Los científicos boricuas Migdalia Álvarez Ruiz y Ariel Lugo describen hasta qué punto los árboles nativos como el tabonuco pueden reclamar las zonas agrícolas abandonadas de un modo natural.
El tabonuco (Dacryodes excelsa) es un árbol que predomina en la mayoría de los bosques de Puerto Rico. Este árbol no es único de la Isla, pues esta especie también se encuentra en el Caribe, África y América del Sur. Aun así se considera nativo ya que estaba aquí antes del siglo XVI.
En el pasado, este árbol estaba regado por casi toda la Isla y era abundante. Sin embargo, la deforestación, que llegó a ser de hasta el 95% pero que actualmente ronda el 50%, ha creado "islas" de bosques de tabonuco separadas por tierras usadas para agricultura o desarrollo. En algunos casos, las tierras cercanas al bosque se han abandonado y la naturaleza las ha reclamado.
¿Cuánto de esta recuperación incluye a los árboles nativos como el tabonuco? y ¿cuán diferentes son los bosques renovados comparados con los bosques originales?, son algunas de las preguntas que estudiaron los científicos Álvarez Ruiz de la Universidad de Puerto Rico en Ponce y Lugo del Instituto Internacional de Dasonomía Tropical del Servicio Forestal de los Estados Unidos.
Para investigar cómo los bosques se recuperan y cuántos arboles de tabonuco se integran a este bosque renovado, los investigadores estudiaron tres tipos de bosques: (1) bosques de tabonuco que fueron parcialmente talados pero que no fueron usados para agricultura, (2) bosques cuyo terreno en algún momento pasado se usó para sembrar café y (3) bosques cuyo terreno en algún momento pasado se usó para sembrar tabaco. Los científicos examinaron detalladamente nueve áreas. Los bosques en Luquillo (2 bosques), Río Grande, Cayey (Carite) y Jayuya (Tres Picachos) son del tipo parcialmente talado. Los bosques en Barranquitas (Monte Cuba) y Adjuntas (Barrio Tanamá) son de los que hubo agricultura del café. Finalmente, los bosques de Bayamón (Cerro La Peña) y Aguas Buenas (Barrio Sumidero) son de los que hubo agricultura de tabaco.
En cada uno de los nueve bosques se seleccionaron áreas de estudio y se midieron sus dimensiones. Además se identificaron todas las especies de árboles presentes (nativos y no-nativos), se midió su altura y grosor del tronco. Estas medidas se usaron para calcular parámetros estadísticos como la densidad, la madurez y la riqueza relativa de especies.
Álvarez Ruiz y Lugo descubrieron que los bosques de Luquillo, Río Grande, Cayey y Jayuya se renovaron con árboles nativos, incluyendo bastantes árboles de tabonuco. La recuperación fue similar a la hubiera ocurrido debido a un disturbio natural. Este tipo de bosque es el que más se parece a los bosques de tabonuco del pasado.
En el caso de los bosques que crecieron donde hubo agricultura de café, se encontraron menos árboles nativos, sobre todo individuos de gran altura.
Aunque el tabonuco es una especie dominante, sí se encontraron más árboles no-nativos, como el árbol de pomarrosa (Syzygium jambos). Los bosques que crecieron donde hubo agricultura de tabaco son totalmente diferentes a los bosques de tabonuco del pasado. En este caso el árbol de pomarrosa y las especies no-nativas son más abundantes que el tabonuco y las especies nativas, las cuales se veían menos saludables.
Una posible explicación es que cuando las semillas del tabonuco germinan y van creciendo, normalmente lo hacen a la sombra de otros árboles. Los terrenos donde se sembró tabaco eran mucho más abiertos, exponiendo a los arbolitos al calor y la luz solar directa. Ésto se cree mató a muchos arbolitos nativos y le dió la ventaja a los no-nativos.
Los científicos confirmaron que la recuperación de los bosques y la proporción de árboles nativos y no-nativos varía considerablemente dependiendo del uso pasado de los terrenos. Además, éstos concluyeron que se necesita un programa de preservación muy cuidadoso para reintroducir algunas especies nativas a estos bosques renovados.
Sin embargo, los científicos admiten que en algunos casos el cambio en especies es irreversible y sería muy costoso regresar a algunos bosques renovados a su condición original. Lo importante es que, mirando hacia el futuro, además de preservar lo mejor posible los bosques nativos que aún existen, se deben valorizar los nuevos bosques con especies no-nativas, sobre todo ante el riesgo de disturbios naturales, desarrollo urbano y el cambio climático global.
De lo contrario, las especies de árboles nativos como el tabonuco podrían disminuir bastante. Estudios anteriores habían descubierto que si un bosque de tabonuco se afectaba por un evento natural, como un huracán, entonces al bosque le tomaba dos décadas para regresar a su estado original, incluyendo casi todas las especies de árboles originales.
Sin embargo, si cerca de un bosque de tabonuco hay zonas agrícolas que se abandonaron, entonces el bosque nuevo que surge es diferente al original en el tipo de árboles presentes y en lo lento de su recuperación.
Fuente Ciencia PR