Nací y viví por diecisiete años en Mayagüez; regularmente lo visito. Durante los pasados años, he podido notar cómo el casco urbano ha permutado y, en palabras del historiador Nicolás Cabrillana Ciézar, pasó a ser un pueblo fantasma. Sólo algunas tiendas de ventas al por mayor, de ropa para mujeres y negocios cuyos productos no sobrepasan los treinta dólares, componen el comercio en esta ciudad.
Contrario a este fenómeno, en las avenidas principales del municipio, el comercio se ha desarrollado con la llegada de empresas estadounidenses y la construcción de shopping malls. El teórico Joël Garreau denomina esta metamorfosis económica como el edge city, término que se define como la concentración de negocios y entretenimiento fuera de un centro tradicional en lo que antes era una zona residencial o rural. Esta estructura de crecimiento urbano se convirtió en el desarrollo sistemático de la planificación urbana en el siglo XX, modificando a su vez las prácticas de consumo en este municipio.
Durante el siglo XIX, la economía mayagüezana estuvo basada en el cultivo de caña de azúcar y café. Como parte a ese desarrollo agrícola, en el siglo XX se establecieron dos centrales azucareras: la Rochelaise e Igualdad. Además, se fundó la Estación Experimental Agrícola (1900) y el Colegio de Agricultura y Artes Mecánicas como centro de adiestramiento para técnicos en Ciencias Agrícolas. Desde entonces, la agricultura se mantuvo como base de la economía mayagüezana hasta mediados del siglo XX. A principios de este siglo se fue introduciendo la industria de la aguja, la que "dio sustento a una gran cantidad de mujeres, complementando los ingresos generados por las labores agrícolas y comerciales”, según explica la historiadora Ramonita Vega Lugo.
A fines de la década del cuarenta, la economía de Mayagüez se tornó de una agrícola a una fabril. El proyecto Manos a la Obra transformó la industria de la aguja, de una domiciliaria en una mecanizada. Como parte de ese desarrollo industrial, se construyeron edificios industriales en la Zona Portuaria, en el barrio La Quinta y en el parque industrial que se estableció en Guanajibo como la Zona Libre de Comercio (La Zona Libre). Luego, para el 1960, la industria atunera ocupó el primer renglón de producción. La primera enlatadora de atún en establecerse fue la Star Kist Caribe; luego llegaron la Del Monte de Puerto Rico y la Neptune Packing, todas ubicadas en el Puerto de Mayagüez.
Durante la década del 1990, las mencionadas fábricas e industrias cerraron como consecuencia de la eliminación de la promoción industrial bajo las exenciones fiscales de la Sección 936 del Código de Rentas Internas de Estados Unidos. Mayagüez enfrentó su mayor recesión; más de 11,000 empleos se perdieron. No obstante, “debido a la evolución de la infraestructura auxiliar en la ciudad y a un renovado esfuerzo para repoblar el Parque Industrial Guanajibo (Zona Libre), la economía local comenzó a ver un lento mejoramiento”, añade Vega.
En el 1970 se construyó el primer shopping mall en Mayagüez, el Mayagüez Mall, pero no fue hasta el 1990 que éste centro comercial se convirtió el tercero más importante en la Isla con la llegada de las megatiendas como Wal-Mart, JC Penney y Marshalls.
Con la aparición de esta nueva forma de consumo, la de los shopping malls, además de la construcción de nuevas carreteras, se comenzó a notar modificaciones en las conductas de los consumidores. Mayagüez comenzó a enfrentar una cultura vertebrada en el consumo. Es así como en el siglo XXI comenzamos a ver la construcción del edge city o ciudad de los bordes en Mayagüez.
La carretera número dos (avenida Eugenio María de Hostos) en dirección al sur de la Isla comienza con el shopping mall Western Plaza. Dicho mall mismo cuenta con una selección de restaurantes de comida rápida, tiendas por departamento como Sam’s Club, Kmart, Home Depot, Caribbean Cinemas, y restaurantes de cadenas multinacionales como Applebee’s y Ponderosa.
A cinco kilómetros de Western Plaza está Plaza Hostos, un pequeño shopping mall que mantiene tiendas locales. A los próximos ocho kilómetros se encuentra University Plaza, que tiene una selección de restaurantes de comida rápida como Quiznos, Baskin Robbins, McDonald’s, El Mesón Sándwiches, Subway, además de otras tiendas como AT&T, Walgreens y Gatsby. En los próximos cuatro kilómetros está el Town Center. En la misma avenida, luego del anterior centro comercial, están los shoppings Vista Verde, Novios Plaza y Sultana Plaza (el shopping más nuevo que cuenta con Sizzler, Fuddruckers, Dynasty Oriental Restaurant, Cold Stone, Longhorn y Wendy’s). Por último, en esa misma carretera, se encuentra el Mayagüez Mall.
El casco urbano de Mayagüez, por el contrario, apenas cuenta con algunas tiendas de ventas al por mayor, dispersas oficinas que ofrecen servicios médicos, cafeterías y menudas tiendas de ropa. Los bloques que ocupaban espacios para el comercio están en desuso, decorados con letreros que leen para “alquiler o venta”.
Según la periodista y ensayista Beatriz Sarlo, este cambio se debe a que “el orden del mercado es mil veces más eficaz que el orden social: de donde la dinámica de la mercancía es más fuerte que el Estado”. Y es que, como menciona la autora, el shopping mall asegura algunos de los requisitos que se exigen de una ciudad: orden, claridad, limpieza, seguridad…es el lugar donde las condiciones del tiempo no tienen efecto sobre las personas, mantiene una misma tonalidad de luz y ambiente e integra cualquier tipo de edad, género o preferencia sexual.
El shopping mall logra ser lo que caracterizó en algún momento a lo urbano, controla la espontaneidad y lo casual, contrario al centro comercial al aire libre, el que está sujeto y receptivo a cualquier evento o situación.
“En las últimas dos décadas del siglo XX, los malls se convirtieron en los nuevos centros de actividad urbana”, postula el planificador Aníbal Sepúlveda. A través de la llegada de los shopping malls (un espacio de iluminación, ambiente y estética creada) se ha logrado reconvertir las prácticas de comercio y socialización de la mayoría de los habitantes de Mayagüez. Esto, por su parte, ha abierto el paso al descuido de los centros urbanos tradicionales.
“Todos los urbanistas coinciden en que los malls fueron un factor determinante en la desertificación de los centros urbanos tradicionales”, añade Sepúlveda. Esta desertificación ha teniendo como efecto el olvido de la integración de la ciudad con el individuo y la recuperación de los cascos urbanos, como evidencia el deterioro y olvido de mi Mayagüez.