Decir que el verde sabe a esperanza y el blanco a paz quizás sea navegar en las aguas de los clichés. Sin embargo, fueron precisamente esas dos sensaciones las que se impregnaron ayer en esos dos pigmentos que describen al Recinto Universitario de Mayagüez (RUM) durante su centésima quinta colación de grados.
Ataviados con togas de nuevo diseño en las que se incorporaron –¿cómo no?– los colores verde y blanco, unos 1,719 colegiales recibieron sus títulos en diversas disciplinas durante dos rondas de graduación celebradas en el Coliseo Rafael A. Mangual.
“Los principales protagonistas de lograr esto somos nosotros mismos los estudiantes. No obstante, hay unas personas específicas que debemos resaltar en el logro de poder graduarnos en el Coliseo Rafael A. Mangual tras el huracán María y ellos son los empleados de servicios especiales, planta física y los empleados de tecnología y rehabilitación del RUM”, lanzó de entrada Naysha Alcalá, presidenta de la clase graduanda 2018 como parte de su mensaje de apertura de los actos.
El sueño, según la alumna, podría haberse gaseado debido a que el espacio fue una de las estructuras que más impacto recibió aquel 20 de septiembre de 2017 cuando el país recibió el embate de un ciclón categoría cinco. Tras el evento atmosférico, el campus mayagüezano de la Universidad de Puerto Rico (UPR), tuvo pérdidas ascendentes de $35.6 millones, según el plan fiscal de la UPR que fuera certificado el 20 de abril por la Junta de Control Fiscal.
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Alcalá fue presidenta del Consejo General de Estudiantes en el año 2016-2017. (Andrés Santana Miranda/Diálogo)
“Tengo el honor de presidir la clase graduanda 105 del RUM que para mí es la clase más persistente, más paciente e histórica”, subrayó la estudiante en referencia a los desafíos que superaron las juanas y los tarzanes para poder retomar sus cursos luego del huracán.
“¿Se acuerdan cuando pasaron las siete asambleas y la decisión que se tomó en este mismo coliseo, pasando por los apagones nacionales y luego por el huracán María? El huracán sí nos destrozó a los estudiantes, sí nos surgieron muchas necesidades durante el transcurso, pero el sufrimiento de las personas que perdieron sus casas, las muertes que el gobierno mismo no quiere admitir y las despedidas de familiares que se tuvieron que ir porque no podían con la carga… Lo importante es que todo eso no nos hizo dar rodilla y estamos aquí graduándonos de bachillerato, maestría o de doctorado”, anotó Alcalá.
Una línea similar compartió el presidente del Consejo General de Estudiantes (CGE) del RUM, Marcus Ramos Cintrón, quien urgió a sus compañeros a recordar que el crecimiento como seres humanos no termina con la obtención de un grado académico.
“Debemos ir siempre en busca de conocimiento, de nuevos referentes, nuevas ideas y experiencias. Tenemos que tener la habilidad de cuestionar nuestras convicciones. Esto se los recomiendo porque al mundo que nos vamos a insertar nos va a exigir precisamente eso. Nos va a exigir reinventarnos [tanto] profesionalmente como ideológicamente. Y la capacidad que tengamos para adaptarnos va a determinar nuestro destino, futuro y felicidad”, compartió Ramos Cintrón a las 861 féminas y 858 varones que cumplieron un grado en el RUM.
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El presidente del CGE, Marcus Ramos Cintrón destacó la importancia de la capacidad adaptarse a las circunstancias. (Andrés Santana Miranda/Diálogo)
De hecho, la clase de 2018 fue también catalogada como histórica por contar con el mayor de estudiantes, en la trayectoria centenaria del recinto, que se gradúan con el prestigioso premio Luis Stefani Raffucci, máximo galardón académico que otorga la institución por haber completado su grado con un índice de 4.00 puntos.
En datos concreto, durante la jornada de ayer se premió a 14 colegiales en este honor: 12 de artes y ciencias; una de empresas; y una de ingeniería.
Asimismo, por primera vez, el nuevo programa graduado en Bioingeniería otorga cuatro maestrías. Mientras, el nuevo bachillerato en Ciencias e Ingeniería de Computación, graduó a sus dos primeros estudiantes.
Del mismo modo, recibió su grado de bachillerato de Ingeniería Mecánica, a sus 18 años, la joven Hazel Thais Rivera Rosario, quien inició su vida universitaria a los 14.
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La rectora interina elogió el “espíritu” de los colegiales. (Andrés Santana Miranda/Diálogo)
“No hubo huracán categoría cinco, ni sus secuelas, que amilanaran el espíritu de superación que tienen los colegiales. Porque, además de enfrentar los retos propios de una carrera universitaria, se sobrepusieron, con entereza, a los estragos que provocaron los fuertes vientos. Reverdecieron con más bríos y el resultado hoy es manifiesto a través de este mar verde y blanco –desde aquí se ven muy bien–, se siente la energía y la satisfacción de que alcanzaron un peldaño más en su ruta de vida”, resumió la rectora interina del RUM, Wilma Santiago Gabrielini.
Con ella simpatizó el orador principal de los actos, el ingeniero José Sánchez, exalumno y director de Investigación y Desarrollo del Cuerpo de Ingenieros de Estados Unidos.
“Un estudiante del colegio es resiliente, no hay duda. Esa resilencia es muy importante, no solo en el ámbito profesional, sino en el personal”, compartió Sánchez.
El Cuadro de Honor del RUM lo integraron 705 alumnos, y de estos, 14 cumplieron con los requisitos para recibir el Gran Premio Luis Stefani Raffucci, al graduarse con cuatro puntos del RUM; 42 con Summa Cum Laude; 413 con Magna Cum Laude; y 250 Cum Laude.
Asimismo, la clase 2018 contó con 48 estudiantes provenientes de Colombia, Perú, República Dominicana, Honduras, Guatemala, México, Venezuela, Alemania, Chile, Ecuador, Haití, India, Irán, Panamá, Rusia, y El Salvador, que también llevarán a sus latitudes el verde del RUM y con él, posiblemente, la esperanza de un futuro en paz profesional.
Mira algunas de las imágenes captadas por el lente de nuestro fotoperiodista Andrés Santana Miranda:
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