Estudian en el Conservatorio de Música de Puerto Rico (CMPR), y gracias a sus manos, voces y cuerpos, el fragmento de la avenida Ponce de León que le sirve de antesala a esta institución educativa ayer sonó —y todavía suena— a resistencia, en el enmarque del paro estudiantil #48HorasPorLasArtes.
La primera noche de la paralización del CMPR transcurrió entre lluvias, pero con la mañana llegó el sol y su energía pareció contagiar cada cuerpo en movimiento en el espacio. Entre los reclamos principales del estudiantado figuran el rechazo a todo tipo de recortes presupuestarios contra el CMPR, a la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico y a la Corporación de las Artes Musicales, la oposición a la eliminación de las Bellas Artes en las escuelas del país, la realización de una auditoría a la deuda pública del país y la renuncia de Rafael Irizarry Cuebas como vicepresidente de la Junta de Directores del CMPR.
Durante las primeras horas de la manifestación, hubo, por supuesto, música. En el programa gestado de forma voluntaria por estudiantes de lo mismo el Conservatorio que de distintas instituciones, figuraron el Combo Bofill, Dúo Clásico Bohemio, Lazy Cats, Michael y su Tumbao, y el Coro del CMPR, entre otros.
Transitaron guaguas públicas; una azul, una crema, una verde. Uno de los conductores, rodeado por estudiantes, elevó su puño al techo del vehículo solidaridad. Desde adentro, las miradas de rostros surcados por arrugas observaron calmos las pancartas extendidas por los manifestantes hacia la ventana tras la cual estaban sentados y avanzaron por la carretera. Tantas luchas en el país son anacrónicas.
Quizá el momento más conmovedor de la tarde sucedió cuando unos 20 integrantes del Coro del Conservatorio de Música de Puerto Rico evocaron Hymn Before Action y el Kyrie de la obra Mass for Peace, de Karl Jenkins. Sus voces, puntuales, cruzaron el espacio, y el fragmento de la avenida Ponce de León, por segundos, pareció quedar suspendido en el aire, como si solo las fibras de quienes defendieron desde la garganta eso que, entre resonancias, les permite expresarse, comunicarse, entenderse, vivir sin más, sostuvieran a los presentes.
Sopló el viento y las copas de los árboles parecieron danzar a la melodía, a la intensidad, del obsequio sonoro. Luego de cantar, los cuerpos colocaron cinta adhesiva sobre sus rostros y una integrante del coro, Valeria Rivera Pereira, de 20 años, sostuvo un cartel que leyó: ‘Así quedaremos todos si eliminan los programas de las Bellas Artes’. Con su gesta, otra pausa en el espacio.
Algunos de los músicos que participaron, no pertenecían oficialmente al coro, pero dirigieron su mirada a las partituras sostenidas por sus compañeros y se unieron a la intervención, narró Rivera Pereira a este medio.
“[La música] es mi vida. Si nos comienzan a recortar [fondos a los programas educativos musicales], lo que vamos a tener es un país callado. Los músicos nos vamos a tener que ir, si no podemos estudiar, nos vamos a tener que ir a otro lugar”, explicó falta de aire.
Minutos antes, representantes de la Universidad de Puerto Rico (UPR) en Cayey se expresaron en solidaridad con el estudiantado del Conservatorio, desde la misma carpa bajo la cual micrófonos e instrumentos sirvieron como portavoces de consignas de protesta reproducidas desde hace semanas en distintas unidades y recintos del sistema UPR. Por su parte, los estudiantes del CMPR se pronunciaron en solidaridad con los reclamos del estudiantado de la UPR, quienes se enfrentan a una huelga sistémica desde el pasado 6 de abril.
Pero allí, ante el emblemático centro educativo, hubo denuncias, pero también tranquilidad; movimiento, pero armonía. Incluso, cuando por momentos oficiales de la policía transitaron la manifestación, no hubo mayor confrontación que la de las ondas de los sonidos alcanzando las ventanas de los vehículos de motor que avanzaron por los carriles de la avenida Ponce de León, tras disminuir la velocidad para atender, así fuera con la mirada, los reclamos de los estudiantes.
Desde distintos recovecos del espacio, distintos profesores apoyaron con su presencia los reclamos de los estudiantes. Entre los educadores se encontraron Manuel Ceide, Nelie Lebrón, José Rodríguez y José Alicea.
“Hay que demostrar que uno no está de acuerdo con lo que está pasando en el país. Las artes hay que defenderlas. Ahora mismo, hay otro movimiento para poner el CMPR bajo la jurisdicción del Instituto de Cultura Puertorriqueña, lo cual sería el fin para el CMPR. Lo vamos a resistir, el Conservatorio es autónomo”, expresó, por su parte, Alicea, profesor de percusión, quien observó desde la acera cómo sus estudiantes utilizaron eso que les representa un universo desde donde entender mejor su entorno, para protestar.
Jeren Guzmán, representante estudiantil ante la Junta de Directores del CMPR, dijo a Diálogo que espera que en la próxima reunión de este cuerpo directivo se atiendan los reclamos que el estudiantado ha extendido, sobre todo, aquellos sobre los cuales tienen capacidad de acción directa, como es el retiro de la confianza al vicepresidente Irizarry Cuebas. La estructura del Conservatorio, imponente, pareció escucharlo.
Cuando llegó la tarde, quedaron ante la institución educativa casetas de acampar de distintos tamaños y colores, donde, en horas antes, durmieron universitarios, quizá porque, con o sin paralización, el Conservatorio de Música de Puerto Rico les sigue siendo casa.
Eso también es la música, un hogar desde donde luchar contra el silencio.
–