La ola
En el sueño era inmensa, mucho más que las anteriores, y no era de mar. Crecía en cámara lenta y estaba hecha con la tinta acuosa de esos dibujos japoneses de trazos leves. Se elevaba, se elevaba, seguía elevándose, y a su alrededor se formaban pequeñas islas de aguatinta que se desprendían de la ola…