No habían pasado ni cinco minutos que me había llegado la alerta a mi celular y un panita ya me estaba texteando: “Xabi ya es del Real!!!, él nos hacía falta, es la cereza del bizcocho…”. El mensajito me dejó pensativo y dividido. Por un lado sabía que con el fichaje de Xabi el Real Madrid daba por concluido el verano más caliente que el fútbol mundial ha vivido hasta ahora con 362 millones de dólares desembolsados en jugadores. Y lo hacía de forma espectacular -como comenzó esta nueva etapa galáctica, como es el sello de Florentino- pues nada menos que Xabi Alonso, capitán de ‘La Roja’ y motor del Liverpool, llegaba a Charmantín. Me incomodaba pues la “cereza”. La palabra, significante de punto máximo, de adorno perfecto, me parecía hasta cierto punto incorrecta. Pero, como significado, el arribo de Xabi al Madrid era –a mi juicio- lo mejor que había hecho el equipo en todo el verano. El Real Madrid ya tenía muchas “cerezas”, lo de Xabi es otra cosa, mucho más profunda y certera: al Madrid le faltaba un símbolo español y un tipo que tenga molde de capitán. De los 7 fichajes que ha hecho el Real Madrid este verano, Kaká, Cristiano Ronaldo y Benzema, son unas “cerezas” de otro planeta… desequilibrantes, espectaculares, mediáticos y hasta ‘sex symbols’. Luego vienen Esteban Granero, Álvaro Arbeloa y Raúl Albiol. El primero, una perla canterana que seguramente despuntará, pero que no está lista todavía para ser exhibida en grandes vitrinas. Los dos últimos, unas auténticas torres españolas –ambos recurrentes en el seleccionado nacional desde Aragonés- que son la apuesta de la nueva gerencia para reforzar una defensa que aún con ‘Il divo’ Cannavaro lucía inestable. Vamos, aunque son estrellas en España es difícil que un día acompañen a Eric Cantona en un anuncio de Nike.
Xabi Alonso es un jugador de estirpe: su padre, Periko Alonso, es un inmortal de La Real Sociedad y fue figura del Barcelona. Su hermano Mikel es profesional en el Tenerife y el mismo Xabi lleva desde los 10 años despuntando en los estadios de fútbol. Aunque ya era un regular con Luis Aragonés, con quien consiguió la Eurocopa, fue Vicente del Bosque –actual dirigente nacional- quien le hizo justicia al darle la capitanía de la Selección española. El talento y la técnica de Xabi Alonso nadie las discute: visión práctica del campo y de sus compañeros, orden táctico, golpeo de balón envidiable, e incluso recupera balones y presiona al rival. Aún así la decisión de Del Bosque se entiende más por el carácter de Alonso que por su potente disparo. El ‘ingeniero’ Manuel Pellegrini, nuevo director técnico del Real Madrid, cuenta también con el carácter de Xabi y con el hueco que cubrirá en su esquema. El Madrid en lo que va de su pretemporada no se ha visto nada bien –desastroso si se toma en cuenta el dinero invertido- y nunca como ahora el dirigente chileno necesitaba un titán con buen toque en el mediocampo. En su anterior equipo –el Villareal- Pellegrini tenía al “brasiñol” Senna, quien tiene más llegada y más recorrido que Xabi, pero que es un buen espejo de las funciones que el ‘ingeniero’ le pedirá a Alonso en el Madrid. Orden, toque, orden, toque. Pausas, talento y carácter. Pellegrini no sabe hacer jugar a sus equipos sin alguien así. Todavía no se sabe a quién Pellegrini le dará finalmente la capitanía del equipo. Una cosa es cierta: en el Madrid hay jerarquías. Casillas luce como candidato serio. Raúl ya está un poco mayor y ahora se encuentra atrapado entre 6 ó 7 delanteros (Van Nistelrooy, Benzema, Cristiano Ronaldo, Kaká, Higuaín, Huntelar, Robben) y no se sabe si será titular. Pero, ‘El Ángel de Madrid’ siempre ha salido victorioso, y sigue rindiendo y haciéndose presente cuando más le necesitan. No descarten que el chileno mire hacia Alonso y mi pronóstico es que antes de mitad de temporada Xabi será el capitán. En el bizcocho madrileño Xabi Alonso es más bien la masa -la harina, el huevo y el baking soda- que une y da forma. Sin él no hay merengue ni cerezas. Ya el tiempo juzgará, pero me parece que Florentino no se equivocó y fichó –por fin- a un capitán, no a un obrero ni a un galáctico.