El escritor Andrés Neuman nunca ha visto una película romántica en que el héroe se saque la pelusilla del ombligo. Advierte, además, que los personajes apenas duermen, casi no se bañan y nunca “van de vientre”. Y todo esto, francamente, le molesta. Por eso, en su novela “El viajero del siglo” -por la que obtuvo este año el XII Premio Alfaguara- aparecen descritas con desparpajo cosas no vistas en filmes o novelas de amor. “¿Recuerdan en Madame Bovary, cuando Emma recorre la ciudad de París con su amante en el carruaje y detrás de la cortina están pasando una serie de cosas que nunca veremos?”, pregunta en relación a la obra maestra del novelista Gustave Flaubert. “Bueno, pues la idea era descorrer la cortina y ver las cochinadas que estaba haciendo Emma Bovary”. Así, con un tono de voz poético de cronista, el autor nacido en Buenos Aires y nacionalizado español fue envolviendo a la audiencia en la temática de su relato, durante su participación en la reciente edición de la Feria Internacional del Libro de Miami. “El viajero del siglo” es una combinación de la novela clásica del siglo 19 con un estilo narrativo vanguardista del siglo 21. Como parte de este experimento, la crónica del amor entre los personajes “Hans” y “Sophie” se da a dos tiempos. El primero es decimonónico; el segundo, contemporáneo. “De modo que el coqueteo permanente entre Hans y Sophie”, describe, “ocurre en el primer tiempo, lleno de bellas palabras y coqueteos. El segundo es cuando se quitan la ropa y entonces ahí vemos pechos, pieles, estrías, pelos, todo lo que nosotros me parece tenemos”. Para el también cuentista y poeta de 32 años, considerado como uno de los mejores nuevos autores nacidos en Latinoamérica, la idea era “plantear situaciones propias de la novela romántica y resolverlas de forma cotidiana, coloquial, atrevida”. Mas, este trabajo no solamente representa una innovación en contenido, sino también en técnica narrativa, en particular, el diálogo. “Por un lado quería que se escucharan varias cosas a la vez. Y por otro lado pensaba, si las escenas estaban sucediendo supuestamente en el siglo 19, no quería que la narración fuera estática, lenta. Yo quería que se interrumpieran… que recreara una conversación real simultánea”. Y para eso no bastaba el uso tradicional del guión. Se planteó “cómo transmitir ese cambio de cámaras, esa pluralidad de micrófonos”. Y encontró la manera por medio del uso de paréntesis, que permiten entrar y salir del tiempo de la frase del personaje que está hablando; encerrar los pensamientos de un personaje mientras otro dice algo. “Por supuesto, para hacer eso tuve que hacer prácticas. Parece que es una tontería, pero no lo es. La literatura también tiene una parte de magia que es la de entrenamiento”, explica. “En ningún momento te puedes confundir sobre quien habla, como si la prosa pudiese tener distintos timbres de voz y uno reconociera la voz del personaje”. Cuenta que al principio le salía fatal. Sólo empezó la novela cuando le pareció que ese mecanismo estaba engrasado. “Técnicamente hablando, fue lo que más trabajo me tomó”. Andrés Neuman se presentó en la Feria junto al escritor boliviano Edmundo Paz Soldán, ganador del Premio Juan Rulfo en 1997, y quien presentó su más reciente novela “Los vivos y los muertos”. _____________________________________ Diálogo entrevista al escritor argentino Andrés Neuman en su primera visita a Puerto Rico luego de ganar el premio de la editorial Alfaguara por su novela “El viajero del siglo”.
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