Diálogo inició este semestre la publicación de una nueva sección: CONCiencia, un espacio donde se divulgarán contenidos sobre temas relacionados a las ciencias naturales. Comenzamos compartiéndoles una serie de artículos confeccionados por los alumnos de la doctora Carmen Maldonado, del Departamento de Biología de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Los textos, que se publicarán a continuación, se enfocarán particularmente en educar y concientizar al público en general sobre asuntos vinculados a la adicción de drogas. La meta principal de esta actividad educativa fue involucrar al estudiantado en la difusión del conocimiento adquirido en el aula con el fin de alcanzar otros sectores de la población que potencialmente se beneficien de lo investigado.
La depresión es un trastorno del estado de ánimo que causa síntomas que afectan tu forma de pensar, sentir y manejar tus actividades diarias como dormir, comer y trabajar, además de que interfiere con actividades que son consideradas placenteras para la persona.
Para ser diagnosticado con este trastorno se requiere de persistencia de síntomas por al menos dos semanas. La gravedad, frecuencia y duración de las señales que indican que se padece de depresión dependen de la persona y su diagnóstico particular. Algunos de los síntomas más comunes incluyen el sentimiento de tristeza o ansiedad, desesperanza, culpa, falta de energía, dificultad para concentrase, insomnio o hipersomnia, mucho apetito o pérdida de apetito, dolores o malestares físicos persistentes y pensamientos o intentos suicidas.
La depresión es causada por factores genéticos, como antecedentes familiares, factores químicos, factores ambientales que se pueden presentar luego de algún momento estresante o traumático en la vida de la persona y el desbalance de neurotransmisores en el cerebro. En el caso de las mujeres también inciden los factores hormonales, que afectan directamente los neurotransmisores que trabajan con las emociones y los estados de ánimo.
Usualmente esta condición se maneja con fármacos, tratamiento psicológico o una mezcla de ambos. Existen distintas clases de medicamentos para tratar la depresión o antidepresivos; la farmacología de sus agentes produce distintos efectos secundarios y reduce distintos síntomas.
Los primeros antidepresivos que existieron fueron los inhibidores de monoamina oxidasa o MAOIs, por sus siglas en inglés.Estos trabajan aumentando los neurotransmisores que influyen sobre otros componentes biológicos que a su vez hacen que aumenten los síntomas positivos como apetito, regulación del sueño y energías en la persona deprimida. Este tipo de antidepresivos debe ser tomado con una dieta específica y algunos de sus efectos secundarios incluyen hipertensión, insomnio y aumento de peso. Los antidepresivos tricíclicos o TCA funcionan enlazándose a los transportadores de proteínas inhibiendo la recaptura de neurotransmisores, norepinefrina y serotonina. Algunos efectos secundarios de los TCA son la sedación y toxicidad cardiovascular.
Existe una segunda generación de antidepresivos que producen menos efectos secundarios y actúan más rápido en el cerebro, entre estos están los inhibidores selectivos de recaptura de serotonina (SSRis) y los inhibidores selectivos de recaptura de norepinefrina (SNRis).
Los SSRis son usualmente la primera selección de antidepresivos por su seguridad, además de trabajar con ataques de pánico, ansiedad, desorden obsesivo compulsivo (OCD, por sus siglas en inglés), obesidad y alcoholismo, estos funcionan bloqueando el transportador de recaptura pre sináptica de serotonina más que el de norepinefrina. Los SNRis trabajan bloqueando el transportador de recaptura pre sináptica de norepinefrina. Algunos efectos secundarios de estos tratamientos son insomnio, problemas gastrointestinales, disfunción sexual, nauseas, mareos y síndrome de serotonina.
El trastorno depresivo afecta a más de 350 millones de personas en el mundo, pero es más común en mujeres. En este grupo poblacional el riesgo de padecer esa condición aumenta durante la etapa reproductiva, por lo que existe una predisposición de predominar durante el embarazo. Los antidepresivos utilizados mayormente durante el embarazo son los inhibidores selectivos de recaptura de serotonina (SSRis) por la menor cantidad de efectos secundarios. Los antidepresivos que trabajan con la serotonina pueden aumentar la incidencia de malformaciones congénitas debido que la serotonina es un factor importante en el desarrollo del embrión, en especial el desarrollo del tubo neural, arco branquial y el corazón.
Según varios estudios, el uso de antidepresivos como no tratar la depresión durante el embarazo, puede tener efectos negativos tanto en el feto como en la madre. Las madres que se rehúsan a utilizar los antidepresivos que les han sido recetados por atravesar por alguna condición de salud mental, pueden aumentar de peso, descuidar su cuidado personal, padecer de preclampsia o aumento de la presión durante el embarazo, tener una función feto-placenta deficiente y producirle aflicción al feto. Esta práctica también aumenta los nacimientos por cesárea, aumenta la admisión de los bebes en la unidad de cuidado intensivo neonatal y aumentan las probabilidades de depresión posparto.
De la misma manera las madres que utilizan los antidepresivos durante el embarazo pueden tener efectos secundarios significativos como por ejemplo problemas cardíacos, malformación e hipertensión pulmonar.
Ambos comportamientos han sido asociados a severos riesgos en el desarrollo del niño (tamaño), aumento en abortos, nacimientos prematuros, niños bajo peso y consecuencias a largo plazo en el desarrollo neurológico, pero todo depende del tipo de medicamento, el factor genético y el ambiente al que se encuentra expuesta la madre.
Los estudios de caso no son 100% confiables debido a que muchas madres no se toman el medicamento según la prescripción o se lo dejan de tomar, o puede que en algunos casos no haya respuesta al medicamento. Por otro lado, hay inconsistencia en los estudios que hablan del daño en desarrollo neurológico de niños que han sido expuestos a antidepresivos, esto se puede evidenciar en la falta de investigaciones publicadas relacionadas al tema.
El niño que es expuesto a los antidepresivos se puede ver afectado debido a la habilidad que posee el medicamento de cruzar la placenta. Algunos efectos de esta exposición pueden ser desarrollo psicomotor tardío, dificultades en interacciones sociales, internalización de problemas, menor IQ, problemas de aprendizaje y problemas en el desarrollo del lenguaje.
De acuerdo con el artículo “Antidepressant Use in Pregnancy: A Critical Review Focused on Risks and Controversies”, publicado en el 2013, la utilización de antidepresivos durante el embarazo supone un riesgo adverso a la salud y al bienestar tanto de la madre como el niño. Sin embargo, aún no está claro qué es más perjudicial (si ingerir o no el medicamento), ya que los estudios clínicos controlados no han arrojado evidencia suficiente al respecto. El tratamiento en mujeres embarazadas es complejo y dependerá de los riesgos, beneficios y alternativas de tratamiento psicofarmacológico.
Es importante aumentar la cantidad de estudios que se hacen en mujeres que se encuentran en la etapa reproductiva y toman medicamentos para trastornos depresivos, ya que estas tienen una mayor probabilidad de tener una recaída durante o luego del embarazo y esto puede afectar su salud y la de su hijo. La literatura concluye que este tipo de tratamiento debe tener un enfoque multidisciplinario e individualizado y debe dejarse llevar por pruebas de medicamentos pasados, éxito en remisión de los síntomas y la preferencia de la mujer al tomar dichos fármacos.
La depresión y los antidepresivos by Diálogo on Scribd