
Todas las noches deja cargando la batería de su silla de ruedas motorizada para luego irse a descansar. Al día siguiente, despierta, ora y con un andador va hasta la batería y la instala en la silla de ruedas. Se prepara y se transporta en ella hasta el trabajo. Pasa algunas luces del semáforo y a través de aceras y rampas llega en 15 minutos al lugar que labora. Esta ha sido la rutina por los últimos 14 años de Anneily ‘‘Annie’’ Guzmán Dávila, una mujer de 38 años de edad con un gran fuerza de voluntad y un alto sentido de independencia.
‘‘Es una aventura’’, exclama con simpatía Guzmán Dávila, quien vive sola desde hace 10 años.
Tras haber sido diagnosticada con perlesía cerebral a los ocho meses de nacida, no le daban muchas posibilidades, pero con firmeza y tenacidad demostró que las tenías todas.
Guzmán, quien ahora labora en la Administración para el Cuidado y Desarrollo Integral de la Niñez en Caguas, indicó que lo que le dijeron a su mamá fue que nació malita y se iba a poner peor. Explicó que nació prematura y estuvo en incubadora por casi dos meses. El parto no había sido fácil. Durante ese proceso a Anneily no le llegó suficiente oxígeno al cerebro lo que ocasionó que su sistema motor se afectara.
Fue la abuela materna de Anneily quien advirtió que las dificultades de movilidad que presentaba la niña. ‘‘La nena tiene algo porque no se sienta”, le dijo la abuela a la madre. La llevaron a un médico quien la diagnosticó con la condición de perlesía cerebral. La perlesía dejó a Guzmán con una movilidad limitada.
Anneily representa solo uno de los aproximadamente 500,000 casos de personas con algún tipo de impedimento en Puerto Rico, según datos de los años 2010 al 2012 de la Oficina del Negociado del Censo Federal adscrita a la Junta de Planificación de Puerto Rico. Muy pocas personas con la condición de perlesía cerebral y en silla de ruedas logran vivir solas. Anneily es uno de esos casos.
La mujer decidió independizarse a los 18 años tras ingresar a la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras. En Resi Campus, una de las residencias para los alumnos de esa institución, su mejor amiga era ciega.
La mamá de Guzmán iba todos los días a verla o si no la llamaba. Guzmán recuerda con una sonrisa que cuando hablaban por teléfono le decía: ‘‘mami, estoy bien. Te lo dije hace 30 minutos’’.
La mayor barrera
Su espíritu de lucha es fuerte aunque el camino para llegar a donde está no ha sido fácil. Se ha encontrado con distintos tipos de barreras, desde arquitectónicas y climáticas hasta las humanas, que provienen de algunos ciudadanos insensibles.
Anneily, conoce cómo lidiar con situaciones de este tipo. Toda una vida sobre ruedas le ha servido para dominar las problemáticas de la cotidianidad. Indicó que antes le dejaba una ‘‘notita a los conductores’’ que bloqueaban las rampas para personas con impedimentos físicos. Cuenta en tono jocoso que le escribía: ‘‘Estimado conductor irresponsable…’’ y les dejaba un mensaje personal expresando el inconveniente que le había provocado. Hoy día prefiere marcar a la policía y avisar de la situación.
En algunas ocasiones ha sufrido graves percances. Contó que hace dos años, cuando intentó lidiar con el obstáculo de un carro que ocupaba una acera en ruta hacia su trabajo, se volcó en su silla motorizada. ‘‘Se paró la avenida’’, anotó Guzmán.
También, recordó una vez que estaba en un edificio mutipisos y tuvieron que cargarla escaleras abajo, porque se fue la luz y los ascensores se quedaron sin servicio.
‘‘Son cosas del día a día…parte de la vida, ya yo lo tomo así’’, expuso Anneily, quien en el día de la entrevista cargaba con dos sombrillas porque había llovido y una de las sombrillas se le rompió.
El día a día
¿Cómo es el día a día de una persona en silla de ruedas que vive sola? ¿Qué ajustes necesita hacer?
‘‘Siempre he tratado que no haya ajustes; que la que me ajuste sea yo’’, manifestó Anneily. No obstante, algunos arreglos son inevitables. En la casa, debió hacer modificaciones para ampliar la puerta del baño y crear una rampa. Además, los muebles deben ser pequeños para que tenga suficiente espacio para desplazarse con la silla de ruedas en el hogar.
¿Y cuándo se enferma, quién la ayuda? Anneily responde y ríe con la sonrisa que ilumina su semblante la mayor parte del tiempo, ‘‘casi nunca me enfermo’’. Cuando se enferma llama a la mamá o a una hermana de la Iglesia a quien conoce hace 18 años.
Al trabajo viaja en la silla de ruedas motorizada ‘‘volando, corriendo’’ a una velocidad de ‘‘seis millas por hora’’. Para otros lugares como el médico y la iglesia, que se encuentran cerca de su casa, también se transporta en la silla ruedas.
Ahora, el viaje al supermercado es un caso excepcional. Si Guzmán Dávila va sola no tiene donde enganchar los artículos en la silla de ruedas; por lo que debe cargarlos en las manos. Dada la situación, hace pequeñas compras casi todos los días.
Para otros lugares lejanos como los centros comerciales, Guzmán Dávila coordina con su mamá, su hermano, o su amiga de la Iglesia.
Alfredo Lamboy Núñez, supervisor de Guzmán Dávila aseguró que Anneily es una persona muy independiente. ‘‘No cree mucho en el ay bendito’’, comentó Lamboy Núñez, mientras observaba a ‘‘Annei’’ tras la puerta de la oficina y soltó una simpática carcajada.
La autora es estudiante de periodismo en la Escuela de Comunicación de la Universidad de Puerto Rico. Este texto se produjo para el curso Redacción Periodística II (INFP 4002), que dictó la profesora Odalys Rivera el pasado semestre.