Un hombre bello y controlador se enamora de una mujer patidifusa por su físico y de misteriosa sensualidad. Lo recordamos en Twilight, película que cautivó miles de personas y llenó salas alrededor del mundo, y ahora lo vemos en 50 Shades of Grey (Cincuenta Sombras de Grey), escrita por E.L. James.
Si se quitan los elementos fantásticos, los animales y las figuras mitológicas, en esencia, es lo mismo. Resultaría difícil creer que Twilight sentó las bases para la creación de 50 Shades, trilogía de libros más vendida en el 2012, ya que esta última nació como un fan fiction(ficción escrita por un fanático) de la primera.
Parecería ser que en la novela de James se ha dibujado en el protagonista, Christian Grey, un perfecto Adonis, un muñeco fornido y viril, que personifica la Santísima Trinidad del deseo: el sexo, el dinero y el poder, que ha hecho delirar a miles alrededor del mundo.
Según la doctora Nina Martínez, la representación sexual del libro y su adaptación fílmica, reúne todas las fantasías ilusorias a las que recurren las mujeres como consecuencia directa de sus represiones sexuales. El mero hecho de tener que acudir al secretismo alude a una problemática en macro de una población completa de mujeres que manifiesta una insatisfacción sexual aparentemente irremediable y sin la confianza de expresarle nada a sus parejas.
“Si vas a ver la película, vas a notar dos tipos de público, muchachitas de escuela intermedia y superior y señoras, probablemente casadas, con sus amigas”, señaló la psicóloga.
Para la también profesora de la Universidad Carlos Albizu, esta población representa un problema sexual en Puerto Rico porque “a las jovencitas se les está vendiendo un romance que no es la realidad y las más adultas simbolizan una insatisfacción que no se atreven a expresar a sus parejas. La película es un mecanismo para bregar con esas fantasías”, según dijo.
Por otra parte,el caso de la protagonista de la trilogía, Anastasia Steele, podría interpretarse como un trastorno patológico, por su constante ilusión de que el poder que Grey ejercía sobre ella eventualmente podría evolucionar en romance. La dicotomía sobre lo que debe hacer y quiere hacer juega un rol imperativo en la psiquis de la protagonista que repite como mantra todas las características que adora de Grey (haciendo hincapié en su físico) mientras reconoce todo lo que desea cambiar.
Según el doctor José R. Pando, educador sexual, estos trastornos psicológicos parten del deseo sexual sadista que basa de unos criterios de “excitación sexual recurrente e intensa, con un mínimo de 6 meses de manifestación, proveniente del sufrimiento físico o psicológico de otra persona, manifestada en fantasías, urgencias o conductas”. Por lo que, de ser diagnosticado, Christian Grey, se catalogaría “como un parafílico, que ejerce una expresión sexual atípica, con un desorden sexual sadista” y Anastasia Steele “sería diagnosticada como una parafílica con desorden sexual masoquista”.
En cuanto a la narración de las escenas sexuales en manos de la autora del libro, podría resultar penosa la realidad: una mujer que tiene consecuentes orgasmos a la menor provocación es tan descabellado como un hombre que sostiene constantes erecciones como por arte de magia.
“La frecuencia del sexo es total y absolutamente falso, si vas a la biología por más viril que sea un hombre y por más joven, no puede hacer eso”, destacó la doctora.
Finalmente, la doctora Martínez ofreció un consejo a las madres y padres cuyas hijas expresan sus deseos de ver la película, “el prohibir que tus hijas vayan al cine es inefectivo, tarde o temprano van a conseguir la película en Netflix. Yo iría con mi hija a ver la película para discutirla después y enfrentar las conductas que son irreales”, finalizó.