Todos los municipios de Puerto Rico han sido históricamente afectados por los disturbios tropicales fuera y dentro del periodo que comprende la temporada de huracanes que transcurre de junio a noviembre de cada año. Los municipios del noroeste y sureste son los primeros impactados, razón por la cual los estudiosos de los huracanes llaman esta área geográfica “la ventana de los huracanes”.
La responsabilidad mayor en cuanto a la preparación recae en los alcaldes y alcaldesas y nuestra gente en los municipios. En el 1998 con el impacto del huracán Georges, el efecto de daños fue en los 78 municipios de Puerto Rico. Tras esta experiencia se evidenció una vez más que toda la Isla pudiera afectarse de una manera u otra por este tipo de fenómenos.
Corresponde, pues, a todos la preparación para hacer frente a esta realidad con la que debemos lidiar seis meses al año. También debemos tenerla presente en la planificación de todas las actividades de nuestro diario vivir.
Teniendo en mente que la unidad básica de la sociedad es la familia, el manejo de emergencias recomienda la planificación doméstico-familiar como un deber ineludible para evitar la pérdida de vida y propiedad, ante cualquier emergencia, pero deben ser los alcaldes y alcaldesas en sus municipios los que establezcan la política pública en el manejo de emergencias local. Y por consiguiente, también deben ocuparse de los planes de preparación respuesta, recuperación y mitigación en cada uno de sus municipios en coordinación con el gobierno estatal y federal.
Son los alcaldes y alcaldesas los que mejor conocen en su jurisdicción las áreas más vulnerables a base de sus experiencias anteriores y por los estudios que indican los resultados de daños ante posibles emergencias, inclusive aquellos que no hemos tenido en años recientes como los terremotos u otras emergencias que no se hayan experimentado nunca. Es por esto que el mayor número de peticiones de ayuda antes, durante y después del azote de un huracán lo reciben los alcaldes y alcaldesas por lo que tienen que trabajar con esta realidad comunal. Reconociendo esto último, el plan de respuesta estatal establece que son los alcaldes y alcaldesas los que activan los refugios y al gobierno estatal le corresponde tenerlos disponibles y equipados con las necesidades básicas para la gente a refugiarse.
La marejada ciclónica, deslizamientos, inundaciones y el efecto del viento son algunas de las amenazas de nuestras comunidades por lo que los alcaldes y alcaldesas deben implantar la política pública rigurosa en cuanto a proyectos de mitigación en áreas que ya fueron afectadas como sucedió en Humacao con el huracán Donna en el 1960, donde murieron 107 personas y las pérdidas fueron enormes y también la mitigación compulsoria en proyectos de infraestructura programada para el futuro. La mitigación también puede realizarse por medio de la educación y la orientación a través de la diseminación de material escrito, conferencias, talleres de trabajo, ejercicios (simulacros) y el desarrollo de grupos de trabajo en cooperativa que se active antes, durante y después de la amenaza de un huracán.
La asignación razonable de un presupuesto para mitigar, responder y hacer frente a las necesidades básicas en las familias afectadas es una responsabilidad vital de los alcaldes y alcaldesas al igual que la importancia que le impartan a través de la adopción de ordenanzas municipales. También lo es, el establecimiento de refugios alternos y un plan de respuesta efectivo con un comité de emergencias cuyos componentes tengan la autoridad y el conocimiento vasto de todos los aspectos del manejo de emergencias. Esto será lo que sin duda determinará el minimizar la pérdida de vida y propiedad en su municipio.
Obviamente, los alcaldes y alcaldesas son el mejor equipo de oficiales conocedores de los recursos y ayuda del gobierno estatal y federal y serán los primeros que completarán las solicitudes de ayuda y servicios. Por consiguiente, son los que en menor tiempo recibirán todos los beneficios a que tienen derecho coordinando y logrando la más pronta recuperación y regresando el municipio a la continuidad de la actividad normal en los aspectos socio-económicos y religiosos tan vitales para la comunidad de cualquier pueblo.
La inversión en estos aspectos de preparación, respuesta y mitigación repercute en una economía extraordinaria en relación a los gastos de la recuperación. Es por esto que los seis meses antes del comienzo de la temporada de diciembre a mayo, es la época más importante para desarrollar estos proyectos dentro del plan ejecutivo de los alcaldes y alcaldesas con la ayuda de las innumerables fuentes que existen con programas para subsidiar o cubrir totalmente estos proyectos de mitigar o eliminar la vulnerabilidad a riesgos ante la amenaza de disturbios tropicales como los huracanes.
Recomendaciones adicionales:
- Se deben municipalizar los esfuerzos y recursos profesionalizando así el manejo de emergencias de los 78 municipios descentralizando parcialmente los recursos estatales llevándolos a nivel municipal.
- Desarrollar la autonomía municipal en el día a día de las emergencias municipales.
- Profesionalizar oficiales y voluntarios municipales en el manejo de emergencias relacionadas.
Los alcaldes y alcaldesas son vitales en estos reclamos por la justificación para proteger vida y propiedad y minimizando las pérdidas
No existen desastres naturales; son eventos naturales con pérdidas de vida y propiedad por negligencia del hombre por no planificar y mitigar áreas vulnerable.
Aprendamos de las experiencias negativas por emergencias, evaluando sin pasiones cómo prepararnos para evitar tener que levantarnos de la cenizas.
“Aquellos que fracasan en la planificación lamentablemente están planificando para el fracaso”.