Nota de la Editora: Diálogo presentará durante esta semana una serie de reportajes confeccionados por estudiantes del curso Redacción Periodística II, que ofreció durante el pasado semestre el doctor Mario Roche de la Escuela de Comunicación de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.
“Para el que cree ninguna prueba es necesaria; para el que no cree ninguna prueba es suficiente”, dijo San Ignacio de Loyola. El dicho aplica a la sociedad puertorriqueña, donde, aunque se estigmatizan las prácticas espiritistas, no se puede negar que es una realidad arraigada a nuestra Isla. ¿Por qué existe el estigma? Los entrevistados para esta serie de reportajes: un médium, una astróloga, una tarotista y un santero, coinciden en que la razón principal es el miedo, que se deriva del desconocimiento. Desconocimiento irónico, según ellos, pues todos somos seres espirituales capaces de desarrollar los dones que ellos poseen.
Esta dicotomía, tal vez proviene de la imposición del cristianismo por parte de los españoles hacia los indios taínos, quienes sí estaban estrechamente ligados con la espiritualidad, la naturaleza y el poder de los muertos sobre la conducta humana.
Probablemente, éste sea el contexto histórico que llevó al novelista, periodista y guionista Dan Wakefield a comentar: “Si alguna vez hablas con un puertorriqueño que diga no creer en espíritus, ¿sabes lo que significa? Significa que no has hablado lo suficiente con él”.
No debe sorprender esta relación de amor y odio con lo que hemos decidido llamar prácticas espirituales contraculturales, pues según un estudio de Pew Research Center’s Forum on Religion & Public Life, el 97 por ciento de los puertorriqueños se declara cristiano, con una mayoría amplia para los católicos. Esto puede llevar a sus feligreses a ignorar, consciente o inconscientemente, la existencia de otras maneras de creer y vivir la espiritualidad.