Yoss pasea por las calles del Viejo San Juan. Lo siguen las miradas. Mientras el sol caribeño hace arder hasta las sombras, Yoss viste pantalón de camuflaje, camisa negra desmangada y botas toscas. Le cae la maraña de pelo negro hasta los hombros. Una cinta pirata le rodea la frente. Usa muñequeras al estilo de los súper héroes y una correa con una gigante calavera metálica.
Se trata de José Miguel Sánchez Gómez, licenciado en Ciencias Biológicas. También es conocido como Yoss, escritor cubano de ciencia ficción. Al mismo tiempo, es el vocalista de la banda de heavy metal Tenaz, antologador y ensayista, director de talleres de ciencia ficción, crítico literario.
Las miradas cómplices lo siguieron a principios de octubre hasta la Universidad de Puerto Rico como panelista del Primer Congreso de Ciencia Ficción y Literatura Fantástica del Caribe hispano, y luego, hasta el Festival de la Palabra, al que asistió como escritor invitado de Cuba. Si el hábito no hace al monje, Diálogo conversó con el monje detrás del hábito.
Para Yoss —el escritor biólogo que usa botas y pantalón de camuflaje en actividades académicas— el deber de un creador, de algún modo, es jugar con los estereotipos y contribuir a romperlos.
“Cuando la gente me ve, dice, este debe ser un bebedor, drogadicto, fumador, presión viscosa de todas las expresiones viciosas humanas. Se quedan un poco sorprendidos cuando ven que soy graduado de Biología, que no fumo, no bebo, no consumo drogas, no tomo ni café”. Para Yoss, chocar a la gente es la primera manera de ponerlos en contacto con la literatura. “Lo que hace a un escritor no es el look sino las palabras”, se afirma en ello.
Yoss baila salsa. Juega dominó. Hace muchos chistes, uno tras otro. Es fanático de la ópera. Toca la armónica. Habla muy rápido. Y su imagen es completamente intencional. Combina su interés por la historia de la guerra y los personajes de aventuras, con la estética rockera que a los 11 años vio por primera vez en la imagen del grupo de rock Kiss.
Todo es un salto a escapar de la normalidad. ¿Qué es lo normal? “Lo normal es negarte a tener cualquier rasgo de originalidad porque puede ser peligroso”, sentencia. “La normalidad no existe. Es una falacia que hemos creado para justificar un montón de represiones”. Su voz es firme.
Una literatura poco normal
La ciencia ficción también ha sufrido de esa represión de quien divide al mundo en categorías y niega de lo que se aparte de la norma. “Si no has leído ciencia ficción, no vas a entender la ciencia ficción”, pone el cuño.
Mientras que algunos académicos simplemente descartan el valor literario de la ciencia ficción por no poder acercarse a ella desde la cultura general, “que como todos sabemos es la menos general de las culturas”, otros le asignan un deber al escritor de esta modalidad. “El valor de la ciencia ficción no está en predecir”, dice.
De todas formas, los mundos caóticos y distopías horrendas que a veces crean los escritores generan revuelo. ¿Podría todo eso realmente ocurrir? “Escribimos para que la gente que pueda influir se ocupe de que no pase. Nuestras novelas son una advertencia, no un deseo”, sentencia.
Casi todos los escritores de ciencia ficción han sido fandom en algún momento y terminan escribiendo las novelas que quisieran leer, comenta Yoss. En su caso, esa vena le latió desde muy joven, cuando a los 15 años su padre no pudo llevarle más historias de piratas y aventuras, y recurrió al lápiz para crear su primer cuento.
La ciencia ficción adentra al lector a un mundo con su propia lógica y estructura. “Disfruta deslizando los escenarios, construyendo mundos distintos”, añade. A ese proceso de jugar a maravillar se le llama word-building. Pero un universo solo, no se sostiene; hay que crear un cuento que se mueva en él. “La narrativa, por mucho que a algunos experimentales le duela, sigue siendo el arte de contar historias”, se destapa el crítico literario.
Aunque suene contradictorio, la literatura de ciencia ficción de Yoss es reflejo de su vida. Para el escritor, la realidad cotidiana de Cuba es materia suficiente para generar ciencia ficción. Entre el surrealismo urbano y el pasado incierto, “la mejor manera de escribir ciencia ficción en Cuba es abrir tu ventana, ponerte a mirar las cosas que ocurren, y escribirlas en clave metafórica”, dice.
De la realidad cubana extrajo su novela más querida hasta el momento, Se alquila un planeta (1994), una precisa alegoría del periodo especial en Cuba. La realidad y la fantasía confluyen en el texto donde existen prostitutas que se acuestan con extraterrestres, gente que construye naves espaciales caseras para hacer salidas ilegales del planeta, investigadores que se quedan en congresos científicos en otras galaxias, policías corruptos.
“Toda una fauna que generó la picaresca triste y a veces patética de la Cuba del periodo especial está a modo de metáfora en ese libro”, adopta un tono más serio. “A veces lo escribí con rabia y otras con risa para no llorar”, recuerda.
Desde su piel de biólogo, Yoss muestra que su libro Súper extra grande (2012) es vivo ejemplo de que la actividad profesional lo llena de ideas. En sus clases de Microbiología, Yoss tenía un compañero que era muy grande y se pasaba rompiendo toscamente todas las preparaciones. Como todo escritor con imaginación activa, Yoss creó una galaxia donde existen animales tan grandes que se pueden separar sus células con grúas, hacer disecciones con submarinos. Con un elemento muy fuerte de humor, esa historia le hizo ganar el Premio UPC de Ciencia Ficción de Cataluña en el año 2010.
Yoss también es cantante del grupo de rock Tenaz. “Mejor quédate escribiendo”, recuerda de modo socarrón la frase repetida de algunas personas que lo han ido a ver. No obstante, su pasión por el rock se sostiene y ha columpiado también en su literatura. La voz del abismo (2003) recrea una historia fantástica y de terror sobre la historia del rock cubano.
Entre mundos fantásticos y crudas realidades, entre letras punzantes y notas musicales, entre el humor y la tragedia, Yoss toma un espacio en la trayectoria literaria cubana. “Ser diferente tiene un precio, pero siempre resulta menor a renunciar a uno mismo”, dispara.