Si algún día se da un paseo por la emblemática avenida Ponce de León en Río Piedras encontrará una gran cantidad de negocios a lo largo de la carretera. Pero, justo en su inicio, en el área más cercana a la comunidad universitaria, hay cinco espacios liderados por mujeres dispuestas a dar el todo por salir adelante con sus respectivos proyectos. La costura, el baile, la gastronomía, la vestimenta y el yoga, son sólo una muestra de estas empresas.
El recorrido comienza por el local de la costurera Vilma Martínez Ramos, quien desde el mes de marzo del año 2003 trasladó su empresa de su residencia a un local justo al inicio de la Ponce de León.
“Al principio yo vivía en un espacio de apartamento muy reducido y luego hice una casa más grande con espacio para dedicarlo a esto, hasta que me di cuenta que yo tenía que mudarme a un espacio que fuera más accesible, además de que tenía la inquietud de enseñar lo que yo sabía”, expresó Martínez Ramos, quien tiene más de 20 años de experiencia en la confección de vestuarios para teatro.
Y es que Ropajes, nombre de la empresa de Martínez Ramos, trascendió la faceta de ser un taller de costura para convertirse en una academia. Pero antes de comenzar a enseñar y crear, la diseñadora tuvo que salir de su papel de artista para vestirse de empresaria. “Lo primero que tuve que hacer fue un plan de negocios y pedir un préstamo. Comencé con 25 mil dólares, un equipo que ya tenía y lo que yo sabía”, contó la mujer de 57 años.
Aunque era poco, en el momento fue suficiente para darle vida a una de sus ideas. Durante los meses de apertura, Martínez Ramos se dedicó a confeccionar trajes para las fiestas de graduación y senior proms. Luego emprendió el vuelo hacia uno de sus mayores sueños, enseñar. “Una vez se terminó esa temporada comencé a trabajar con el campamento de verano para desarrollar a otras personas dentro de la industria del diseño y la costura”, dijo.
Fue precisamente el campamento el punto de partida para el desarrollo de lo que hoy es una academia de costura. En Ropajes se aprenden las destrezas básicas de costura que sirven de base para el desarrollo de distintas especializaciones dentro del mundo de la moda.
A pesar de sentir una gran satisfacción con su trabajo, Martínez Ramos confesó que el camino no ha sido fácil. Uno de los retos más grandes de la artista ha sido tener que fungir de empresaria sin tener el conocimiento para ello. “Yo no estudié gerencia, ni contabilidad, nada que tenga que ver con correr una oficina, porque los artistas no trabajamos mucho con papeles a menos que necesitemos el papel para crear una obra de arte”, opinó.
Una de las ventajas que tiene la educadora para administrar el negocio es que cuenta con el apoyo de su familia, quien se ha sumado al esfuerzo de dirigir la empresa. “Mis hijas y mi esposo me ayudan”, acotó. El primer miembro de la familia que se integró a Ropajes lo fue Azania Viera, hija de la diseñadora. Luego se unió su esposo Jorge Rodríguez Escribano y finalmente lo hizo su otra hija, la diseñadora Namibia Viera, quien se encarga de la publicidad del local y del diseño de currículos.
Pero, como todo negocio, ha habido momentos de altas y bajas y la reinvención también ha formado parte de su desarrollo. “Siempre nos estamos reinventando porque las producciones de teatro son en un período de tiempo limitado. Cuando se acaba eso uno tiene que estar a la expectativa de qué es lo próximo. De ahí es que han surgido muchas ideas”, comentó. Por ejemplo, luego de la creación del campamento de verano surgieron los cursos trimestrales.
Actualmente, unos 125 estudiantes asisten a los cursos que se ofrecen en el atelier (taller). Del mismo modo, además del campamento y las clases trimestrales, ofrecen una serie de cursos cortos de cuatro horas de duración.
Martínez Ramos resaltó que uno de los mayores logros ha sido la consolidación de la escuela. “En términos específicos ya nosotro tenemos cinco estudiantes egresados de nuestra academia que están estudiando diseño de modas en el “Fashion Institute of Technology” (FITNYC) de la ciudad de Nueva York”, mencionó.
En el futuro, a Martínez le gustaría expandir sus servicios a la comunidad de personas con impedimentos físicos, lo que no puede hacer por el momento al tener su negocio en un segundo nivel. Además, desea extender sus ofrecimientos académicos e incluir la costura industrial entre sus servicios.
Primero de una serie especial sobre Autoempresarismo femenino en Puerto Rico: emprendimiento y cultura.
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