas como el incesto, la nostalgia y la memoria. Otros indagan acerca de la función de la Iglesia, cuestionan la noción del progreso o se acercan a personajes como el coronel Aureliano Buendía, Amaranta y Rebeca. También se examinan las imágenes sensoriales, los espacios, algunos mitos significativos y el juego de ajedrez como elemento estructural. Contamos con que varios de estos trabajos se presenten en un futuro congreso o foro y que algunos culminen en una publicación
El curso se ha beneficiado además de la visita de la doctora Mercedes López Baralt, profesora emérita de nuestro Recinto y estudiosa de la obra de García Márquez. Su recién publicado, pero ya indispensable libro titulado: Una visita a Macondo: manual para leer un mito sirvió de punto de partida para una discusión muy estimulante con la autora.
No hay duda que Cien años de soledad continuará cautivando la imaginación de muchos y su lectura seguirá alentando a nuestros estudiantes a proseguir la aventura gozosa de intentar desentrañar sus misterios.
La autora es catedrática del Departamento de Estudios Hispánicos de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Actualmente imparte el curso doctoral sobre "Cien años de soledad".